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domingo, 13 de enero de 2013

RENACER

En coherencia con los ciclos de la vida, independientemente del año en que decimos que vivimos, para nosotros 2013, para los musulmanes 600 años menos, para los judíos unos miles de años más y todos convencidos de su verdad, lo cierto es que hemos cruzados el rubicón del solsticio de invierno y que de nuevo iniciamos otro ciclo de esta vida que se repite y se repite como se repite el agua del río, siempre dentro del mismo cauce y siempre distinta cada gota, que diría el griego.
No hace más que abrir el año y ya están los almendros sacando sus flores al aire como un desafío, quizá imprudente pero inapelable y seguro, que nos anuncia que la vida se impone y que por más que todavía anden los hielos amenazantes y dispuestos a paralizar los hilos de la vida, los blancos y rosados hermosos de sus flores certifican una voluntad inequívoca de imponerse por encima de los cristales de la escarcha y de los grados del termómetro. Esta es la rotunda verdad de cada mañana. A partir de aquí no dudo que los ánimos de cada uno van a marcar secuencias de optimismo en unos casos, de depresión en otros y hasta de desesperación impenitente en los más desesperados porque la vida, en última instancia, se manifiesta a través del tamiz de nuestros esquemas personales. Pero si somos capaces de levantar nuestra mirada por encima de las incidencias y miserias de cada día, lo que veremos sin duda es un horizonte nuevo y la promesa de un nuevo ciclo que comienza aunque nosotros podamos no ser los mismos que los del ciclo anterior ni del siguiente.
Es precisamente la futilidad de nuestra vida la que le da grandeza. La que determina lo importante que es que cada minuto de los que pasamos sobre la tierra tiene valor de eternidad en tanto que irrepetible. Aunque su esencia sea la de pasar, ciertamente no puede ser lo mismo que pase investido con el traje de la dicha y de la conformidad entre lo que vivimos y lo que queremos vivir a que lo haga con la imposición de lo irremediable sin ningún planteamiento que lo pueda relacionar con nuestros deseos y con la necesidad de conjunción con ellos. El tiempo no se va a parar delante de ninguno de nosotros a que pongamos en orden nuestras vivencias. Los minutos se suceden de forma irremediable porque su reloj se mueve con una maquinaria que no tiene nada que ver con la nuestra. Somos nosotros los que hemos de acoplarnos a ese ciclo que no espera para que nos coja de cara y nos permita andar y sentirnos parte del conjunto y no arrollados irremediablemente por él.
Sé que me está saliendo algo profundo este momento reflexivo pero es que uno manda en sí mismo relativamente y no puedo evitar esta invitación de enero y de los primeros brotes florales. Tú puedes pasar, si quieres, y no mirar a los bordes del camino. Así no tienes por qué ver nada si no quieres. La vida es eso también. Es voluntad de ver y de participar en el espectáculo que se abre cada mañana ante nuestros ojos, pero los almendros están ahí, señalando con sus flores recién nacidas que la vida sigue, que nada es irremediable y que las posibilidades de ponerse junto al gran río que nos lleva están siempre presentes como también la libertad de hacerlo o de ignorar lo que pasa y seguir escuchando sólo nuestro discurso, como si nada hubiera fuera de nosotros. Cada menor es una prueba fehaciente de esta permanente capacidad de renovación. Es una señal manifiesta del devenir en el que todos nos desenvolvemos y una opción renovada para asumir que somos parte de un conjunto y que en nuestra voluntad está siempre la pretensión de enriquecerlo con nuestro esfuerzo o el vano intento de negarlo.

9 comentarios:

  1. Manuel Ángel Puentes13 de enero de 2013, 21:54

    ¡Qué diferencia con la entrada de la semana pasada! ¡Menudo canto a la vida después de cargar contra las ilusiones! Y posiblemente yo también suscribiría cualquiera de los dos textos, según el estado de ánimo. Aunque hoy estoy por los almendros en flor.

