Llevamos
ya dos semanas de nueva libertad.
Podemos salir y entrar a criterio, desplazarnos por todo el país sin
restricciones. Hasta empezamos a poder viajar al extranjero con algunos países
que nos van permitiendo la entrada sin demasiadas cortapisas. Si no reconociéramos
que eso es mejor, mucho mejor que lo que hemos tenido durante los tres meses de
encierro, sería no querer reconocer los progresos. Se nos ha dicho y se nos
sigue diciendo que tengamos cuidado que el virus sigue ahí y que ahora el
contagio depende de nosotros porque somos cada uno los que podemos infectar,
porque podemos llevar el virus dentro y todavía no ha mostrado sus efectos o
también porque podemos ser asintomáticos, que estamos infectados pero que no
tenemos síntomas. De ahí que las medidas en las que más se insiste es en mantener
la distancia de seguridad, uno o dos metros y en las mascarillas con carácter
obligatorio, que sirve como freno para infectar o para ser infectados. Y esta
es nuestra vida a la espera de una vacuna o medicamento eficaz que, por ahora,
no hemos conseguido.
Estas
medidas se proclaman cada día, pero la realidad nos muestra que la obligación
se ha relajado sustancialmente y de mantenerla las autoridades en tiempo de
confinamiento, ahora pasamos a tenerla cada uno de nosotros y la gente ha
vuelto a la calle con verdadero mono de calle. Ya de por sí nosotros somos más
bien callejeros, amantes del sol y del aire libre y hasta noctámbulos
contumaces, sobre todo los jóvenes, que toman la noche como su espacio
reservado. En condiciones normales esto es un problema más o menos conocido
pero en estos momentos se presta a reuniones familiares o de grupos de amigos y
hasta de explosiones de grandes grupos, bien en la playa, festejando resultados
futbolísticos, manifestaciones puntuales por reivindicaciones concretas y hasta
provocaciones manifiestas contrarias a cualquier medida coercitiva. O sea, que
el mantenimiento de la nueva normalidad
es compleja y hasta molesta.
El
resultado es que aparecen brotes de infección en lugares diversos de la
geografía española y que en los últimos días proliferan en una cantidad que
empieza a preocupar. La última medida llegó ayer en la que una de las
autonomías, Cataluña para ser exactos, ordenó aislar una zona de su territorio
y 200000 personas han dado un paso atrás y se encuentran recluidos de nuevo
durante 15 días al menos, porque los brotes se estaban desmadrando en esa
demarcación. Vivir con algunas limitaciones puede llegar a ser hasta irritante,
pero volver a las andadas debe ser demoledor y puede que esta vuelta parcial al
confinamiento se repita en otras zonas si las condiciones se salen de madre. Es
verdad que no se para de insistir en que no hay que bajar la guardia pero me
parece que empieza a sonarnos como a música celestial. También se nos recuerda
la obligación de cumplir las normas de circulación y muchos no las cumplimos.
Nos comportamos como si no fuera con nosotros hasta que tenemos el suceso
encima.
Mis
compañeros me hacen comentarios, alegrándose de que vayamos saliendo de las
situaciones más comprometidas y yo lo comprendo porque ellos puede que todavía
se encuentren en medio de medidas menos esperanzadoras. Pero todos tenemos que
ser conscientes de que el virus sigue entre nosotros. Lo que estamos pasando no
es más que la primera ola y por pandemias anteriores como la de la gripe
española de hace un siglo, sabemos que duró cerca de tres años y fue su segunda
ola la más mortífera. Es verdad que hoy sabemos algo más de esta pandemia pero
tenemos que atender lo que la OMS nos cuenta y es que estamos al principio y
que este proceso puede ser largo. Unido a eso hay algunas noticias que resultan
desoladoras para confiar en algo. EEUU unidos ya ha manifestado que ha comprado
toda la producción de un medicamento, remdesivir, que
parece que mejora las patologías más graves y reduce la mortalidad y el tiempo
de hospitalización. Con estos mimbres no podemos ir demasiado lejos.
Antonio parece que cuando nos exigen confinamiento respondemos con mayor responsabilidad que cuando tenemos que gestionar la libertad, nuestra libertad. Aprenderemos algún día???
ResponderEliminarSaludos,