Los primeros años de la vida de un menor se desenvuelven como si se tratara de un volcán que vomita imparable deseos, tanteos, iniciativas, planes, intentos, propuestas…. Todo ese conjunto de señales son los indicadores de que esa persona está viva y quiere participar de la vida. Fácilmente se puede colegir que por sí sólo, el conjunto de intentos están abocados a la dispersión y a no poder orientar en una dirección concreta, aspecto imprescindible para que esas energías invertidas tengan sentido.
Esa es la labor que le compete al adulto que ese menor tenga de referencia. La función del adulto es la de aportar cauces de salida a todas esas energías más o menos informes, que los menores dejan salir de su interior, a través de las cuales se van definiendo y no van diciendo quiénes son y qué les motiva o les mueve a comportarse de una manera o de otra.
Ellos siempre se van a resistir a entrar por un cauce, sea el que sea. Lo que quiere decir que en cierto modo tiene que ser nuestra presión la que les va haciendo salir y andar no por donde ellos lo harían de manera espontánea, sino por donde nosotros le proponemos. La realidad hace que las relaciones se conviertan e un juego de fuerzas, las de los menores y las de los adultos, que normalmente empujan en direcciones distintas o contrarias y que ha de encontrar un cauce que sea asumible por ambas partes para que permita a los pequeños expresar su manera de ser y a los mayores garantizar unos cauces seguros y adecuados que los pequeños puedan reconocer y valorar.
En ese juego de presiones cabe, y de hecho se da continuamente, los errores. Todos se pueden corregir y pedir las correspondientes excusas, cosa perfectamente saludable y enriquecedora para todos. Lo que suele matar el desenvolvimiento de lo que hablamos es la duda por parte de los mayores. La duda hace que los papeles se uno y otro se desdibujen y acaben, por ejemplo, los niños pensando que las cosas que ellos planean se deben desarrollar como ellos piensan y que la labor de ls adultos no es otra que la de hacer de criados de ellos para faciltarles l que les vayan pidiendo en cada momento.
Si un pequeño pide algo, le decimos que no, se pone a chillar y al rato nos rendimos para no oirlo y se lo ofrecemos, esa es la señal más clara de por dónde no debemos caminar con los niños. Es preferible, si uno cree que no va a poder soportar la presión, darle lo que pide desde el principio, antes de entrar en el juego de las presiones, a esperar que empiecen y hacer que los niños se salgan con la suya por la fuerza de sus caprichos. Lejos de conseguir personas satisfechas por el hecho de haber cumplido a base de chantajes una serie de deseos, curiosamente lo qe conseguimos es tener junto a nosotros unos menores dispersos, antojadizos e insatisfechos siempre porque no sienten junto a ellos esa seguridad que le debe de aportar la fuerza normativa de los adultos.
Seguiremos aportando ejemplos de lo que hablamos porque son la esencia de la educación. En principio lo que sí podemos asumir es que la duda mata a grandes y a pequeños. El error es humano y todos cometemos errores, pero se pueden corregir siempre. El verdadeo medo no tiene que ser a equivocarnos sino a no decidir, porque decidir es nuestra función y debemos ejercerla.
Muy bien dicho y explicado!. felicidades Antonio.
ResponderEliminarPues sí Antonio, todos nos equivocamos pero lo mejor es que tenemos la capacidad de corregir.
ResponderEliminarCuántas veces me he preguntado en qué me he equivocado cuando he educado a mis hijos y es que los queremos perfectos....porque en el fondo no son niños malos, unicamente perezoso para el estudio el más pequeño, pero espero que madure.
Me encantan tus entradas porque nos haces pensar.
Un beso
Hola Antonio querido !
ResponderEliminarUno debe seguir su corazón, ahí, es donde esta todo- A veces si piensas demasiado entra la duda, las dudas, sobre todo en la educación de los hijos- el corazón te dice lo que debes hacer- los errores ? existen claro, somos humanos- donde esta la perfección ? que es ? el amor lo rige todo, o así debería ser- no tener miedo a mimar a nuestros hijos, que hay de malo en ello ? si lo hacemos con el corazón y con nuestro amor- si pensamos esto no , aquello no, el otro no, así se criara mal, así también, donde hay un libro perfecto para la educación de los hijos ? la rigidez es terrible, eso genera dudas, miedos- ser flexible es bueno, enseñar desde dentro, con sentimiento, la autoridad debe ser con amor- bueno, quizás me he alargado demasiado, disculpa Antonio, pero tus post me hacen pensar, me encienden el corazón :) y eso es maravilloso-
Muchas gracias !
Un beso
Aurora
Antonio, gracias por tu comentario. Volveré para leerte con detenimiento.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Andri
Hola, ya estoy de vuelta.
ResponderEliminarEs cierto lo que dices. Lo peor en el adulto es no decidir. La duda genera mensajes contradictorios ("ahora no, ahora sí") , lo cual es pernicioso para el niño. Es peor no tener referentes que un referente "equivocado".
Como siempre, tus entradas son muy instructivas y educativas.
Un abrazo
Hola Antonio estoy encantada de conocer este espacio.
ResponderEliminarMe pareció excelente esta entrada.
El miedo a los hijos,la flexibilidad en el establecimiento de límites,la duda,van modelando niños tiránicos,inseguros, demandantes.
No existen recetas ni fórmulas para educar. Por el contrario, la puesta de límites es una construcción que se hace día a día. Tiene que ver con la convicción que los padres y las madres tienen respecto de lo que quieren de sus hijos.
Esta crisis en la autoridad es una problemática que no solo afecta a los padres sino también a los maestros.
Un beso.