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    1. Comprendo lo que dices pero lo cierto es que yo no le veo contradicción alguna. Mi canto sigue siendo en todos los casos a la vida, pero no a la vida que se sueña sino a la vida que se palpa. Lo que importa es lo palpable que da seguridad, confianza, solidez y autenticidad. Cuando adolecemos de esos valores tangibles, buscamos ficciones e intentamos consolarnos con ellas cuando no son más que humo que hoy nos hace volar de dicha y mañana nos arrastra en el desengaño y en la desilusión. Un trozo de barro, de madera o una mano amiga no engaña a nadie. Eso es lo que creo que necesitan nuestros peqaueños y nosotros. Un abrazo

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  2. Una positiva visión de nuestra vida...

    Un gran saludo
    Mark de Zabaleta

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  3. Ole por ti !!!!!!! Viva mi querido Antonio del alma !!!

    Has renacido amigo :) deben de ser los almendros ( por cierto me encantan sus flores ) me gusta tu post lleno de vida de comienzos de positivismo, de alegría, de vida !!!!! Te adoro Antonio !!!!!!!!!!!!!!!!!! estoy que salto con tu alegría que es tambien la mía, sobre todo al leerte y ver que guapo estas cuando la vida asoma con esperanza, ilusiòn y renacer nuevos. Gracias !

    Muchos besos florecidos y abrazos llenos de flores y amor, para ti !

    Aurora

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  4. Tu entrada me ha encantado e impactado, Antonio. También yo estoy maravillada -como cada año- ante los almendros en flor, ante el primer lirio de esta futura primavera, ante los montones de orugas que están empezando a formarse en las "telarañas" del campo... es la vida que no se para, como tan bien dices, que nos llama y nos apremia para que la sigamos.
    Yo suelo deprimirme en los inviernos, sin saber por qué, pues me gustan los días grises,la lluvia -cuando cae mansa y sin dañar- y me encantaría la nieve, pero de algún modo, raro es el invierno del que escapo indemne. Y ver estas promesas, aun sabiendo que todavía nos faltan dos largos meses hasta la primavera, me consuela, me anima, como el abrazo de un amigo.
    Gracias por esta entrada! Y un beso con olor a primavera.

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    1. Ya veo que tú también vibras con el paso de las estaciones. A mí, hasta el Solsticio de Invierno, el 21 de Diciembre, la cara se me va cayendo cada día un poco más abajo y creo que es por la pérdida de luz y porqaue la oscuridad se va apoderando del tiempo de cada día. Ahora en Enero, aunque todavía los días no sean muy largos, tengo la sensación de que el color es más limpio, más claro y que, quieras que no, los minutos que se van ganando de luz también contribuyen a dinamizar el espíritu, por lo menos a mí. Y los almendros, ¡ay los almendros!, qué maravilla. Un beso de flor de almendro

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  5. Buenas tardes mi amigo.
    Mi blog ha llegado a sus 4 años De vida y quiero compartirlo contigo.
    Me gustaría que vinieras a mi blog Y llevaras contigo un pequeño Recuerdo que te he dejado en mi Ultimo post.
    Un abrazo desde Venezuela.
    .____________________●
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    (¸.•´ (¸.•´ .•´¸¸.•´¯`•-> TU AMIGA SOYPKS

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  6. Esto sí. Esto es vida. Esto es ILUSIÓN, en contrapartida al anunciado ante-anterior. Eston es pujanza de naturaleza que se impone, y swe nos impone querámoslo o ignorémoslo.
    Los almendros, paradigma primaveral de fruto y vida. Y enseguida, sin pensarlo, ¡los cerezos!, ya casi revestidos de un perceptible brillo terso a punto de anunciar las tentaciones hechas fruta enrojecida.
    Esto sí, que en fin de cuentas el solsticio es en puridad ahuyentar las tinieblas por que se haga paso la LUZ.
    Mira, 'para San Blas, hora y más':
    Vuelta y retorno a los almanaques de Prima-Vera.
    Materia inextinguible.
    Besos

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    1. Manuel Ángel Puentes17 de enero de 2013, 22:37

      Yo me sabía el de "para san Blas las cigüeñas verás volar"; aunque últimamente las cigüeñas ya no se van de los campanarios andaluces y extremeños.

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