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domingo, 10 de julio de 2011

CELOS

La primera persona pequeña que llega a la famila se encuentra con una serie de particularidades, unas positivas o favorables y otras negativas o adversas. La más destacada de las positivas es que todo es suyo: tiempo, espacio, personas… No tiene competencia por ningún sitio. Tiene a todos a su servicio y puede disponer de todo lo que ve a su antojo porque parece que todo está pensado y dispuesto para ser utilizado a su criterio. En principio este estado de cosas puede leerse como favorable pero el tiempo y la experiencia de la vida le irá convenciendo dolorosamente de que la realidad es un poco más compleja de lo que parece en un principio.


Un buen día, sin saber cómo ni de donde, después de haber pasado un raro periodo en el que ha visto a su madre engordar hasta deformarse y aguantar una serie de conversaciones sobre un supuesto hermano que va a venir a casa donde él reina a su antojo, al que habrá que querer y que cuidar porque será muy pequeño y necesitará del afecto de todos, sobre todo de él, que tendrá que portarse muy bien con él y llamarle hermano, su madre desaparece sin avisar durante varios días y cuando vuelve, resulta que no vuelve sola sino que trae en un cesto un nuevo inquilno que se instala a vivir con nosotros y que, según comentan, se queda para siempre llevándose consigo la atención, sobre todo de su madre, pero también de los demás miembros que, hasta el momento no hacían otra cosa que reirle la gracia.


En un principio, no se lo puede creer. Les sigue la corriente a los demás tocando y sonriendo al recién llegado para que nadie lo pueda acusar de mal hermano o de mala persona en general. Lo que pasa es que los días se suceden y la situación no cambia. Al contario. Todo hace pensar que la verdad es que se tiene que ir olvidando de una serie de vivencias y de atenciones que eran suyas en exclusiva y aprender que, a partir de ahora se tendrá que apañar con lo que le quede prque el primero de la fila ahora es el recién llegado. Y eso ya no lo puede soportar.


Empieza entonces para él una guerra a muerte en la que tiene que procurar que los demás crean que verdaderamente quiere a su hermano, pero que tiene que encontrar cualquer fórmula para hacerlo desaparecer. Si no puede conseguir eso, que es lo que desea, al menos tiene que procurar ocupar el mayor espacio posible y hacer que al nuevo le suceda lo contrario. Y lo que le resulta más doloroso es que sus padres no colaboran para nada en este cometido. Más bien al contrario. Parece que están en contra de él y a favor del intruso, con lo que su guerra está llena de dolor y desesperación porque ha de llavarla a cabo, incluso contra sus padres, que son lo que más quiere y de los que depende.
Esta situación no tiene cura. O la admitimos desde el principio los adultos y aprendemos a vivir con ella y a encontrar fórmular que amainen la desesperación del primogénito y le vamos procurando salidas razonables en las que se sienta aceptado hasta que la vida le ofrezca alternativas afectivas con los amigos, o lo que tendremos en la casa será u ser lleno de frustración y de rencor que intentará pagar en cualquier momento con el primero que se le ponga delante. Sobre todo con quien se comporte con él como si no pasara nada, como si todo fuera un capricho suyo.

4 comentarios:

  1. Hola Antonio
    Me pasó en casa, mi hija lo vivió muy mal. Nació el pequeño y ella no quería no mirarlo, no comía y cuando lo hacia se ponía a vomitar como una loca. Consulté con el pediatra, porque lo que menos soporto es que las personas sufran y menos mi hija...total que el médico me aconsejó que no le hiciera mucho caso, que cuando no quisiera comer que la dejara y así fue...se le fue pasando pero tanto ella como yo lo vivimos muy mal. Ahora creo que es al contrario, es el pequeño el que tiene un poco de celos de la hermana pero se quieren tanto que se pelean continuamente pero no pueden pasar el uno del otro. Me gusta verlos abrazados o apoyándose mutuamente.

    Un beso

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  2. Hola querido Antonio !

    Todo esta en la educaciòn, los celos nacen cuando de repente y sin apenas explaciòn aparece un "intruso" y nos quita el lugar preferente- Pero eso no es asi, si los padres, abuelos ( sobre todo padres ) han enseñado al niño/niña a querer a ese hermanito/a que aparecera.
    La enseñanza viene desde el momento en que mamà sabe que va a tener otro niño, cuando crece la barriga el niño debe participar de ello, aprender a querer a ese hermanito que vendra-
    He tenido hermano, lo he amado desde el principio, y lo amo, nieto, nietos. La educacion, sobre todo el amor lo puede todo-
    No es fàcil, para nada la educaciòn de los hijos es una tarea dificil y laboriosa, pero tiene tantas alegrias si sabemos hacerlo con amor y entrega que los celos dejan de existir, por que no hay motivo para ello.

    Un besote grande amigo mio

    Aurora

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  3. Totalmente de acuerdo con Aurora.
    Pero hay más:
    Nos quedamos tan anchos achacando todo el desajuste a los celos. Cuando lo que subyace es que los propios padres, por desconocimiento bien es verdad, no han sabido abonar el terreno adecuadamente con el hermano/a que va tener que repartirse en adelante, y a perpetuidad compartiendo casa, padres, caricias, atenciones, vigilancia y amor.
    La Pedagogía Moderna (ver autores desde Piaget o Montesori) no considera los celos en los niños, sino más exactamente en los padres, celosos por su tarea educativa, mejorable.
    Un abrazo grande, Antonio

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  4. Creo que los padres tienen que estar muy pendientes del primer hijo cuando llega el segundo. Creo que si el primero no se siente abandonado, siente que también se está pendiente de él, la relación con los padres y el hermano será sana.

    Un abrazo

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