Seguidores

domingo, 15 de julio de 2012

SUEÑO

Dormir es morir un poco se dice y es verdad. Esto nos da idea así, por encima, de la profundidad de un hecho tan simple y que se ha ce repetir cada día varias veces. Si se tiene en cuenta, además, que es el menor el que ha de asumir esa sensación de aceptar morir un poco varias veces al día y a lo largo de muchos días en los primeros años de la vida podemos darnos cuenta de la dimensión del capítulo sueño y de las posibilidades de resolución.
Es cierto que los niños terminan durmiendo cada vez pero el mismo hecho de dormir puede tener tantas connotaciones distintas que pecaríamos de ligereza si no nos detuviéramos a ponerle palabras a lo que pasa en esos momentos estratégicos. El primer apelativo al que tenemos que aspirar para hacer que asuman el sueño es el de grato. Es cierto que todos terminarán durmiendo cuando el sueño les venza pero no tiene nada que ver la lección que obtiene un niño que no quiere ceder al sueño y que termina vencido por la vida con una sensación de hostilidad interior al vecino que asume su sueño en paz, normalmente en compañía y con el gozo de sentirse seguro y reconciliado consigo mismo y con lo que lo rodea. Son sensaciones muy distintas y los dos casos que hemos planteado la que irán echando raíces que germinarán y terminarán creando una idea de la vida muy diferente en cada uno. Quiero suponer que esto es fácil de entender y que necesita poca argumentación. Sería mucho más complejo desentrañar lo que se esté cociendo dentro de cada uno a lo largo del tiempo.
No es raro, por ejemplo, que una de las manifestaciones más comunes que la inseguridad del sueño platee es el miedo a la soledad y que los niños reclamen la compañía del adulto a través del cuéntame un cuento, que puede llegar a ser mil, o cántame una canción, que otro tanto, o acuéstate un ratito conmigo, que puede terminar haciendo muy difícil y angustioso para el adulto ese momento de compañía que termina convirtiéndose en un cepo en el que se siente atrapado de mejor o de peor grado y puede que llegue a verse perdido y en manos del pequeño que de ninguna manera va a tener compasión de él porque está demasiado pendiente de sus sensaciones interiores para poder ver más allá de sus narices. Más de una vez les repetimos: “Es que no comprendes nada”, con un criterio muy injusto. Sí que comprenden. Siempre comprenden, pero no lo que nosotros queremos sino lo que a ellos les interesa en cada momento.
Como criterio general está bien que podamos acompañar a los menores en su entrada al sueño, bien a través de canciones, de cuentos o sencillamente tumbándonos un rato con ellos. Lo que no podemos olvidar en ningún momento es cuál es el destino de esa colaboración y cómo de lo que se trata aquí es de que ellos terminen aceptando el sueño como un hecho individual y propio de modo que nosotros podamos en un momento dado salir de su mundo y dejarlos solos que ellos terminen de afrontar su pequeña muerte cotidiana en paz. Si esto no lo tenemos claro desde el principio y cada vez no habremos entendido nada y terminaremos siendo los responsables del sueño y cargaremos nosotros con su miedo y con su inseguridad en cada cosa que les pase. Es cierto que los pequeños nos intentarán involucrar en cada sensación de angustia que experimenten, sencillamente porque somos su paño de lágrimas para todo. Pero es nuestra misión ir poniendo cada cosa en su sitio y que terminen por entender que su vida es suya y que nuestra misión es la de ayudarles no la de vivir por ellos.

4 comentarios:

  1. Has sabido transmitir esa sensación de tranquilidad que relaja al pequeño en su descanso...

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

    ResponderEliminar
  2. Cuando el churumbel descansa, ni te cuento lo que descansamos las/los mamis/papis.
    Bendito sea el sueño. No sé quién dijo que dormir sea morir un poco.
    También, por qué no, dormir es vivir y no poco.
    Bs

    ResponderEliminar
  3. Querido Antonio !! Buenas noches antes de nada, después de un descanso un poco largo me asomo de nuevo por tu casa, me he asomado ( no creas que no ) pero en silencio, ha sido un silencio afectuoso y lleno de cariño. Ahora me acerco a tu ventana y me encuentro con el descanso del dormir :)) que es mucho !
    Sabès ? cuando los niños duermen placenteramente y con felicidad es un descanso para todos :) no cabe duda, para ellos que se relajan y para nosotros adultos que también necesitamos descansar.
    Bueno, no me voy por las ramas, quiero decirte que me ha gustado lo que has planteado esta vez pero quiero decirte que yo he dejado a mi hija dormir con nosotros en la cama desde bebe, ha sido un gozo enorme para nosotros y para ella- y así poco a poco se fue a su camita y a su habitación sabiendo que mamà y papà están cuando ella los necesite, y eso ha ocurrido también con mis nietos y sabes que Antonio ? no nos hemos sentido prisioneros, ni esclavos ni nada de eso, yo y mi esposo hemos gozado con ello y mi hija y su marido también con sus hijos. Creo que simplemente es educación, una forma de educar, cada uno tiene la suya y a veces funciona y otras no- Pero bueno, un niño durmiendo tranquilo y feliz es un gustazo enorme es una gran felicidad para los padres y también para el niño- que dormir es vivir también, sobre todo si se sueña :) y los niños sueñan.
    Disculpa lo que me he alargado pero siempre que te visito me pasa, se me van los dedos en el teclado escribiendote :) es un verdadero placer amigo mío.
    Te envio muchos besos y un fuerte abrazo.

    Aurora

    ResponderEliminar
  4. Hola Antonio.
    Como siempre ha sido un placer leerte.
    Yo soy de las que considero que el buen dormir es imprescindible, por esto no me gusta trasnochar, porque al día siguiente voy como una zombi.
    Mis tres hijos de pequeños, a media noche venían a dormir unas horas en medio de los dos, se entiende que cada uno en su época pues se llevan años.
    He estado unos días fuera, por esto he tardado en comentar.
    Un beso, Montserrat

    ResponderEliminar