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domingo, 5 de abril de 2015

CERCANÍA


         Con Ivonne, mi bogotana favorita, me une ya una relación cibernética de cuatro años .  En este momento ambos estamos involucrados, desde cierta distancia de abuelos, en la crianza de dos niñas. De la mía ya di cuenta en su momento y no quiero parecer demasiado reiterativo. Por parte de Ivonne se trata de una sobrina nieta que, por razones particulares, le hace tener con ella un papel destacado. A través de skype nos comentamos las cuítas de cada día, sobre todo ella porque su pequeña no llega a los dos meses mientras que la mía se acerca ya al primer año
.
         El otro día nos enzarzamos, no sé si más de la cuenta, en una discusión relativa a las normas de comportamiento que los adultos debían seguir para evitar que las pequeñas fueran adquiriendo determinadas costumbres que se podían considerar mimos y que podían traer como consecuencia que sus personas de referencia se convirtieran ya en una especie de lacayos al servicio de sus deseos con el consiguiente problema después, vaya usted a saber cuándo, de que hubiera que volverse mico para doblegar esos posibles caprichos cuando en este momento la solución se encontrada muy cercana a poco de disciplina que se instaurase en la distribución de tiempos y atenciones.  Se ve que se me calentó la boca explicando la necesidad universal que cada ser humano de encontrar una teta, seguramente la teta de la vida y cómo en este tiempo rige una importante corriente de crianza que aboga por la lactancia materna pero a demanda, de modo que es la pequeña en estos casos la que marca el ritmo y los tiempos en que la madre deba estar a su disposición.

No sé si esta manera de criar es la mejor ni creo que la mejor exista pero, si bien puede ser cierto que la que yo viví como padre, más inclinada al cumplimiento de unas normas que se pudieran convertir en hábitos relativamente pronto pudiera ser discutible y un tanto precipitada, esta disponibilidad sin condiciones que se le exige a la madre en este momento también puede ser discutible. Claro que al mismo tiempo las dos propuestas tienen aspectos dignos de consideración y no toman cuerpo social de manera caprichosa sino que obedecen a corrientes de pensamiento sólidas y bien fundamentadas. Creo que la síntesis de nuestra prolija conversación se centró en que las pequeñas necesitaban cercanía de sus personas de referencia y que la lactancia materna no sólo tiene una función alimenticia de excepcional calidad en los primeros momentos de la vida sino que propicia un contacto estrecho con la madre o con la persona que se encargue de su crianza a través del contacto corporal, del intercambio de ritmos cardíacos, de olores que terminan siendo familiares a todo lo largo de la vida…, influencias primarias pero de gran calado que sobrepasan con creces la estricta función alimenticia.

En un momento en que logré callarme, recuerdo que se me había calentado la boca con el tema, Ivonne me comentó que era posible que el asunto mereciera una de mis aportaciones semanales. En aquel momento no le di más importancia pero después lo he pensado despacio y me ha parecido que podría llevar razón y que tal vez  mereciera pararse un poco en el asunto del contacto directo con los más pequeños, tanto si está ligado a la lactancia materna, corriente hegemónica hoy en día, como sobre todo a lo que significa el aporte de seguridad que se transmite de piel a piel y que tal vez a este último aspecto pueda no habérsele prestado la atención debida  y merezca la pena corregirlo. Una vez entrado en materia quizá convenga aclarar o insistir que no sólo hablamos ahora de lactancia materna, que sería sólo un aspecto de este contacto directo que promovemos desde aquí, sino que se trata de insistir en el valor del contacto corporal, sin ropa, piel a piel, por la gran complejidad de influencias profundas que somos capaces de intercambiar con los pequeños.

Estoy seguro ahora de que tendremos que insistir de otras maneras sobre este tema de las influencias profundas corporales pero me doy por satisfecho de haber aprovechado una excusa como esta discusión con Ivonne sobre nuestras crianzas para ofrecer la propuesta a situaciones parecidas. 


7 comentarios:

  1. Manuel Ángel Puentes5 de abril de 2015, 14:50

    Hace muchos años que vengo hablando de la importancia de la relación piel a piel, fundamentalmente cuando los niños son tan pequeños que apenas hay otras formas de comunicación. Yo siempre he dicho que mis grandes maestros de psicomotricidad fueron los niños de los grupos de 0 a 2 años. En la búsqueda de una forma de establecer relaciones donde el contacto con la piel del niño fuera pedagógicamente aceptable, encontré el método Shantala de masajes para bebés que he usado tanto con mis alumnos como con familiares (hijas, sobrinos y nietos). Lo de la teta es bastante discutible, y en cualquier caso no cabe en la escuela.

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    1. Seguramente la escuela es cierto que se encuentra un poco al margen de la lactancia materna, al menos durante el tiempo que los pequeños permanecen en ella, salvo algún caso en el que la madre pueda desplazarse a las horas de la toma. Sobre el contacto corporal ya veo que tu sugieres técnicas concretas, susceptibles de enseñarse y practicarlas entre adultos y de adultos con los pequeños. Promoverlo es lo que importa en cualquier caso. Un abrazo

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  2. No sé que pasa que no sube mi comentario

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  3. Este será el tercer intento para añadir mi comentario. Pues bien me resulta muy importante el contacto de piel con piel de los niños con sus padres o de todo ser humano con otro. La demanda de protección se encuentra en todas las edades pero como hablamos de los más pequeños esta necesidad de protección necesita ser suplida. Con respecto a mi sobrina y mi sobrina nieta, casi que literalmente he tomado de Antonio su conocimiento como nueva tendencia sobre la alimentación por demanda, como sugerencia para aplicar desde ahora en la lactancia y el sostenimiento de la pequeña. María Valentina mi sobrina nieta está obteniendo de su madre toda la atención, protección y buena alimentación.

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    1. Con la salvedad de que cualquier medida es susceptible de mejora, creo que básicamente puede ser acertada la idea del ofrecimiento materno. Es evidente que esta actitud comporta un cierto sacrificio materno que hay que confiar que se compense en que el menor vaya aceptando una cierta normativa que compagine su descanso con el de la madre. Amen de que el padre, en lo posible, también debe arrimar el hombro para compartir las incomodidades, sobre todo nocturnas. Un beso

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  4. Siempre es clave la relación directa....


    Saludos

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  5. Aparte de lo que diga su médico, siempre hay que considerar que dada crio es diferente, y cada madre. Las hay hasta que lo ven una ordinariez. Valgame Dios.

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