Sin
pretensiones de rigor que vayan más allá de las apreciaciones personales que se
te quedan en la memoria con los encuentros de antiguos alumnos, bien por las
visitas, que no faltan, o por los encuentro fortuitos por la calle cualquier
día, me atrevo a afirmar que las diferencias de nuestro estilo educativo en
comparación con el generalizado se encuentra en la vida en el patio, en la
comida y en lo que llamamos las colonias y que son salidas a espacios cercanos
y aislados para convivir en grupo, al menos durante una noche.
Supongo
que me ha venido a la mente esta idea de las diferencias por la alusión que
hice hace un par de semanas al tema del otoño y a su particularidad con la
comida: vendimia, carne de membrillo, potaje de castañas, nueces y colofón de
Fiesta del Otoño. Es verdad que parece el otoño la fiesta de la comida por
excelencia porque vayas por donde vayas por el campo, es muy difícil que no te
topes con alimentos al alcance de la mano. Es como una síntesis de lo que la
tierra pone a nuestra disposición, una vez que se van retirando los calores
veraniegos y que el frío se va adueñando del espacio y del tiempo y nos fuerza
a recluirnos en lugares protegidos, más propensos a historias y chascarrillos
que a despliegues expansivos de ocupación del mundo. Quizá sea ese contacto con
los frutos de otoño los que en alguna medida invite a elaborar algún plan de
contacto permanente de los niños con la comida para tenerla presente en sus
actividades y relacionarse con ella como con alguien familiar de quien, en
última instancia, dependemos.
Con
importante esfuerzo organizativo y de distribución de espacios, es ahora el
momento de, un día a la semana al menos, elegir un par de pequeños de los tres
grupos del segundo ciclo de Infantil, tres, cuatro y cinco años, concentrarlos
en una espacio cercano a la cocina si es posible y hacerles que pasen un rato,
la mañana de los lunes por ejemplo y se dediquen, con un adulto responsable por
supuesto, a empezar a manipular la comida preparando, por ejemplo, las bandejas
de ensaladas que después nos vamos a comer todos a mediodía. Este proceso que
parece simple después se va complicando porque cualquier particularidad
organizativa que se inicie debe conducir a que todos dispongan de la misma
posibilidad, lo que significa extenderlo en el tiempo varios meses para lograr
que todos vivan la experiencia al menos una vez. Si lo logramos buenamente
tampoco está de más dejarlo instituido y que los equipos vayan
responsabilizándose de otros menesteres como el troceado de la fruta, trocear
las patatas o actividades parecidas, de acuerdo con las necesidades que se
vayan derivando del desarrollo del menú.
Puede
parecer una actividad humilde la que aquí se propone con este Taller de Cocina
pero es suficiente como para que afecte a la idea general de los niños en su
relación con la comida. No tiene nada que ver el que un niño se enfrente a un
plato de comida elaborada y que se tiene que comer sin saber qué es cada cosa
que ve ni cómo se ha producido ese color que se le presenta o esa textura que
percibe a que sea capaz de detectar una zanahoria en el plato o un trozo de
pimiento y relacionarlo con el trabajo que ellos han estado realizando en su
Taller de Cocina esa mañana. Se trata, por tanto, de que se produzca un conjunto
en el que tanto la alimentación como la actividad de los niños se
encuentre incluida en el mismo contexto
y ellos puedan ver con toda claridad que nada anda suelto en sus vidas y que
unas cosas están relacionadas con otras y dependen de ellas.
En estos tiempos y como tributo a la
seguridad alimentaria hemos hecho que la comida sea poco más que un recipiente
cerrado con plástico que se abre justo en el momento de la comida y del que es
imposible saber su origen porque muchas veces viene elaborado desde cientos de
kilómetros de donde nos lo comemos. Son opciones.
Me gusta tu propuesta de taller de cocina. Es un formato que hemos usado habitualmente con los mayores de la Universidad (OFECUM) para la jardinería de nuestra escuela; pero podría funcionar también para los talleres de cocina.
