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domingo, 1 de mayo de 2016

AIRE


         Cuando era estudiante de Magisterio, allá por los sesenta del siglo pasado frente a la Alhambra, recuerdo el optimismo al estudiar la corriente de Escuela Nueva cuando se atrevía a sugerir la escuela en la calle para que los alumnos aprovecharan los beneficios de la vida real como escuela en sí, el aire libre, el sol y demás ingredientes como elementos positivos para el aprendizaje. Hoy, cincuenta años después me atrevo a reivindicar los mismos beneficios del sol y del aire libre porque la escuela sigue produciéndose dentro de las mismas cuatro paredes aunque no se pueda decir que sea lo mismo que entonces para no ser injustos.

         Es cierto que las cosas han cambiado aunque no todas sean para bien. Los espacios cubiertos hoy son suficientes. Los grupos tienen un número de alumnos que, aunque siempre puedan ser mejorables, en general son idóneos y no es raro afortunadamente, encontrarse grupos de pequeños que van y vienen por la calle, seguramente más uniformados de la cuenta, pero permitiendo al fin y al cabo, que la realidad del mundo sea un elemento de aprendizaje de primer orden. Es verdad que no en todos los adelantos podamos decir lo mismo. Tenemos, por ejemplo, las nuevas tecnologías que todavía son vistas en gran medida como a enemigos a combatir a base de regular a la baja los tiempos de uso, acotar a nuestro antojo los ámbitos para que en todo momento estén controlados por los maestros y convirtiendo lo que ha sido y es una revolución de enorme calado en algo sospechoso a lo que hay que atar en corto para que no se nos desmande. ¡Como si fuera posible poner puertas al campo!.

         En los primeros años de nuestra experiencia de grupo que comenzó en los ochenta tuvimos claro que debíamos llevar a los pequeños a vivir  al campo y tanto en otoño como en primavera lo hacíamos en lotes de lunes a viernes en cada estación. Hoy la experiencia sigue viva y acotada a dos días y una noche, sobre todo en primavera. Se trata en cualquier caso de propiciar que puedan vivir la separación de sus familias, para muchos de ellos la primera de su vida, y que lo hagan en grupo, con sus amigos de cada día y con sus adultos de referencia, sus maestros. A medida que voy escribiendo no puedo dejar que se me cuelen en la mente secuencias de refugiados y de bombardeos con niños de por medio que me obligan a referirme a ellos con un sentimiento de vergüenza porque lo que estoy diciendo debería afectar a esos pequeños que vemos huyendo de la guerra o muriendo en ella simplemente y que tienen todo el derecho a gozar de la vida como cualquiera y se les niega de hecho con argumentos que pueden tener toda la lógica que se quiera desde el punto de vista estratégico, pero que desde el punto de vista educativo no tienen la más mínima justificación.


         Me recompongo de mala manera para seguir el hilo que pretendía cuando empecé a escribir sobre la conveniencia del aire libre en educación y vuelvo a este pequeño mundo nuestro que cada vez más se está convirtiendo en una isla rodeada de marginación y de injusticia por todas partes en la que estoy seguro que las injusticias interiores, que también las hay, parecen cada día más artificiosas antes la enorme mancha de desolación exterior que nos rodea. Proclamo, a pesar de los pesares, que el sol sigue siendo el sol y nos espera a todos cada día para hacernos partícipes de su lección de vida y que es de justicia que todos los pequeños del mundo se empapen de su luz y de su calor. La experiencia de tener que dormir con tus compañeros sin que sea tu padre o tu madre la que te arrope por la noche y te lea el último cuento antes de entrar en el sueño es verdaderamente insustituible y vale la pena seguirla reivindicando por encima de todas las nubes de horror que inevitablemente se nos ponen delante y que nos llevan a gritar de desesperación. Todos tenemos un poco de responsabilidad en esta situación tan angustiosa y, en la medida que cada uno pueda, debemos combatirla sin descanso.


7 comentarios:

  1. Me da la impresión de que estas verdades que expones, en principio, universales, son las que cualquier corriente educativa moderna , y muy especialmente de la Escuela Pública, intenta implantar con total entusiasmo. Y no hablo del entorno granadino, que no conozco, pero sí del mío, que conozco, vivo y comparto desde hace muchos años.

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    1. Ojalá fuera tan general como tú lo das a entender. Me alegro por tí y por ,.los niños de tu zona si se cumple la percepción que tienes. Creo que tendríamos que pretender esa dirección que comentas. Un beso

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  2. Ciertamente interesante como experiencia vital...

    Saludos

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  3. Manuel Ángel Puentes2 de mayo de 2016, 19:56

    Cuando llego a casa con las compras para la próxima noche en Duende me topo con tu reivindicación del tiempo al aire libre y en particular la experiencia de las colonias.

    Llevamos tantos años ya yendo cómodamente a granjas escuelas donde nos encontramos las camas hechas para dormir arropaditos bajo las sábanas, las mantas e incluso los edredones nórdicos que, cuando he planteado dormir una noche en la escuela, me he encontrado con que ya no me queda ninguno de los sacos de dormir que siempre he tenido paras las colonias. Así que he vuelto a comprarme uno, con la ilusión de que aún lo usaré más veces, que no siempre vamos a dormir en sitios tan preparados.

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    1. Da gusto el simple hecho de poder hablar de semejante recurso como algo normal, conocido y contrastado. Ya sabes que para mí el hecho de poder vivir la experiencia en el patio del propio cole es algo que envidio con toda franqueza porque siempre me pareció especialmente atractiva y por razones coyunturales nunca me fue posible vivirla. Te la deseo intensa, insólita y a la vez cercana. Un abrazo

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  4. Bueno Antonio, una sola vez fui de campamento dos noches con sus días y como no tenía hermanos, no recuerdo en mi infancia unos días tan felices.
    Me apena mucho lo que ocurre con los niños de Siria.
    Tú Antonio tienes mucha experiencia con la escuela y los niños, yo poco puedo aportar, más que seguirte.
    Un gran abrazo

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    1. Para mi es un honor que personas como tú me sigan. En realidad mi interés no es tanto el que nadie me siga sino dialogar de tu a tu cono personas como tu, que se interesan por la vida. Un beso

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