Una
vez que vamos acotando las dimensiones del desastre en Valencia, lo que llueve
ahora no es agua sino argumentos. Quien es el que apechuga con la
responsabilidad principal, qué hizo cada quién el fatídico 29-0 y dónde estaba
cada uno en las horas clave. Volvemos a la fuerza de los relatos de cada bando
y queda de manifiesto el conflicto radical entre PSOE y PP, que parece que no
tiene cura, al menos por el momento. Se ha tratado de ofrecer a la gente un
responsable de cada bando: Mazón y Teresa Rivera. Uno en Valencia y otra en
Bruselas. Más de una semana a pedrada limpia los discursos del uno contra la
cabeza del otro. La gente parece que se inclina porque sea Mazón el principal
culpable porque Teresa Rivera parece que ha quedado confirmada como
vicepresidenta primera de la Comisión Europea, a la derecha de Úrsula von der Leyen,
después de un poco edificante escándalo dialéctico entre los dos contendientes
en Bruselas, como en un negro cuadro de Goya. Suma y sigue.
El
siguiente paso ha sido la negativa de Mazón a dimitir como le exige el pueblo
en la calle y propone a un par de generales como vicepresidente y ayudante para
la restauración, pasando por alto las responsabilidades políticas exigidas, que
quedan pendientes. Da la sensación que la hoja de servicio del titular tiene un
importante peso específico internacional si no fuera por algunas alusiones a
que su gestión, según afirma, pretende separarla por completo del conflicto
político latente entre las principales fuerzas políticas y uno se pregunta, sin
entrar en la idoneidad o no de su capacidad, si los representantes del pueblo
no tienen nada que decir en todo lo que queda por hacer, por ridículo que nos
pueda resultar el permanente conflicto en el que andamos, ¿nos va a resultar
más razonable su criterio individual, por muy respetable que sea?. No parece
lógico que alguien se inmiscuya por encima de los legítimos representantes para
que su criterio se imponga sin los imprescindibles consensos políticos.
Reconozco
que el panorama en vigor ofrece una imagen muy poco edificante, pero nuestra experiencia
con los salva patrias tiene raíces suficientes como para que nos echemos a
temblar, sólo de pensarlo. Quiero insistir en que se trata de una cuestión
metodológica. Puedo respetar la idoneidad de las personas propuestas, que no
conozco de nada. Tenemos que pensar que la restauración que se plantea es de
tal importancia que no sea posible saltar por encima de las miserias políticas
del momento porque los procedimientos en democracia son esenciales. Todos los
respetos personales que se quieran, pero la convivencia tiene espinas que no se
pueden obviar, como las rosas. Es muy desesperante ver a nuestros
representantes tirándose los trastos a la cabeza como si fueran disputas
infantiles, pero nuestro futuro está en sus manos porque así lo hemos votado y
los acuerdos necesarios no pueden ser monedas de cambio por criterios
personales, por muy autorizados que sean.
Nadie dijo que la distancia más corta entre dos puntos fuera la línea recta, aunque lo parezca. Todos los esfuerzos para la reconstrucción, seguramente van a resultar insuficientes, dada la enorme dimensión de la empresa, y cualquier iniciativa puede ser válida, pero siempre que se incluya en el conjunto a través de conducto reglamentario, aceptando que no hay nada ni nadie por encima de la representación popular. Cualquier poder o iniciativa ha de aceptar esa norma de convivencia sin que las dificultades del día a día sean excusa suficiente para soslayar los procedimientos homologados. Imponer cualquier atajo puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Es más, las miserias coyunturales de la actividad política, que tantas veces nos abochornan, pueden complicarnos la vida a corto plazo pero el futuro es muy largo y tenemos que mirar a lo largo para no tener que avergonzarnos mañana de algunos deslices posibles que podemos evitar hoy. La política no es despreciable, aunque a veces nos lo parezca, sino compleja, a veces hasta la desesperación…, como la vida.
superado todos los límites, pero se superan a sí mismos. Da igual de dónde y de qué partido. Lo más asombroso, es que, o estamos anestesiados, o la simple supervivencia no nos da para más... Y no tenemos fuerzas ni tiempo para echarlos a todos a los leones. O porque sabemos que será un desgaste inútil. En cualquier caso, deprimente y desesperanzador.
ResponderEliminarGracias por tu excelente crónica y criterio, mi niño.
Feliz domingo.
Un fuerte abrazo 🤗