ResponderEliminarLos míos suelen ser más espaciados en el tiempo, pero implicando a todo el grupo: un dulce para acompañar al café de la reunión trimestral con los padres, para las fiestas de otoño, navidad o carnaval (la cuajada de carnaval que hacen los niños mayores de nuestra escuela tiene justa fama). Y muchas veces es un taller con padres que nos enseñan a hacer algún plato especial: la última fue un taller de tallarines dirigido por una familia italiana (aprovechando que había venido el abuelo a visitarlos), a la que se sumó otra argentina, todos ellos con sus utensilios caseros para elaborarlos. Y toda la escuela comió al día siguiente el producto del taller.
Durante varios años lo hemos experimentado y el tratamiento parece posible y al alcance de la mano, si bien tiene siempre las dificultades propias de cualquier iniciativa transversal. Sea de esta forma o de otra, lo que sí me parece importante es invitar permanentemente al contacto directo con los alimentos por lo que son en sí mismos y por lo que significan como fuente de vida y de transformación. Me duele poderosamente esos catering que se han impuesto y de los que los pequeños solo tienen una bandejas horribles y sabores nada cercanos y muy lejos de sus manos. La cercanía es fundamental en la comida y en todo. Un abrazo
EliminarNo hay más opción que felicitar esta propuesta de taller de cocina en la escuela.
ResponderEliminarPor idénticas razones educativas, en realidad base de cualquier actividad, ojalá también en cada hogar de cada niño se pudiese llevar a cabo todas las tareas al modo de talleres. Y en tal caso, ampliar la oferta propuesta educacional a las Familias, sin perjuicio de la organizada en la Escuela...(desafortunadamente en la práctica poquitos muy poquitos son los Centros que dispongan de infraestructura para tales menesteres)
abrazos. TEDFCGD
Cualquier actividad que involucra a los niños con su entorno para valorarlo merece la pena, sin duda.
ResponderEliminarUn saludo
Hola querido Antonio !
ResponderEliminarUna idea e stupenda pero comò dice Pilar a veces no es fácil llevarlo a la pràctiva en las escuelas-
Yo lo llevo a la pràctica en casa con mis nietas y sus amiguitas y cuando mi hija era pequeña lo hacia con ella y sus amigas-
Quizàs de ahí, que a mi hija le guste tanto cocinar y hacer repostería -
Un taller de cocina es estupendo para los niños, disfrutan, aprenden y valoran mas lo que comen.
Mi nieta por ejemplo ( la mayor ) disfruta amasando :) y preparando ensalada, y le encanta cascar huevos, lo hace estupendamente.
Bueno, decirte que tienes un "coco" estupendo seria poco ademas tu ya lo sabes :)
Te dejo un beso dulzón ( estoy tomando chocolate ) y un abrazo de película :)
Muakkk
Aurora
A veces, cuando haces referencia a tu vida para relacionarlo con algo de lo que yo escribo me doy cuenta de que ha debido ser bien rica y gratificante por lo cual me alegro mucho por tí. Ahora, en la parte de la madurez se ve que mantienes, a mi modo de ver, una orientación, desde tu papel de abuela, bastante adecuada para conseguir por una parte integrar a todos los miembros que te rodean y por otra asumir un tipo de vida en el que se incluye aquel dicho del VIVE Y DEJA VIVIR, que creo que non está mal como orientación.
EliminarMe alegro que pienses que mi coco no está mal. A veces yo mismo tengo mis dudas y agradezco una voz amiga como la tuya. del beso dulzón sólo te puedo decir que lo acepto porque sé de quién viene y con la intención que me lo manda. El mío de vuelta tiene que ser sin azúcar por la diabetes tipo dos pero igualmente íntimo e intenso, guapa.
Estimado Antonio
ResponderEliminarTus escritos son siempre excelentes, mi mente sale enriquecida con tus expresiones.
Muy interesante el hecho de poner a manipular alimentos y tratar de prepararlos a niños de tan corta edad.
Todos los talleres infantiles siempre son encantadores y sé que de esa manera receptan mejor los mensajes del profesor; además enseñarles a consumir aquellos productos que tengan más cerca y de manera natural es más saludable en todo sentido.
Cordiales saludos
Un gran abrazo