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domingo, 3 de junio de 2012

PELIGRO

Hacia el año y medio de vida, si todo ha ido normal, los niños andan ya con soltura. Se encuentran en ese momento con todo un sistema muscular perfectamente vivo y desarrollado, completamente dispuesto a fortalecerse en el siguiente año más o menos hasta que hacia los tres años, siempre orientativo, nos encontremos a los pequeños dominando su musculatura casi por completo y siendo capaces de disponer a su arbitrio de toda su capacidad motora.
Pero en el camino ha habido que atravesar la etapa de más riesgo físico porque los niños han tenido que descubrir a base de errores y de inseguridades hasta dónde son capaces de llegar, cuántos y cuáles son los ámbitos que su musculatura necesita para desplazarse, para subir, para saltar, para correr, para modular su fuerza, para relacionarse con los mayores o con los amigos, para mandar señales de afecto o de desprecio. Un amplísimo abanico de posibilidades que deben ejercitar para alcanzar la destreza física adecuada y la madurez requerida y el dominio imprescindible sobre su propio cuerpo, que no es nada fácil, no por nada sino porque requiere mucho ejercicio y mucha experimentación.
En condiciones normales, conseguir la destreza física precisa es complejo y desde luego arriesgado. Todo es arriesgado y los peligros nos rondan continuamente, pero en la etapa que va de los dieciocho a los treinta y seis meses más o menos, mucho más. Quiero insistir en esto para que se conozca la realidad de las cosas pero en ninguna medida para meter miedo a nadie. La vida nos dota de capacidad y de fuerza suficiente como para superar las dificultades y crecer a pesar de ellas. Lo que sí me parece importante es conocerlas y que los adultos seamos conscientes de que en esta época los cuidados físicos son más importantes que nunca porque lo que está pasando en el cuerpo de los pequeños es que toda su capacidad muscular se está desplegando y eso significa movimiento y riesgo casi continuo hasta alcanzar la destreza necesaria.
Las reacciones de los adultos seguro que son variadas diversas y todas tienen una importancia fundamental en la solución de los problemas del momento y del desarrollo futuro. Los adultos pueden adoptar la actitud de proteger a los pequeños de cualquier peligro para que evitar los accidentes, cosa completamente imposible porque la energía infantil necesita salir y desplegarse, lo que puede producir un conflicto permanente y la posibilidad de que el menor encuentre salidas incontroladas y con mayor riesgo. También puede pasar que los adultos pasen un poco de los niños, encontrando normal todo lo que pasa y permitiéndoles todo tipo de desmanes en un momento en que los pequeños necesitan imperiosamente desplegar sus capacidades musculares pero también tomar conciencia de que existen límites y que los mayores están ahí cerca, entre otras cosas para imponerlos, en base a previsiones de peligro que ellos difícilmente son capaces de prever. Como siempre, la posición intermedia suele ser la más adecuada. Permitirle a los menores que experimenten sus capacidades motoras y ser capaces también, en un momento determinado, de imponer un límite, incluso a riesgo de equivocarnos, cosa que puede pasar en cualquier momento. Esta actitud facilitará que los niños sean capaces de moverse con soltura a la vez que tomar conciencia de que nosotros estamos cerca de ellos y, en un momento determinado, somos capaces de imponerles un límite preciso a esa amalgama de musculatura que ellos están desplegando en ese momento y que les cuesta contener o dosificar porque lo que pretende si se le deja suelta es desbocarse por todos sitios. Se trata de una etapa arriesgada pero emocionante a la vez, que ojalá que todos los niños tuvieran el privilegio de poder vivir.

4 comentarios:

  1. Excelente análisis de esta complicada etapa...

    Mark de Zabaleta

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  2. Esa es la actitud correcta: Atender y entender el desarrollo motriz de nuestros hijos.
    También el de las/los niños a nuestro cargo o tutela. (Con el paso del tiempo, revertida a la inversa...)
    Bs

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  3. Etapa complicada y agotadora que planteas con la claridad y conocimiento habituales.
    Un placer y un abrazo. Antonio.

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  4. Hola Antonio.
    Una cosa es proteger y otra sobreproteger.
    A mi me criaron demasiado entre algodones y esto no es bueno, porque no me dejaron patinar, por miedo a que me rompiera una pierna.
    Lo que dices tu es cierto, lo mejor es el término medio.
    Gracias por toda la información.
    Un beso, Montserrat

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