Estamos
pasando una época muy poco edificante. No caeré, de todas formas, en la
simplicidad de endiosar los ochentas o los noventas, como se suele hacer con
excesiva ligereza. El juego de que cada opción política defienda lo suyo y sea
capaz de argumentar lo que estima oportuno como si se tratara de la verdad
absoluta y anulara a las opciones distintas a defender otras ideas con el mismo
derecho. Los que mantenemos una cierta memoria del pasado reciente podemos
argüir con facilidad que “cualquiera
tiempo pasado, no fue mejor” y podríamos demostrarlo sin mucho esfuerzo con
ejemplos concretos. También seríamos capaces de creer que personas de otras
opciones no crean explicaciones que no sean las suyas por más argumentos que se
les pongan delante. Y es que nos cuesta entender que lo que yo pienso no es la
verdad sino sólo una parte de ella. Y no sólo eso sino que el de enfrente, ese
con el que polemizo de manera encendida, lleva en sus argumentos otra parte de
la verdad, por más que me pese. Es más, que no habrá forma de entenderme con
quien no piensa como yo mientras no acepte sus razones como válidas lo mismo
que las mías, sin que ninguno de los dos perdamos nuestro derecho a discrepar
porque la verdad tiene que incluirnos a ambos.
Ejemplos
del momento actual que configuran desavenencias que nos mantienen en conflictos
encendidos pueden ser los derivados del señor Trump y su argumentario de cada
día para demostrar que lo que él dice es lo que vale en cada caso, y nos lo
demuestra exhibiendo su firma en los decretos que su equipo le prepara como
verdad absoluta, que no lo es. Tenemos al señor Putin emperrado en tomar
Ucrania con el argumento inicial de la desnacificación que, después de años de
conflicto, que parece el cuento de nunca acabar, ya presume con haber
conseguido toda la región del Dombás cuando en el origen nos vendió que
resolvería el conflicto en una semana. Algo parecido le pasa a Israel con Gaza.
Estas tres quimeras que hoy están en plena ebullición parecen los más vistosos del
panorama internacional, aunque no los únicos.
Dentro
de nuestro país nos sucede otro tanto: Entre si la legislatura se termina o
permanece, si el Fiscal General es culpable de haber filtrado los supuestos
delitos de la pareja de la señora Ayuso o no, o de si el señor Mazón se hace la
víctima de la Dana del 29 de octubre de 2024 mientras se niega a informar de lo
que hizo en la tarde del desastre que se llevó por delante 229 vidas humanas
mientras que él comía, tan ricamente con la periodista Maribel Vilaplana a lo
largo de más de cuatro horas. Después de todo un año de conflicto, los
familiares de las víctimas han logrado que dimita de su cargo y estos días
estamos a la espera de ver si alguien lo
va a sustituir como quiere él y la derecha, o se da paso a un adelanto
electoral como le reclaman los familiares de los fallecidos más toda la
izquierda en bloque. Estos contubernios,
que podrían ser desavenencias propias de las distintas maneras de ver la
realidad por la que transitamos, se revuelve
cada día y nos excita a unos y a otros a base de argumentos encontrados
sobre si son galgos o si son podencos, sin que ninguna de las opciones
encontradas dé su brazo a torcer porque detrás de los relatos de unos y de
otros se encuentran las verdaderas razones
que los mueven y todos esconden al adversario.
Con estas pugnas, vivas en todo momento, parece como si el país estuviera sumido en una permanente campaña electoral que, para el conjunto de la población los desmotiva, cada día un poco más. Parece que vivimos en dos países distintos. El oficial, que se manifiesta permanentemente encontrado, a base de argumentarios cada día más excitados pero inoperantes, mientras que la gran mayoría de la población vive su vida como va pudiendo, con un nivel de paro que no se conocía desde 2007 pero con unos problemas de vivienda importantes, sobre todo en las grandes ciudades que no terminan de afrontarse con la profundidad que el asunto necesita.



Bueno pues, diría mi abuela, si por allá llueve por acá no escampa. Visto un poco los diferentes gobiernos con su contenido de divisiones, que derecha e izquierda y los que sobran... en lo personal veo que este actual gobierno a la cabeza de un lunático que en cada participación o alocución parece caerse de todo lo que consume, y cuando aduce unas cifras que ni el más torpe se las cree, quisiera pasar esa página tan veloz como una siesta pero ante la persistencia de la decadencia nacional, leo y leo biografías de los diferentes candidatos que ya se creen o de esta página, la mas cruel de mi vida conciente ,me resulta muy favorable cualquiera otro gobierno.
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