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domingo, 21 de enero de 2018

MIRADAS


         Los padres miran a los hijos. Los hijos miran al futuro. A poco que nos demos cuenta podremos comprobar que es una verdad como un templo y que su cumplimiento encierra una dosis de crueldad muchas veces irresistible. Traduciendo al cristiano el axioma de partida, en realidad es tan lógico que parece que no tiene discusión. Lo que pasa es que una cosa es la enunciación y otra muy distinta la materialización de las relaciones diarias y comprobar cómo es casi imposible su cumplimiento porque inevitablemente el devenir de cada día hace que los afectos se instalen y las dependencias fructifiquen de modo que se llegan a establecer vínculos tan fuertes que no es difícil preferir que cualquier contratiempo te pase a ti antes que a tu criatura a la que siempre vas a ver como frágil e indefensa y con la que vas a sentir una tendencia  a protegerla antes de medir si dispone de los medios suficientes para salir de las dificultades por sí misma.

         Así, un poco a lo bruto, lo que nosotros tenemos que hacer con nuestros hijos es enseñarles a volar por sí solos. Puede ser que sea muy rico verlos obedeciendo lo que les mandamos en cada momento y sentirnos orgullosos de que siempre están dispuestos a satisfacernos en todo, pero puede que tengamos que pensar en que con ese estado de relaciones estemos consiguiendo que se sientan atados a nuestros criterios y llegue un momento en que no sean capaces de decidir por ellos mismos. Y la vida pasa a una velocidad de vértigo y cuando quieres acordar te encuentras a tus hijos convertidos en personas mayores y sin haber desarrollado la capacidad suficiente como para desenvolverse en sus propios asuntos en momentos en los que sus padres no están presentes para dirigirlos. Se habrán acostumbrado a obedecer y a no dilucidar por ellos mismos y serán ahora otros los que terminarán por ejercer el papel que los padres posesivos han venido ejerciendo.

         En los momentos de infancia la tradición dice que somos los mayores los que tenemos que tutelar el desarrollo de los hijos y normalmente lo asumimos con un encomiable sentido de la responsabilidad. Lo que sucede es que los adultos no debemos olvidar que la vida es una película en la que el final no es un beso de tornillo. El final lógico de la película de la vida es que al final los hijos se van a vivir por su cuenta y los padres, si han actuado con la responsabilidad adecuada, los habrán dotado de las capacidades suficientes para desenvolverse por ellos mismos, por más que los afectos se sigan manteniendo y nos podamos seguir viendo como los turrones El Almendro, por navidad. Y para esta historia es para la que hay que prepararse desde el primer día. Sé que es muy difícil tener eso presente cuando estás cambiando los pañales o cuando los mantienes firmes para que den por fin el primer paso. Tampoco tenemos por qué estar con la matraca a todas horas, pero sí no perder la perspectiva de a dónde nos dirigimos.


         Podríamos decir que los hijos mejor educados no serían los que estuvieran en todo momento bajo el paraguas de sus padres sin terminar de asumir que tienen también la misión de fabricar su propia estructura de vida diferenciada y ajustada al tiempo que les toca, inevitablemente distinto al de sus padres. Y eso a sabiendas de que para llegar ahí hay que asumir multitud de tensiónes porque en la solución de los problemas que han precedido a la independencia posterior los padres han intentado aplicar su propia lógica ante los conflictos y los hijos unas veces habrán estado de acuerdo pero lo normal es que hayan intentado imponer su propio punto de vista para ir ganando espacio en su desarrollo personal. Eso es una guerra que no tiene fin y lo mejor es que terminen ganándola los hijos porque ellos son el futuro.

5 comentarios:

  1. Manuel Ángel Puentes21 de enero de 2018, 9:45

    Que la diosa Hestia nos libre de seguir diciéndoles a nuestros hijos lo que tienen que hacer, cuando ellos son a su vez padres de la siguiente generación.

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    1. Pero tu sabes muy bien que es casi imposible sustraerse a la tentación de dirigir sus vidas y, en alguna medida hay que hacerlo. Sin embargo lo dramático está en asumir que los propios directores, o sea los adultos, son los que deben favorecer las alas de los pequeños para que un día dispongan de las mejores condiciones para el vuelo. Este es el gran reto. Un abrazo

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  2. Es deber de todo individuo responsable dar fe de sus propios actos. Y que después, como hijos como alumnos comí seres sociales, cada cual duna lo que se le brinda como espejo. Y decida libremente entre acatar o rebelarse,...

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    1. Es verdad que en cada momento se nos pide algo, en parte por responsabilidad personal y también por responsabilidad social porque nos debemos a nosotros mismo, el espejo que tú comentas, y también a la sociedad a la que pertenecemos. Te mando un beso de 2018.

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