El 8
de marzo vivimos en España un levantamiento de las mujeres a la conquista de la
igualdad que ha sorprendido al país entero, incluidas las propias mujeres.
Apenas resarcidos de esa sorpresa, una sentencia judicial sobre si es abuso o
violación lo que cinco muchachos perpetraron a una chica de 19 años en las
fiestas de San Fermín de Pamplona. La metieron en un recinto de tres por dos de
grande y allí la penetraron hasta once veces entre los cinco, apodados entre
ellos mismos "La manada", grabando con su móvil la hazaña. Después la
dejaron tirada desnuda, le quitaron su
móvil y siguieron la fiesta como si tal cosa a raíz de los mensajes que se
mandaban entre ellos. La chica, mientras tanto se repuso como pudo, buscó una
comisaría y los denunció por violación. Al día siguiente, mientras ellos se las
prometían tan felices, fueron detenidos.
Acaba
de salir la sentencia y las mujeres y muchos hombres con ellas, han salido a
protestar porque dos de los magistrados han calificado el acto sólo como abuso
y no como violación y un tercero ha emitido un voto particular afirmando que
deben ser absueltos porque él no aprecia en el hecho más que jolgorio y
consentimiento por parte de la chica. Hoy sigue la calle a grito limpio
exigiendo, no ya sólo que se cambie la calificación de la sentencia de abuso a
violación sino que se estudie el voto particular del juez que pide la
absolución por si hubiera incurrido en alguna importante deficiencia de
apreciación del hecho acaecido. De camino se reclama al poder judicial mayor
sensibilidad de género porque esta sentencia no es más que la gota que colma el
vaso de una serie de desaguisados que se han venido acumulando y que parece que
no se terminan de ver con el equilibrio necesario.
La
educación, a fin de cuentas, es la que termina estando en el origen de todos
estos desenfoques de mirada porque el ojo que termina mirando ve en masculino,
tanto si es hombre como si es mujer quien juzga, y ante cualquier abuso denunciado parece que
sea la mujer la que tenga que demostrar su inocencia y someterse a la hora del
juicio a todo tipo de requisitorias y preguntas humillantes que demuestren que ella se
defendió con claridad de la agresión denunciada. Lo más dramático es que este
tipo de formas insidiosas de ver se aprecian en las personas adultas pero
también en los más jóvenes porque da la sensación de que son los ojos los que
andan viciados a la hora de mirar. No basta, al parecer con que una mujer diga
no ante una agresión masculina y se convierte en dudosa si la ropa que lleva es
demasiado corta o los labios demasiado relucientes o el escote prominente a
juicio de quien tiene que calificar el abuso del que ha sido objeto.
La
posibilidad de vivir desde los primeros años en igualdad tanto niños como
niñas, con cuartos de baño comunes y compartiendo las tareas que deban
realizarse o los juguetes con que hayan de jugar sin ningún tipo de
diferenciación ni discriminación por razón de género hace que el mundo que hoy
conocemos se convierta al algo completamente distinto en el que las personas no
se tengan que ver sometidas unas a otras por razón de sexo como en su día
hubieron de abolirse otras diferencias por razón de su raza o por razón de sus
inclinaciones sexuales. La manifestación de poder que ejercen las mujeres en la
calle no es más que un grito por la acumulación de injusticias discriminatorias
ejercidas contra ellas desde siglos y que hayan dado como resultado que los
ojos se nos han viciado a todos hasta dejar de ver los acontecimientos con
suficiente equilibrio. Una de tantas enfermedades que hemos heredado de la
Historia y que ha llegado el momento de empezar a corregir.
Yo también quisiera creer que la educación mixta desde la primera escolarización debe hacer un mundo mejor, sin discriminaciones por motivo de sexo tampoco; pero se me cayeron muchos palos del chambao de la utopía pedagógica cuando entendí que fue el país más culto de su época -Alemania- el creador de la bestia nazi.
ResponderEliminarNo siempre la escuela hace mejor a la gente; pero no podemos rendirnos en el intento.
Desgraciadamente no puedo argumentar tan contundentemente como quisiera tus afirmaciones. Tú sabes que el fascismo era una ideología fundamentalista y fanática, si bien es verdad que su política de infancia y de juventud era bastante tentadora. Nos demuestra que en el mundo no hay nada completamente bueno ni completamente malo. Nunca tuvo el fascismo ningún carácter humanista, imprescindible a mi modo de ver para el respeto exigible a las personas. Un abrazo
ResponderEliminarDesgraciadamente, ni la coeducación en la Escuela y aun siquiera en KAS familias acaba con el machismo secular imperante. Y de ahí, todo lo demás. Sobre leyes, obviamente no opino. Sí, sobre la realidad palpable
ResponderEliminarEl otro día me acordé de tí cuando se dio la noticia de que un hombre armado se había atrincherado en no sé dónde. L Almunia de Doña Godina me pareció demasiado nombre para tan triste fechoría. De tus argumentos, una vez más, de acuerdo. Un beso de primavera.
EliminarPareciera que en mi país nos olvidamos por un par de días de la mujeres que han sufrido algún vejamen machista. Los obispos han renunciado aunque siguen en sus cargos. En esta problemática no hay mujeres pero sí -¡que triste!- hay jóvenes abusados de diversas maneras por sacerdotes. Hubo hechores y ocultadores. Ello me provoca un gran dolor pues de trata en buena parte de maestros y sus alumnos de varios colegios, uno de ellos de la Congregación de Hermanos Maristas, donde recibí por 12 años mi educación. Ojalá tengan un castigo ejemplar, pensando en los niños abusados.
ResponderEliminarEs la otra cara oscura del machismo.