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domingo, 28 de agosto de 2011

NORMAS


En un momento determinado hablamos de la imperiosa necesidad de que los niños anduvieran con límites en la vida, prque esos límites eran para ellos como los linderos de cualquier camino que, por un lado te condicionan y por otro te ofrecen la seguridad imprescindible para desenvolverte en la vida.


Extendiendo un poco el concepto tenemos que hablar de normas en todos los órdenes del comportamiento que cumplen la función de los límites o de formas de comportamiento aceptadas por la sociedad y que los pequeños van conociendo por lo que van viendo entre ls suyos o por lo que los suyos le dicen. Es verdad que nadie estudia para la paternidad y que los hijos nos llegan por un proceso natural que se cumple para todos y, una vez el menor en el mundo, cada uno lo cría como sabe y como puede según muy diversos contextos: culturales, económicos, físicos, climáticos…. Y el resultado es tan diverso como el que conocemos. Sería, por tanto, demasiado ambicioso ponernos a enjuiciar todas las formas de trato porque no controlamos la enorme diversidad de influencias que intervienen en el desarrollo y el sin fin de planteamientos según los distintos contextos en los que se desenvuelvan.


Nos ceñiremos, por tanto, al nuestro y propondremos algunas pautas elementales que pueden ser guías eficaces y clarificadoras. Los adultos responsables de los menores somos los encargados de transmitirles una serie de comportamientos y valores a través de los cuales los menores puedan intetiorizar que pertenecen a una familia, a un pais y a una cultura. Pero no podemos estar machacando a los pequeños con miles de normas de obligado cumplimiento porque esta forma no se podría llevar a efecto, sencillamente por hartazgo. La mayor parte de las normas que los pequeños precisan no hace falta decirlas porque los niños las viven a través derl ambiente que ls rodea.
En efecto no son todas y hace falta, en determnados momentos remarcar alguna o insistir para que se graben en sus comportamientos. Los menores pueden asumirla sin más y en ese caso no hay problema. Pero, por razones de muy diversa índole, también pueden rebelarse y rechazarla y entonces se establece un conflicto. El adulto puede tomar el camino fácil de pasar sencillamente y no dar demasiada importancia al conflicto y a otra cosa. También puede insistir y medir sus fuerzas con el menor y permitir que este se salga con la suya una vez que las protestas hayan alcanzado un tono demasiado elevado, cosa ciertamente frecuente. Y por fin también puede cargarse de paciencia y dar tiempo para que el menor recapacite y hasta eche fuera todas las furias legítimas, pero mantenerse firme y hacer valer un comportamiento que considera que debe ser así.


Por aclarar diremos que la segunda reacción se impone muchas veces en la práctica con el argumento de “por no oirlo”, “no quiero darle un mal rato”, y escapes por el estilo. La primera solución no es buena, la de que el niño haga lo que quiera. La buena, sin duda es la tercera: que el niño acabe por hacer lo que hay que hacer, aunque cueste trabajo conseguirlo. Pero cualquiera es preferible a permitir que se abra el conflicto y que sea el menor el que se salga con la suya por puro capricho. Lejos de haber resuelto el problema, lo que hemos hecho es aplazarlo para la ocasión siguiente, con el agravante de que ya ha podido comprobar cómo tiene que hacer para llevarse el gato al agua. Cada éxito que obtenga por este procedimiento será también un motivo de soledad y desdicha para él, que sabe que es menor y que necesita el criterio de los mayores aunque a veces le cueste aceptarlo.

4 comentarios:

  1. Muy a pesar nuestro, por lo que supone imponerlas a estos pequeñajos, esas normas le ayudaran más de lo que nos imaginamos a crecer como personas. Saludos veraniegos Antonio

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  2. Hola querido Antonio !

    Las normas son necesarias, pero con libertad, con comprensión, razonando siempre ( los niños entienden mas de lo que pensamos )
    si esto es así, o debe ser así, explicar el motivo. Reconozco que puede ser cansador, y uno llegar al agotamiento :)) por que los niños no paran de preguntar el por que de las cosas ( ni nieta lo hace siempre ) pero las normas deben ser razonadas siempre, la autoridad del por que lo digo yo, a mi no me vale- y las normas estrictas tampoco- cada niño es un mundo por lo tanto las normas también deben ser elegidas según el niño, su carácter su forma de ser.
    Necesitan a los mayores para afianzarse, pero si el amor habla junto con las normas, la educación en una palabra- todo se hará mejor, así lo creo yo, claro.

    Un beso y un fuerte abrazo

    Aurora

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  3. Aurora, hoy te respondo aquí, con mucho gusto, porque te he visitado y he visto que no tenías nada nuevo. Aprovecho para decirte que muchas veces quisiera comentar tus comentarios y los dejo pasar, sencillamente porque encuentro prioritario visitarte y comentar tus poemas, esos versos de amor encendidos y valientes que nos ilustran y que nos enciendesa de deseo.
    Es posible que estos comentarios sobre educación de los pequeños tengan una utilidad muy limitada, pero me parece imprescindible que hablemos de estos temas, que los mantengamos vivos y tomemos conciencia de que todo es mejorable en este mundo y que no debemos estar satisfechos nunca. En cualquier caso te tengo que decir que tus respuestas me estimulan. Un beso

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  4. Esta vez, nada que agregar o matizar. Estoy de acuerdo con todo lo que dices en esta entrada.
    Insisto, aunque no estés de acuerdo. Deberías editar un libro sobre educación, estoy convencida de que podrían ayudar a muchos padres.

    Un abrazo
    Mercedes

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