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domingo, 5 de febrero de 2012

EXPERTOS

Alguno de los comentarios de la semana anterior ha aludido a la fuerte dificultad que implica el conocimiento profundo de la psicología infantil y de la cantidad de conocimientos necesarios para desempeñar con solvencia el papel de padres y las grandes lagunas con que se encuentran la mayoría de ellos cuando se enfrentan a la paternidad. Esto no me parece mentira, pero casi lo mismo podríamos decir de cualquier otra destreza que necesitemos en la vida: conducir un coche, limpiar una casa, dar una charla, hacer amigos… Si tuviéramos que esperar a ser expertos en algo para adentrarnos en ese tema estoy seguro que apenas si podríamos movernos ni intervenir en casi cada porque ciertamente, en casi nada somos expertos.


Pero la vida dispone de mecanismos, según los cuales, se nos permite adentrarnos en asuntos de diversa consideración y hasta desempeñar papeles de relevancia sin necesidad de ser expertos específicos en esa materia. Para alcanzar un conocimiento exhaustivo de lo que significa la crianza de un hijo y para ser capaces de conocer en profundidad todo el contenido que ese proceso lleva aparejado nos faltaría vida, lo que quiere decir que casi nadie pasaría el corte de idoneidad para ser padre. Afortunadamente, la vida no es sólo un cúmulo de conocimientos para enfrentarnos con los asuntos vitales que la componen. Sí que es verdad que hace falta una cierta disposición y una actitud de entereza y decisión que nos permita, con el respeto y la humildads debida, afrontar una complejísima gama de dificultades con el sólo vagaje la mayoría de las veces, del sentido común, que es algo más universal y no está ligado directamente a la cultura.


Desde el aporte que nos ofrece el sentido común no estamos preparados para resolver todas las dificultades que, por ejemplo, la crianza de un hijo nos plantea, pero seguro que disponemos de ánimo suficiente para encararlas, para resolver la mayoría de ellas, que suelen sen sencillos aspectos de la vida cotidiana y reclamar asesoría para aquellas dificultades que nos superan porque sí que precisan una preparación técnica que la mayoría de nosotros no tenemos. Afrontar la paternidad, como cualquier otra dificultad importante de la vida lo que requiere no son conocimientos, que también, sino una actitud decidida para cargar a las espaldas el contenido de esa decisión y afrontar las dificultades que nos vaya planteando con responsabilidad, conscientes de que la mayoría de las soluciones que precisan están a nuestro alcance.


En ningún caso quiero que se me entienda como que intento desprestigiar la cultura, ni para la paternidad ni para cualquier otra adquisición fundamental. Para nada. La cultura nos ayuda a entender mejor las dificultades que la vida nos va planteando y nos dota de instrumentos que nos pueden ser válidos para afrontar las solución que esas dificultades precisan. Pero sí quiero insistir en que la cultura no es lo fundamental y casi siempre tiene más valor real una actitud valiente ante los retos que lleva implícitos el hecho de vivir, la paternidad es uno de ellos pero existen muchos más, y caminar con paso decidido, conscientes de que somos capaces, asumiendo al mismo tiempo que nos vamos a equivocar muchas veces y que eso no tiene que paralizarnos. Al contrario, tiene que invitarnos permanentemente a aprender y a superarnos ante cada dificultad, con lo que, si no vamos a lograr conocer todo lo que necesitamos, sí que vamos a conseguir un vagaje vital y un equilibrio que nos permita sentir el paso por este mundo como algo grato y constructivo y dejar esa huella para los que vengan detrás de nosotros.

3 comentarios:

  1. Y sabes qué ocurre? Que el afán por ser expertos en todo puede conducirnos a no dominar nada.
    O como el refrancico ese, tan oportuno:
    "Para todo valgo, para nada aprovecho"
    Claro que no hay excusa para intentar prepararse cuanto más, mejor, en cualquier cometido a que nos apliquemos.
    Muy requetebién, Antonio
    Besos

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  2. Aprender viviendo... pues tienes razón, Antonio, si decidiéramos esperar hasta que nos sintiéramos "diplomados" para ser padre, se acabaría la especie. Eso sí, ya que no diplomados, sí deberíamos de ser lo suficientemente humildes para pedir consejo cuando lo necesitemos, y no creer que "como mi hijo es mío, lo educo yo y punto", porque a veces se mete la pata hasta la barriga, vamos.
    Un abrazo.

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  3. ¡Error!
    No hay excusa para no intentar...

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