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domingo, 2 de abril de 2017

SEÑALES


         Cuando se trabaja en educación el vaivén de cada día te va dejando un continuo reguero de señales de por dónde sí y de por donde no. Sería ridículo decir que todo lo que debes hacer lo tienes delante de los ojos aunque tenga su parte de verdad. Todo un conjunto de señales que se manifiestan a cada momento o en repetidas ocasiones nos pueden servir de indicadores pero siempre que nosotros nos dediquemos a mirar con ojos de ver y eso no siempre está a nuestro alcance. Nuestra capacidad de ver está muy mediatizada por nuestra propia evolución interna, perfectamente legítima, que llega a condicionar nuestra mirada de modo que no vemos muchas veces lo que miramos sino lo que queremos ver.

 José Pablo no podía vivir sin perseguir con denuedo a Javi y con frecuencia le pegaba. Las señales daban a entender que lo odiaba y no encontrábamos manera de normalizar la relación si no era a base de separarlos por imposición. El tiempo y la observación persistente nos dio ocasión de que José Pablo verbalizara las verdaderas razones de por qué se sentía en la necesidad de atacar a Javi. Llegó a decirnos que Javi tenía mocos y a él le daba asco. No era mentira pero hablando con él pudimos darnos cuenta de que él también tenía mocos y en realidad lo que estaba haciendo era castigarse en la cara de Javi. No podíamos consentir esa situación porque Javi tenía derecho a vivir en paz pero fue fundamental averiguar las verdaderas razones de la agresividad porque aparte de Javi, que era el primero que la sufría, en realidad todo el grupo vivía en una tensión impropia que sólo se fue resolviendo en la medida en que fuimos capaces de encontrar la globalidad del problema y poniendo los distintos remedios que necesitaba.

         Cuando Fernando y Alba querían jugar a padres y madres, Cristian  imponía su fuerza y su agresividad y lograba ser el padre. Comenzaban el juego con las imposiciones de Cristian pero al poco rato Fernando aceptaba ser el perro, Alba cogía al perro y se iba de paseo con él y cuando estaban lejos de Cristian seguían jugando los dos y Cristian terminaba por irse a otros menesteres, aburrido y solo. O las agarradas que se traían de vez en cuando Tancho y Clemente a cuenta del balón de este último. Clemente decía que el balón era suyo y que jugaba quien él dijera. Tancho decía que tenían que jugar todos y terminaban a bofetadas que solía ganar Clemente que era más fuerte pero que terminaba más solo que la una, abrazado a su balón mientras todos se reunían alrededor de Tancho para consolarlo y para inventarse un nuevo juego en el que seguirían jugando juntos y en el que Clemente no podría intervenir porque le había pegado a Tancho. Secuencias de este calibre podríamos pasarnos la vida contando porque hay miles. Lo que yo he aprendido con estas lecciones de vida no lo puedo pagar de ninguna manera.


         El que pasen las cosas no quiere decir que la persona responsable las vea. Nadie está detrás de ti para decirte que ahora es cuando tienes que mirar porque ahora está pasando algo importante. Es uno mismo el que tiene que aprender a ver y a aislar la secuencia adecuada dentro de todo lo que pasa y eso sólo se consigue haciéndolo una y otra vez y equivocándote muchas veces y viendo cómo lo que habías pensado importante resulta que no lo es y que tienes que volver a intentarlo para sacar la secuencia válida y la que lleva dentro la lección que necesitas para aprender tú y para hacer que los pequeños aprendan a través de las lecciones que tú les ofreces que tendrán la máxima eficacia si las has sacado de su propia vida.

7 comentarios:

  1. la importante diferencia entre ver y mirar, que tanto nos ayuda, o la de oír y escuchar. En ocasiones nos encontramos niños y niñas que no saben cómo expresar su mundo interior, en clases cada vez más llenas, con más prisas, más carga de contenidos.
    Niños y niñas que no tienen ocasión de hablar con sus padres, de ser escuchados, de parar unos segundos, de aburrirse, crear.

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    1. Como todo en la vida, querido Javi, requiere un aprendizaje y hay que hacerlo a base de ejercicio. No hay que tener miedo al error porque detrás del error se encuentra el conocimiento. Y si no que se lo pregunten a Newton que se encontró de pronto con la manzana y hay que ver la que lió con la dichosa manzanita. Un abrazo

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  2. Para mí lo más importante es el derecho a equivocarnos; que la interpretación que hacemos no sea la correcta. En una escuela donde se está a la escucha de los niños, no basta con oír; hay que interpretar lo que dicen y devolvérselo, para que se sientan escuchados y para que vean en nuestras palabras reflejados sus pensamientos. Cuando lo que nosotros exponemos no es lo que pasa por su cabeza, ellos se ven en la necesidad de avanzar en su expresión y nosotros en su comprensión. Siempre estamos aprendiendo y cuando más nos equivocamos más aprendemos.

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    1. Creo que lo que de verdad trenemos que entender es que el campo del aprendizaje es el que no tiene fin y que eso es un privilegio para nosotros porque nos ofrece un campo de conocimiento ilimitado. Es verdad que lo que tenemos que hacer es leer la realidad e interpretarla y eso es un riesgo permanente que vamos corriendo perfo que tenemos que asumir. Un abrazo

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  3. Ciertamente una interesante observación...

    Saludos
    P.S: una música muy distinta...

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  4. Y en esas estamos, día a día en las escuelas, mirando, interpretando, buscando, intentando entender... equivocándonos....
    Lo que si vengo comprobando es que, el simple hecho de pararse a mirar, a interpretar, entender a un niño o niña, el dedicarle un "poco más" de atención, el detectar una conducta o problema y pensarla ya favorece un cambio, entiendo que debido a que nuestra actitud también lo hace, porque. "Algo se mueve"
    Compruebo también que tras una entrevias con una familia... siempre hay un cambio en el niño/a de quién se ha tratado. Lo que me hace ratificarme en mi pensamiento, nada empírico, pero si muy vivencial.

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    1. Gracias, Lucía por tu presencia en este discurso que pretende compartido. Siempre he valorado tu criterio, prudente y sensato como su dueña. Me parece que ha reflexionar se aprende reflexionando y esta creo que es una buena forma. Estoy seguro que seguiré aprendiendo de tí y ojalá mis opiniones te sirvieran también a tí de algo. Ahí va mi primer beso

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