No sé quién decide que en un momento determinado se hable de unas cosas y no de otras. Sí sé que no es casual y esta semana he podido ver un amplio reportaje en la cadena DIVINITY sobre concursos de belleza infantiles y también una noticia de la tele en la que decía que Francia se está planteando prohibir los concursos de belleza infantiles. Lo he unido con que este tema me tiene negro desde hace ya muchos años y le sumo algún programa autonómico de máxima audiencia con los niños como protagonistas así como una nota de prensa en la que una niña americana manifestaba que iba a dejar de presentarse a más concursos porque, a sus siete años estaba pensando en escribir su biografía. Todo esto mezclado hace que deje el hilo más o menos ordenado en cuanto a tiempo y tome este toro por los cuernos para lanzar una andanada más sobre esta vergüenza de la que, de una manera o de otra, todos participamos.
Este asunto de la explotación infantil es evidente que ha estado presente en todos los momentos históricos, no hay más que pensar en los hermanos Mozart o en los hermanos Schumman, llevados de acá para allá por sus progenitores y mostrados como monstruos de circo para deleite de los poderosos y para alimentar el bolsillo de sus padres. Podríamos poner ejemplos mucho más actuales que todos podemos conocer, sobre todo en el deporte, alguno de cuyos casos hemos podido hasta presenciar sus consecuencias dramáticas en forma de ruptura inmisericorde de la familia directa. En fin, creo que no vale la pena insistir para no alimentar el morbo que estos asuntos tan dramáticos llevan aparejado. Quizá sí convenga dejar claro que el principal motivo del drama estriba en que las víctimas son niños, sobre todo niñas, a las que se les roba la infancia porque han de estar sometidas a juegos de intereses que tienen poco que ver con sus aficiones propias de la edad.
Pero para mi el problema fundamental de estas explotaciones estriba en que son sus familiares directos en la mayor parte de los casos los que las producen y, casi siempre, los que se lucran con ellas. Somos capaces de andar preocupados sobre la explotación infantil en los paises pobres, bien por la extrema miseria en la que sobreviven en muchos casos o bien porque encontramos niños trabajando desde muy pequeños, cinco o seis años, para buscarse la vida. Nos parece dramático y seguramente lo es. Es cierto que esos niños tienen derecho a estar en la escuela educándose y gozar de la vida en los primeros años y acumular experiencias más o menos gozosas que puedan gratificarlos con el mundo que les toca vivir. Pero quién se ocupa de estos seres explotados por sus propias familias sin ninguna razón aparente, desde luego sin ninguna razón de supervivencia, sino por puro afán de notoriedad de sus padres. Por intentar que sus hijos destaquen hasta niveles que ellos no fueron capaces de lograr en su momento y esa frustración los ha mantenido insatisfechos durante años. Incluso hasta peor porque en la mayor parte de los casos nos encontramos con que los hijos, debídamente explotados y forzados sin piedad, pueden llegar a convertirse en los salvadores de los padres y con su sacrificio personal, hacer que el conjunto familiar se convierta en toda una industria floreciente desde el punto de vista económico.
Tanto si es sólo por alcanzar una notoriedad que los padres no tuvieron en su día como por ser la salvación económica de la familia son razones suficientemente crueles y despiadadas para que este humilde maestro siga alzando su voz para que a los niños se les deje ser niños y disfrutar de su vida de niños.
Muy buen artículo, aunque me ha sorprendido la referencia a Mozart. Leopold Mozart, en efecto, educó a sus hijos desde una tempranísima edad como músicos capaces de contribuir al sustento de la familia y de convertirse lo antes posible en servidores a sueldo del príncipe de Salzburgo. Una aspiración lógica y común en su tiempo... Nannerl, cinco años mayor que Wolfgang, ya daba clases de piano a los diez años de edad, y uno de sus alumnos fue su propio hermano. Evidentemente un padre compositor (La sinfonía de los juguetes, muchos años atribuída a Haydn, es suya, ayuda a crear un ambiente "compositor" en la familia...y eran ptros tiempos!
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
Salvo el apunte de 'los hermanos Mozart' (hay que distinguir entre educación y explotación), suscribo por completo cuanto dices. Y en efecto, todos somos responsables de esta atrocidad emparentada directamente con la sociedad de consumo. Lo malo es que al final las armas se rebelan contra uno mismo: Los hijos explotados suelen convertirse a su vez en padres explotadores. La cadena sigue y sigue. Nadie parece dispuesto a romperla por ningún eslabón. ¿Será que no es rentable? A lo peor, sí.
ResponderEliminarUn abrazo,dos, tres...
hola Antonio.
ResponderEliminarSi muchas veces son las misma madres o familiares que sacrifican la infancia de sus hijos/as.
Esto ha ocurrido con artitas españolas, que no tuvieron infancia.
Luego hay madres que consienten operaciones de aumento de busto a sus hijas siendo que aún no se han desarrollado suficiente.
A mi particularmente me gusta que los niños vivan su infancia, como el título de tu blog como niños.
Sabes a mi misma me daria de tortas cuando me acuerdo que con 12 años me cardaba el pelo como la Sra. Simpson de los dibujos animados y quería ser mayor.
Fue el calvario de mi padre que padecía porque no me hicieran daño.
El quería que fuera con trenzas y calcetines y ahora le doy la razón
Sabes a pesar de todo estoy superagradecida pues me protegió de que me hubiera podido pasar alguna atrocidad.
Bueno Antonio, te deseo una feliz semana.
Yo el sábado estuve en Barcelona en un encuentro bloguero si te pasas por mi blog, lo verás con fotografías incluidas.
Un abrazo, Montserrat
Triste e irreconciliable con la lucha por los derechos humanos, seguramente algunos han de seguir jugando;pero otros son verdaderamente explotados.
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com/
Enfuga y remolino, mi ignorancia o mi inexperiencia no me han permitido entrar en tus blos para agradecerte tu entrada y para invitarte a que intercambiemos comentarios, que es mi deseo. Te he dfejado mi imagen donde he podido y desde aquí, terreno que conozco, te conmino a seguir intercambiando comentarios. Un beso
EliminarDe acuerdo Antonio, totalmente reprobable esta actitud y esta clase de explotación infantil. Me duele como madre cuando he visto por la tv a lo que se ven sometidas etas niñas que concursan a esta edad con una inversión de valores, y preocupándose solo por su parte física.
ResponderEliminarMe uno a tu voz de rechazo y también pido que dejen a los niños ser niños.
Te envío un abrazo
es un ESPANTO!!!!niñas/ños prostituidos,por padres, y demas!!!
ResponderEliminarun abrazo buen fin de semana
lidia-la escriba
Buenas noches mi estimado, Te espero en mi blogger tengo algo que quiero compartir contigo.
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