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domingo, 5 de julio de 2020

REBROTES



         Llevamos ya dos semanas de nueva libertad. Podemos salir y entrar a criterio, desplazarnos por todo el país sin restricciones. Hasta empezamos a poder viajar al extranjero con algunos países que nos van permitiendo la entrada sin demasiadas cortapisas. Si no reconociéramos que eso es mejor, mucho mejor que lo que hemos tenido durante los tres meses de encierro, sería no querer reconocer los progresos. Se nos ha dicho y se nos sigue diciendo que tengamos cuidado que el virus sigue ahí y que ahora el contagio depende de nosotros porque somos cada uno los que podemos infectar, porque podemos llevar el virus dentro y todavía no ha mostrado sus efectos o también porque podemos ser asintomáticos, que estamos infectados pero que no tenemos síntomas. De ahí que las medidas en las que más se insiste es en mantener la distancia de seguridad, uno o dos metros y en las mascarillas con carácter obligatorio, que sirve como freno para infectar o para ser infectados. Y esta es nuestra vida a la espera de una vacuna o medicamento eficaz que, por ahora, no hemos conseguido.

         Estas medidas se proclaman cada día, pero la realidad nos muestra que la obligación se ha relajado sustancialmente y de mantenerla las autoridades en tiempo de confinamiento, ahora pasamos a tenerla cada uno de nosotros y la gente ha vuelto a la calle con verdadero mono de calle. Ya de por sí nosotros somos más bien callejeros, amantes del sol y del aire libre y hasta noctámbulos contumaces, sobre todo los jóvenes, que toman la noche como su espacio reservado. En condiciones normales esto es un problema más o menos conocido pero en estos momentos se presta a reuniones familiares o de grupos de amigos y hasta de explosiones de grandes grupos, bien en la playa, festejando resultados futbolísticos, manifestaciones puntuales por reivindicaciones concretas y hasta provocaciones manifiestas contrarias a cualquier medida coercitiva. O sea, que el mantenimiento de la nueva normalidad es compleja y hasta molesta.

         El resultado es que aparecen brotes de infección en lugares diversos de la geografía española y que en los últimos días proliferan en una cantidad que empieza a preocupar. La última medida llegó ayer en la que una de las autonomías, Cataluña para ser exactos, ordenó aislar una zona de su territorio y 200000 personas han dado un paso atrás y se encuentran recluidos de nuevo durante 15 días al menos, porque los brotes se estaban desmadrando en esa demarcación. Vivir con algunas limitaciones puede llegar a ser hasta irritante, pero volver a las andadas debe ser demoledor y puede que esta vuelta parcial al confinamiento se repita en otras zonas si las condiciones se salen de madre. Es verdad que no se para de insistir en que no hay que bajar la guardia pero me parece que empieza a sonarnos como a música celestial. También se nos recuerda la obligación de cumplir las normas de circulación y muchos no las cumplimos. Nos comportamos como si no fuera con nosotros hasta que tenemos el suceso encima.

         Mis compañeros me hacen comentarios, alegrándose de que vayamos saliendo de las situaciones más comprometidas y yo lo comprendo porque ellos puede que todavía se encuentren en medio de medidas menos esperanzadoras. Pero todos tenemos que ser conscientes de que el virus sigue entre nosotros. Lo que estamos pasando no es más que la primera ola y por pandemias anteriores como la de la gripe española de hace un siglo, sabemos que duró cerca de tres años y fue su segunda ola la más mortífera. Es verdad que hoy sabemos algo más de esta pandemia pero tenemos que atender lo que la OMS nos cuenta y es que estamos al principio y que este proceso puede ser largo. Unido a eso hay algunas noticias que resultan desoladoras para confiar en algo. EEUU unidos ya ha manifestado que ha comprado toda la producción de un medicamento,  remdesivir, que parece que mejora las patologías más graves y reduce la mortalidad y el tiempo de hospitalización. Con estos mimbres no podemos ir demasiado lejos.


1 comentario:

  1. Antonio parece que cuando nos exigen confinamiento respondemos con mayor responsabilidad que cuando tenemos que gestionar la libertad, nuestra libertad. Aprenderemos algún día???
    Saludos,

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