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domingo, 21 de agosto de 2011

ANDAR


Si tuviéramos que ser examinados por lo que tardamos, por ejemplo en andar por nosotros mismo, seguro que llevaríamos un suspenso en s de comparación con la mayoría de los mamíferos, que andan sólos a las pocas horas de nacer. Afortunadamente para nosotros, ese no es el único baremo con el que nos podemos medir con relación al resto de los de nuestra especie. Se sabe que nuestro cerebro es bastante mayor que el resto y que sus procesos madurativos son mucho más complejos que los demás y necesitan más tiempo en elaborar esquemas de comportamiento.


Pero dejando los procesos físicos aparte, la verdad es que tardamos aproximadamente un años en desplazarnos por nosotros mismos. Del mismo modo que es verdad que nuestos mayores no contribuyen demasiado a facilitarnos nuestra capacidad de movimiento. Es más, la mayor parte de las veces lo que hacen es colaborar a que nuestro proceso de autonomía se retrase y hasta se dervirtúe porque nuestras necesidades se ponen en segundo o en tercer lugar y priman las de ellos. Bien asumen que han de cargar con nosotros para sus desplazamientos en tiempos en los que podríamos hacerlo nosotros, en todo o en parte, o nos desplazan en carritos en los que aprendemos a conseguir las cosas sin esfuerzo y a vivir por encima de nuestras posibilidades, dependiendo naturalmente de lo que quieran hacer con nosotros.


No conviene ciertamente que nos anden apremiando a que nos pongamos de pie antes de tiempo. A veces, sencillamente nuestros huesos no disponen aun de suficiente dureza para sostener nuestro peso y terminan arqueándose y, o bien se quedan así para siempre, o han de ser sometidos a procesos de rehabilitación dolorosos y largos innecesariamente. Pero cuando somos capaces de mantenernos de pie sí que necesitamos tiempo para movernos y para desplazarnos porque nuestro comienzo es muy lento y nuestros titubeos son largos hasta alcanzar la destreza suficiente que nos permita desplazarnos con niveles aceptables de seguridad.
Ese proceso de afianzamiento y endurecimiento de ls huesos a fin de conseguir la seguridad de movimientos suficientes se convierte en un proceso muy difícil porque casi nunca los adultos disponen del tiempo suficiente para ofrecernos y, o bien quedamos abandonados a nuestro albedrío más tiempo del necesario, con el consiguiente peligro para nuestra seguridad, o bien se nos mantiene en situación de dependencia y adheridos a los adultos más tiempo del necesario, con el consiguiente retraso madurativo y con la conciencia cde que muchas de nuestras dificultades se nos von a resolver desde f uera sin que nosotros tengamos que esforzarnos en ello sino sól esperar.


Comprendo y he experimentado en propia carne acompañando a mis tres hijos, mas todos los que he tenido que acompañar profesionalmente, en sus lentos desplazamientos y en sus larguísimos tanteos de cada elemento con el que si iban encontrando, esperando que lo tocaran, que lo examinaran, que calibraran su textura, que probaran todo tipo de equilibrios… y todo eso a su ritmo, de manera que fueran ellos mismos los que fueran comprobando las dificultades que existen y la mejor forma de superarlas con arreglo a sus posibilidades.
Ya sé que casi se haría interminable si el proceso sólo estuviera pendiente de las necesidades de los pequeños, pero tenemos que entender que son ellos mismos, en primera persona, los que necesitan vivir estas sensaciones y dar con los cauces der salida de lo que la vida les demanda y que, por mucho que nosotros les digamos, hasta que ellos no lo experimenten en primera persona, los aprendizajes no se habrán producido.

9 comentarios:

  1. Buenos días Antonio:
    Como siempre aprendo de tu blog.
    Yo hice bastante uso del parque pues, los metía ahi dentro y sabía que no corrian peligro y
    yo podía ir haciendo mis tareas.
    Que tengas una buena semana
    Besos, Montserrat

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  2. Excelente tratamiento de un tema que, sinceramente, nunca había retenido mi atención, pero que ahora lamento no haber conocido antes...

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  3. Hola querido Antonio !

    Interesante como siempre lo que escribes, y muy sabio.
    Siempre me ha gustado que los niños experimenten, que toquen, acaricien, sientas las cosas. Claro que eso lleva tiempo y mucho esfuerzo, y por supuesto una paciencia infinita - pero sabes una cosa Antonio ? tengo una enorme paciencia con los niños ( con los niños mas que con nadie :) ahí mi paciencia es infinita- he pasado tiempo viendo como mi hija, ni nieta ahora miraban con enorme curiosidad como paseba una hormiguita, como subía por la hoja, como comía nuestro perro- mi nieta siempre dice- Lo quiero hacer yo !!!! yo sola !!!! tiene tres años, recién cumplidos- y claro, tiene que experimentar con nuestra cabeza de por medio :) y uno queda agotado al final del día pero con una satisfacción tan grande y un lleno de felicidad tan intenso que ...bueno, tu ya sabes, al igual que yo lo que es eso-

    Hermoso post amigo mío ! gracias por compartirlo y procurarnos atención :)

    Un beso y un fuerte abrazo

    Aurora

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  4. Sobre esta entrada pienso que si al niño se le deja vivir el proceso madurativo que culmina en el caminar, todo irá bien. Hay que dejarle reptar, trepar, gatear, ...para que al final sus músculos y sus huesos estén preparados para ponerse de pie y "vencer" a la fuerza de la gravedad con un tono muscular apropiado.

    Un abrazo
    Mercedes

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  5. He estado leyendo tus dos entradas anteriores. Es probable que tengas razón en tus análisis, pues estos vienen de la observación y el estudio que tu profesión te ha dado, pero en lo que si coincido totalmente es que a cada hijo, ocupe el puesto que ocupe, debe tratársele como "único" a pesar de los condicionamientos que inevitablemente se dan.

    Otro abrazo
    Mercedes

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  6. estoy de acuerdo contigo , con tu repaso y con el comentario de Mercedes.
    Lo que pasa es que siempre se corre el riesgo de que los asuntos de educacación, que no sea la de nuestros propios hijos, se desvíen de nuestra intención.
    Una cosa es cierta y válida: El amor y la educación son bondades universales: Nos pertenecen, por tanto.

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  7. ¡Autocorrección!
    E D U C A C I Ó N, (sin ca)
    Disculpa el desliz

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  8. Hola, Antonio, me he venido a otro de tus blogs y esta entrada me ha parecido magnífica para quienes tengan chiquitines. Yo aún no tengo, pero tomo nota de cuanto dices. Se ve que eres una pesona muy atenta a las necesidades de los niños para que crezcan sanos y felices, amén de un excelente novelista.


    Te dejo un gran beso y mis mejores deseos para la semana y por cierto, en breve publicaré un poema ilustrado con un cuadro de un pintor de talla internacional, un amigo muy querido, que reside en Granada, y que será una imagen neoimpresionista de ese Patio de los Arrayanes que veo en tu foto, donde por cierto, estuve en mi viaje de novios, durante el cual recorrí Andalucía.

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  9. Ah, el autor de ese cuadro que te digo, es el mismo que el del cuadro de jazmines que ilustra el poema que me has leído hace unos días, es Andrés Rueda, abulense afincado ahora en Granada y que pinta de maravilla.

    Otro besito, Antonio.

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