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domingo, 3 de julio de 2011

AGRESIVIDAD

La comunicación sensoral tiene su escala de acercamiento y no es casual que cuando hablamos de los sentidos digamis vista, oído, olfato, gusto y tacto. Siempre he pensado y lo sigo pensando hoy, que la comunicación sensorial es como círculos concéntricos cuya extensión es inversamente proporcional a la intensidad, de manera que tendríamos la visa como el más extenso y superficial y el tacto como el más cercano e intenso.


Desde ese parámetro podemos ver cómo la relación con los más pequeños es fundamentalmente tactil. Intervienen todos los sentidos, pero la prevalencia del tacto es abrumadora. Por otras razones, la relación tactil es hegemónica también, por ejemplo entre los ciegos, pero eso es asunto distinto que un día puede que toquemos. Lo que vengo a afirmar es que el tacto es el rey cuando estamos con los pequeños. Con fracuencia, producto de esa relación la agresividad se manifiesta en toda su simplicidad en forma de golpes que el bebé nos infringe y que nosotros no sabemos muy bien cómo reaccionar ante ellos. Unas veces no le hacemos caso, como si no se hubieran producido. Otras, en cambio, somos capaces de reaccionar de manera violenta, como si el pequeño fuera consciente de lo que significa un golpe. Pronto nos damos cuenta de que esto no es así y de que ls pequeños no entienden nuestras reacciones violentas.


Para los pequeños, insisto una vez más, la relación corporal tiene una hegemonía que ls mayores hemos perdido y que tántas veces añoramos sin remedio. Esto quiere decir que los niños pueden ofrecer respuestas corporales con mayor frecuencia que los adultos y es casi normal que, en un momento determinado un bebé nos propine un golpe por cualquer razón. En ese caso, que suele ser muy frecuente, tenemos que medir nuestra reacción, sobre todo para que sea entendida en su justa medida. Ni debemos hacer como si no hbiera pasado nada, porque es verdad que hemos recibido un golpe, pero tampco sería justo asociarle al pequeño un nivel de intencionalidad como si fuera un adulto, porque sencillamente no tiene capacidad para tanto y estaríamos dando palos de ciego.


Tenemos que responder de manera proporcional. Primero, enender que se trata de una reacción normal de protesta, de rechazo o de disconformidad a la que el niño tiene derecho, pero también es cierto que hemos de hablar con él y explicarle que esa no es forma de reaccionar y qe n o le vamos a permitir que se siga relacionando con nosotros de esa manera. Y lo que me parece más importante, después de explicado, el niño debe ver que eso que le decimos no son sólo palabras, sino que estamos dispuestos a cumplirlo. De no ser así, él aprenderá que lo que decimos no tiene valor y que puede seguir dándonos golpes cada vez que se le antoje porque se lo vamos a tolerar. Podemos y debemos explicarle que no debe hacer eso, pero a la vez podemos alejarlo de nosotros para que vea que, en efecto, no se lo consentimos e, incluso, hasta explicarle cómo sería la cosa si nosotros nos comportamos lo mism con él, a travé de un ejemplo lo que puede llevarle al ánimo las consecuencias de esos golpes que nos dan.
Necesitan nuestra enseñanza siempre, tanto en los mmentos gozosos para encontrar formas variadas de comunicación del afecto, como el los momentos de hostilidad y dersacuerdo, por la misma razón y con el mismo objetivo. Los pequeños no son ángeles, es verdad, pero tampoco son diablos.

6 comentarios:

  1. Buenos días :
    "Tiene la tarara un vestido blanco, con lunares rojos para el jueves Santo", me ha encantado la inerpretación de Alicia Larrocha.
    Y más aún todo lo que nos explicas sobre las expresiones tactiles de los niños.
    Recuerdo que mi hijo mayor de pequeño me daba patadas.
    Cogió celos del mediano, y una vez le di una zurra en el culo, sin hacerle daño, para que supiera que no estaba bien lo que hacia.
    Cuando ya supo comprender le dije que las patadas solo las dan los borricos y el era una persona.
    Para que negarlo a veces me sacaba de mis casillas.
    Cuando nació yo tenía 21 años.
    La verdad es que es todo una carrera que no termina nunca, aprender el trato con los hijos, primero niños, después adolcentes, más tarde adultos.
    Ha sido un placer el leerte.
    Un abrazo, Montserrat

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  2. Eres capaz de "hacer fácil, lo difícil.
    Todas tus entradas encierran una gran sabiduría sobre la educación infantil.
    Es increíble, este blog es "un manual" para padres y educadores. Más personas deberían conocerlo. Es una gran labor la que realizas.

    Un abrazo

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  3. Sin duda si siguiéramos al pie de la letra todo lo que nos dices, en el futuro habría mejores personas, mucho más humanos y más comprendidos.

    Un fuerte abrazo.

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  4. Hola guapo,
    paso
    para desearte un muy feliz verano y maravillosas vacaciones.besitos

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  5. Recuerdo ahora cuando mis hijos me tiraban del pelo o cuando se enganchaban a los pendientes...claro que hacen daño, pero, como bien dices, es algo inconsciente y por tanto hay que explicarles el sentido de lo que han hecho. Es muy complicada la tarea de padres, siempre lo dije y ningún bebé viene con libro de instrucciones.
    Me gusta leerte porque me haces recordar tiempos pasados, cuando mis hijos eran unos críos...ahora la cosa es más complicada y muchas veces desesperan porque no sabes por donde salir.
    Muchas gracias Antonio por ese gazpacho fresquito y ese frito de pescado, jajaja.

    Un beso

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  6. Un post para el deleite, para saborear y aprender. Me ha encantado. Un abrazo.

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