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domingo, 7 de agosto de 2016

TRABAJO


         Sé que a través de este medio el mundo es, por fin, un pañuelo. Alguien que me lea puede andar con bufandas para salir a la calle y pasando un frío de lo lindo. Esta Tierra que habitamos funciona así y permite que mientras en un hemisferio suceden estas cosas, nosotros nos estemos cubriendo y resguardando de un sol de justicia, sobre todo en las horas centrales del día y desplegando todos los medios disponibles para hacer que los fuegos que inevitablemente se producen cada verano sean sofocados a la mayor brevedad posible, cosa que no siempre se consigue. Y si no que se lo digan a la isla de LA PALMA, que lleva ya varios días ardiendo y en este momento supera las 4000 hectáreas de superficie arrasada y a merced del viento alisio que cambia a su antojo y los habitantes han de ser evacuados de sus casas para evitar males mayores aunque una persona de los servicios de extinción ha sucumbido sin remedio en los primeros momentos.

         Los medios nos recuerdan continuamente que debemos evitar la exposición directa al sol, al menos durante las horas que van de las doce de la mañana a las cinco de la tarde, que son las más peligrosas para la piel y siempre protegernos con suficientes cremas que nos eviten lesiones cutáneas, sobre todo a las personas mayores y a los más pequeños. Con semejante panorama por aquí los pequeños han de pasar los días sin la protección de la estructura escolar que, aunque tendría que luchar contra el calor asfixiante en las horas centrales, no cabe duda que ordenaría las horas del día ofreciendo mayor seguridad que la improvisación de la familia para la que cada día puede ser una aventura y platea retos imprevistos en cualquier momento. No dudo que las vacaciones puedan ser un tiempo agradable, pero estoy seguro que no para todos en la misma medida. Es más, me atrevo a apostar que más de una persona estará rezando cada mañana porque se terminen de una vez las dichosas vacaciones y volvamos cuanto antes a la rutina ordenada de la vida, esa en la que cada uno tiene una función y se cumple más o menos.

         Pero como el tiempo dura lo que dura y estamos en medio del magma veraniego me atrevo a sugerir algunas actividades que pueden ser muy cercanas, ilustrativas, gratificantes y provechosas. No estaría de más, por ejemplo, que los menores pudieran acompañar a quien se encargue de la compra diaria con la doble función de que los menores conozcan los contenidos del mercado y que participen en la preparación de las comidas de la familia, frías si es posible y más concretamente ensaladas que pueden ser verdaderos manjares gratificantes, diversos y suficientemente nutritivos. No hay más que recurrir un poco a los repertorios de abuelos para poner en práctica toda una serie de posibilidades combinatorias de productos crudos que supondrán una dieta excelente y una fuente de riqueza alimenticia y salud. Los pequeños pueden intervenir en la elaboración de muchos platos con esta base y a la vez los estaremos acercando a que tomen conciencia de sus capacidades, que midan hasta qué punto sus esfuerzos pueden redundar en beneficio del conjunto de la familia y lo cerca que se encuentran de ser capaces de ingerir muchos alimentos que no siempre aparecen en los anuncios de la tele pero que pueden estar muy ricos.

         Tampoco sería ningún milagro sino algo muy razonable y muy útil, que los pequeños colaboraran en el aderezo de la vivienda, en la limpieza, en las camas, en el ordenamiento de la ropa…, todo un conjunto de acciones perfectamente útiles que de no poder compartirse terminarán amargando la vida a alguien que tendrá que asumirlas mientras el resto se tumba a la bartola viendo como pasa la vida como si no fuera con ellos.   


1 comentario:

  1. eres una maravilla necesito un hombre como vos a mi lado
    jaja
    aprendí mucho hoy
    abrazo

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