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domingo, 14 de octubre de 2018

PRIORIDADES



         Parece cruel pero hemos tenido que esperar hasta 2018 para que los políticos se hayan comprometido en ofrecer una plaza escolar pública de 0 a 3 años a cualquier familia que lo solicite. Ni siquiera sabemos cuánto puede significar de gasto este servicio porque jamás se ha experimentado. Es terrible en las condiciones en que están viviendo y creciendo los menores de 3 años. Disponen de una plaza escolar pública alrededor del 20% de los que lo solicitan. El resto pasa su tiempo en brazos de abuelos, algún familiar caritativo, con sus padres si no trabajan o en cuchitriles sin muchas condiciones de habitabilidad porque la administración no ha podido ponerse muy seria en cuanto a las condiciones que debe exigir a los locales que abren sus puertas porque hasta el momento no ha considerado prioritario hacerse cargo ella misma de este profundo problema social. Hoy se acaba de declarar la intención de hacerlo si por fin se logran aprobar los presupuestos que se están preparando para el año próximo, que ya veremos.

         Todo es cuestión  de prioridades. Los gobiernos administran el dinero de todos y pueden dedicarlos, por ejemplo a salvar los bancos, como en su día lo hizo el gobierno español o pueden dedicarlos a ofrecer a las familias una plaza pública para sus hijos menores de 3 años si así lo estima oportuno. De la enorme cantidad de necesidades sociales, en cada momento se eligen aquellas que se consideran prioritarias. Seguramente todas  pueden ser perfectamente legítimas pero las consecuencias son muy distintas si se eligen unas u otras. Un puesto universitario es muy importante y nos cuesta a todos un importante montante económico, a pesar de las tasas que pagan los estudiantes, pero nunca he podido entender la razón de por qué los menores de 3 años no pueden ser medidos por el mismo rasero salvo constatar así, por encima, que los menores no votan, cosa que es cierta. Pero no creo que sea por eso. Técnicamente, desde luego, no tiene explicación.

         Nuestras cuatro escuelas en Granada son públicas, pero no estatales, sino municipales. Aparecieron en los primeros ochenta siguiendo el hermoso ejemplo de Barcelona que a su vez lo importó de Regio Emilia en Italia. En la vida casi todo sucede así: unos nos inspiramos en otros y unas veces mejoramos y otras metemos la pata, que de todo pasa. Lo cierto es que aquellas experiencias municipales no se extendieron. En Andalucía hemos sido los únicos. Y eso que nunca hemos sido completamente gratuitos. Nuestra familias han pagado todas su plaza aplicando una fórmula sobre los ingresos de modo que quien gana más, paga más y quien gana menos paga menos. Yo creo que nada es perfecto en este mundo pero parece que no lo han visto las familias demasiado mal porque su preocupación fundamental no es lo que deben pagar sino conseguir una plaza, cosa desdichadamente casi imposible en muchas ocasiones. El ayuntamiento ha hecho sin duda un gran esfuerzo económico pero las familias también han aportado su parte. Lástima que el estado no ha querido hasta el momento participar en esta hermosa labor cuando debería, pienso yo, haber sido el primero.

         Me alegro de que por fin los esfuerzos económicos del presupuesto público para 2019 se hayan acordado de los menores de 3 años y espero con fervor que terminen aprobándose, cosa que no se ve fácil porque son muchos pasos los que faltan todavía para garantizarlos y muchas las zancadillas que le quedan por recibir porque ya les están llamando suicidas y otras lindezas por el estilo, aunque espero que no sea por las migajas que pretenden aplicar al ciclo de 0 a 3 años. Si por fin se lograra un acuerdo tendríamos el privilegio de conocer cuáles son las necesidades reales que tiene España, no para escolarizar a todos los menores de 3 años, que eso nadie lo ha pedido, sino para garantizar una plaza pública a las familias que lo necesiten, que es de lo que se trata y con lo que empezaríamos a darnos con un canto en los dientes por fin.


4 comentarios:

  1. Tú mencionas la creación del Patronato de Granada, y yo quiero recordar un momento muy delicado, cuando todavía nos reuníamos en el salón de Mariana Pineda en el Ayuntamiento para crear el Patronato. El entonces concejal de economía, José Olea, nos preguntó en una esquina alejada de la ruidosa maquinaria del reloj de la fachada, de cuánto dinero estábamos hablando; y ante nuestra fascinada extrañeza le vimos sacar la calculadora y dividir ese dinero entre votantes potenciales y hacer la misma operación con el cálculo de lo que costaba recuperar la gestión del servicio municipal de autobuses y el número de usuarios en edad de voto. Afortunadamente para nosotros (y para la empresa Rober), la calculadora nos resultó más amable

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    1. Recuerdo aquellos primeros momentos y el papel de Pepe Olea por entonces. En realidad estoy convencido que era el que mejor se estaba enterando de la envergadura de los compromisos que se estaban asumiendo. Un abrazo

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  2. Muy bien expuesto ...

    Saludos
    Mark de Zabaleta

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  3. Me gustó tu texto, yo soy brasileño y en este momento la política aquí es complicada. Un abrazo.

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