Mientras
van saliendo estas palabras que buscan comunicación, reflexión y una cierta
profundidad en el análisis de lo que pasa con la educación de los más pequeños,
sé que en miles de calles y de plazas públicas, millones de personas van como
locas de acá para allá para ver las cabalgatas de los Reyes Magos con sus hijos
colgados. No sé qué pensarán los pequeños pero este ritual que se repite cada
año invariablemente no deja de ser un
artificio, creo que excesivo, mucho más ligado al comercio y a la necesidad de
solventar una campaña de venta de juguetes con el trasfondo religioso de la
supuesta adoración de los magos que otra cosa.
Es
posible que los adultos seamos incapaces de ponernos en lugar de los pequeños o
sencillamente que todos, al final, nos veamos arrollados por una corriente
consumista que la publicidad se encarga de convertírnosla en necesidad o que
nos sintamos inclinados a encontrar argumentos que nos lleven a soñar con
paraísos artificiales y con delirios de grandeza. Es posible que haya un poco
de cada cosa y puede que algún otro argumento que yo no detecto en este momento
pero no deja de ser innecesario y escandaloso todo este ritual al que nos
dejamos arrastrar con el argumento completamente falaz e inútil, de que los
pequeños se emocionan con el espectáculo y que es para ellos en definitiva para
los que se organiza todo este descomunal sarao cuando sabemos perfectamente que
los pequeños son completamente sobrepasados y envueltos en el gentío, en el
frío dominante y en la dificultad de ver lo que está pasando con toda esa
muchedumbre que necesita mirar al mismo tiempo. Mi experiencia personal con mis
tres hijos no ha llegado más allá de locas caminatas de acá para allá hasta encontrar
el mejor espacio que les permita ver lo que pasa y un enorme cansancio una vez
que se han pasado los primeros minutos de impacto de tanto colorido y tanto ruido.
En los
textos anteriores ya hemos tenido ocasión de ofrecer las propuestas que
consideramos idóneas para los pequeños y, por tanto, no vamos a insistir más en
ese punto. Como, a pesar de todos los pesares será una realidad que mañana, que
es fiesta, podremos ver en los noticiarios cómo se ha producido el ritual de
recepción de los magos y todo su séquito, cómo se les ha dejados puestos el
vaso con agua o con anís y el mantecado correspondiente buscando una magia
imposible, cómo se madruga para abrir los regalos que los supuestos magos han
dejado junto al árbol o en cualquier otro rincón de la casa y se muestra hasta
la saciedad la cara de sorpresa de los pequeños que no terminan de creerse que
todo o parte de lo que habían pedido a sus padres o escrito en unas cartas
ahora esté delante de ellos y a su disposición para ser utilizado. A esta especie de contubernio que se repite
cada año no sé si le queda algo de mágico después de tanta envoltura comercial
como le arropa. Lo que sí sé es que lo que importa para el beneficio de los
pequeños no es el impacto deslumbrante de un momento de artificio, sino el
estado permanente de que en la casa se cuente con ellos, se les respete y se
les considere como miembros activos de la unidad familiar.
Reconozco
que puedo resultar un poco aguafiestas pero es que me parece determinante que
nos demos cuenta lo antes posible y de la manera más profunda posible, que la
educación no es ningún florilegio ni de reyes ni de fiestas ni de momentos
deslumbrantes por la razón que sea. Que la educación es la construcción de relaciones
que debe elaborar día a día la unidad familiar o la estructura escolar según
los casos y que ladrillo a ladrillo se va agregando a la vida de todos y
haciendo que los nuevos miembros que han nacido y que se han incorporado los
últimos al conjunto que decidió darles la opción de que vinieran a este mundo,
los acoja, les permita un espacio propio en el conjunto y los incorpore a la
vida.
Ignoro cual es su relación con sus hijos, pero lo de los Reyes Magos no es para tanto, ni es la sociedad de consumo que nos manipula. Llevamos 41 años de casados y bien llevados con nuestros hijos (7) y aún ya mayores sonríen cuando les recordamos la fecha regalándoles algo útil y aún nos seguimos saludando con la misma alegría de cuando eran chicos. La educación es precisamente saber enriquecer en los vínculos para el resto de la vida, educándonos recíprocamente. Soy Asistente Social y con gran experiencia en la orientación familiar. Muchos saludos y deseo de Paz. Me encuentro a tu disposición para lo que pueda servir.
ResponderEliminarHay que saber vivir con ellos esta ilusión !
ResponderEliminarGran artículo.
Mark de Zabaleta
Y mañana,cuando en la escuela les pongamos los abrigos para salir al patio, irán saliendo de los bolsillos los caramelos de las cabalgatas; y tanto si los requisamos, como si hacemos la vista gorda mientras se los reparten y comen, será el último acto del paréntesis vacacional. Por delante un largo trimestre (este año la semana santa es tardía) que se inicia con otro período de adaptación, que para algunos niños es mucho más necesario que el de principio de curso.
ResponderEliminarCircunstancias familiares hacen que este año piense en lo que supone en el hemisferio sur que las vacaciones de verano coincidan con las de navidad ¿será más difícil para los niños peruanos el período de adaptación?
En cosas como la que comentas estaba pensando cuandfo escribía el texto. A veces tengo la sensación de que la tengo tomada con los fastos y no es cierto. Lo que sucede es que solo se comenta los fastos cuando en realidad no son más que puntos sueltos y aislado dentro de una cadena de puntos mucho más larga que no destacan nunca cuando son los verdaderos protagonistas de la educación, esos pequeños actos de cada día que nos van modelando a todos, a pequeños y a mayores.
EliminarDe lo que comentas del Perú no tengo muchos datos como sabes. Me imagino que en las zonas urbanas se parecerán un poco a nosotros y en las rurales estarán más cerca de lo que pueden ser mis recuerdos de infancia. Ánimo mañana y un abrazo
Valoro tu actitud amigo Antonio, veo que entre vos y yo, la esencia nos une. UN ABRAZO!!!!!!!
ResponderEliminarLas Cabalgatas en las Grandes Ciudades son así, muchas gentes amontonadas y grandes horas de pie para al fin al cabo no poder visualizar bien las deslumbrantes carrozas. En los pueblos todo es más cercano, se pueden ver más tranquilamente y los niños aprecian el recorrido y se sienten feliz corriendo detrás de ellas...quién de niños no se acostó ilusionado con ver lo que le dejaron los Reyes.....creo que el consumismo se le está ya poniendo freno con la crisis y ya los Reyes se encargan de poner regalos en la justa medida.
ResponderEliminarEspero que pases por mi blog a ver si te gusta el Calendario de los meses del año, aunque no tenga incluida ninguna imagen de Granada.
Un abrazo
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Antonio, encantada de llegar a tu blog y comprobar que coincido mucho con tus ideas en este tema.Las celebraciones multitudinarias y las emocionales como los Reyes, día de la madre, del padre, Navidad,etc, son engullidas por el sector comercial y pervierten su esencia.Deberíamos aprender a celebrarlas con sencillez, sin desenfreno consumista ni forzadas palabras cariñosas.
ResponderEliminarLas familias debieran encontrar la felicidad en su seno y compartirla con los de su entorno, sin tanta fanfarria.
Un placer leer tus opiniones.
Saludos.