Comprendo
que puedo parecer el abuelo Cebolleta contando batallitas pero es que a lo
mejor lo soy y, en ese caso, no tengo más que aceptarlo y humildemente ser
consecuente. La zona del Salón, en Granada, mi ciudad, es todo un privilegio de
espacio libre, a la orilla del río Genil y con una Biblioteca Pública que se le
puede caer a uno la baba. Cuando se inauguró la sede de la Biblioteca de
Andalucía en los 90 se trasladaron allí los fondos y durante un tiempo estuvo
cerrada. Con idea de tomarla como destino para una biblioteca pública infantil
nos propusimos rehabilitar uno de los pocos módulos del Tranvía de la Sierra,
que estaba en desuso mientras se nos presentaba la ocasión de dar el salto.
Mi
compañero Manuel Ángel, que nos ofrece comentarios cada semana es testigo
privilegiado de lo que digo porque él fue el encargado de dar vida a nuestro
tranvía-biblioteca durante las mañanas, acompañando a grupos de escolares a
base de citas guiadas. Los sábados y domingos
había otras personas en el control de los pequeños que querían acercarse
y pasar un rato dentro leyendo. Las estadísticas nos dieron una media cada fin
de semana de 300 pequeños. Les teníamos preparados unos 1500 libros infantiles
escondidos en las mesas de lectura. Se levantaba la tapa y…, a leer. Cuando se
terminaba la visita, cada lector se llevaba a su casa un librito que lo teneis
aquí a la derecha en formato de aquellos legendarios Cuentos de Callejas, en el
que se contaba brevemente la historia del Tranvía de la Sierra y de cómo llegó
a convertirse en Biblioteca Infantil, ilustrado maravillosamente por nuestro
amigo y magnífico dibujante Rubén Garrido. Estuvimos varios años con este
cometido pero la espera se hizo demasiado larga y terminamos por desistir. Una
vez abandonado el tranvía, una aciaga noche alguien decidió que tenía que
meterle fuego y lo quemó. Hoy quedan varios módulos repartidos por Granada,
alguno como bar y otro en el Parque de las Ciencias, sencillamente expuesto
como recuerdo.
Pero
nada en la vida es extático y todo evoluciona, unas veces para bien y otras
para mal y a veces para ambos al mismo tiempo. La biblioteca del Salón terminó
por abrirse como municipal, que era lo que nosotros habíamos perseguido desde
el principio, en parte con los fondos del Centro Artístico y complementados con
un espacio importante para los pequeños, pero es que las muchas bibliotecas que
se construyeron en los 90, todas disponían de importantes espacios para los más
pequeños. Estoy seguro que el desarrollo de la literatura infantil contribuyó a
crear la necesidad y, a fuer de parecer pretencioso, de que los interesados en
la promoción de la lectura desde los primeros años también contribuimos en
alguna medida a que hoy sea normal entrar en cualquier biblioteca y encontrar espacios específicos para los más pequeños y
en ellos un importante arsenal de libros adaptados a sus edades, organizados
incluso de menores a mayores y a su
alcance. Hay que decir que a esto se une la maravillosa producción de libros
infantiles que se han editado en España en los últimos años y su altísimo nivel
de calidad que hace que los pequeños sean habituales lectores y asiduos
visitante de cualquier biblioteca pública.
No he
querido dejar de recordar aquella iniciativa que, aunque corta en el tiempo,
sirvió para que Granada pudiera ofrecer durante aquellos años una propuesta
lúdica y cultural de primer orden. Tampoco quiero pensar lo que hubiera
supuesto que hubiéramos terminado tomando el precioso edificio del Salón y lo
hubiéramos destinado a los más pequeños porque no me gusta la añoranza y pienso
que hoy también se está usando como biblioteca y nos podemos felicitar por
ello. Como buen abuelo Cebolleta no quiero olvidarme de una visita a una
biblioteca infantil de Grenoble que me traje en la mente y que la conservo como
oro en paño. Era un pequeño anfiteatro circular desde el suelo hacia abajo en
el que los pequeños leían en aquellos escalones mientras yo soñaba con que
después del tranvía pudiéramos habernos establecido con algo similar. Los
sueños…, ya se sabe Unas veces se
cumplen y otras…, se transforman.
Pero la historia siguió... Enrique Villar Yebra, que da nombre a las escaleras que suben por el lateral de la escuela infantil Duende (el nombre se lo pusieron años después de que tú abrieras esa escuela, en la que yo trabajo ahora, y el escritor y pintor se quejaba de que el ayuntamiento no le había puesto su nombre a una de las muchas calles que él había dibujado, sino a unas escaleras), dejó como única heredera de sus bienes a la biblioteca del paseo del Salón (así llamado porque originariamente la biblioteca fue un salón de baile), a donde fueron a parar todos sus libros. Pero es que también dejó su piso, y con la venta del mismo se dotó a la biblioteca del Salón de una sección infantil, a la que a veces voy con los alumnos.
ResponderEliminarNo conocía todos estos detalles que cuentas y que nos hacen ver que nada sucede porque sí y que las cosas que pasan salen de un ovillo y que solo hay que tirar del hilo con fuerza y con paciencia para enterarse de todos los entresijos de la Historia.
EliminarMe parece muy bien empleado el dinero del piso del señor Yebra porque la sección infantil de la Biblioteca del Salón es una gozada.
Que originalmente fuera un salón de baile y que de ahí le venga el nombre no me sorprende porque creo que es una joya de construcción y, sobre todo, de localización. Me alegro, de todas formas que, finalmente, sea una biblioteca pública. Un abrazo
Una fantástica idea !
ResponderEliminarEnhorabuena
la idea de habilitar tranvías, vagones, locomotoras, barcos, aviones... como recinto biblioteca es antigua. Y generalizada. Sea cual fuere el punto de partida y quié o quiénes hayan sido los alma mater de tan loable 'invención', nuestra postura como motivadores y responsables y dinamizadores de la lectura a todos los niveles de edad (cualquier edad ha de ser óptima para fomentar hábitos de lectura) nos conduce a felicitar a todos aquellos que utilizáis desinteresadamente vuestro tiempo en labor tan altruista y de compromiso, sea que " nada en la vida es (extático)
ResponderEliminary todo está en éxtasis,
o simplemente 'estático' y expuesto a evolución.
¡Viva la lectura. viva los lectores. óle por quienes dejan la pelleja en el menester y óle por las Instituciones que así lo fomentan
Abrazos