Para
quien solo tiene en la escuela la ilusión de buscarse la vida, cosa
perfectamente legítima, no hay más que seguir las indicaciones de las guías al
uso y no salirse de los ritmos elaborados por las editoriales con el objeto de
que todo termine cuadrando y uno pueda sentirse justificado sin asumir
demasiados riesgos y con su laxa conciencia en paz. No censuro una actitud
semejante. Allá cada uno. Lo que sí digo es que no ha sido la mía. Puedo
haberme equivocado mil veces pero el trabajo siempre ha sido algo vivo,
comprometido y estimulante. Vivo me he sentido siempre y eso le agradezco a la
vida durante tantos años. Espero que sigan siendo así los que me queden
todavía.
La
comida ha pertenecido al trabajo diario. En un principio de manera esporádica,
ligado a acontecimientos concretos o a épocas significativas. La vendimia, por
ejemplo, en los primeros días. No podía tener continuidad pero sí podíamos experimentarlo
en la clase. Nos regalaban una caja de uvas propias y nos valían para hacer
experimentar la vendimia pisando la uva y extrayendo el zumo. El primer año que
lo hicimos lo quisimos seguir en su proceso. Comprobamos la fermentación y
tuvimos el mosto en clase hasta navidad en donde pudimos comprobar que, por no
haberlo tenido con la temperatura ni la luz adecuada, se nos había convertido
en vinagre. A partir de esta experiencia optamos por consumirlo en el mismo
momento de la extracción. La experiencia era la pisada. Ningún año logré que
pisaran la uva más de siete personas. Era estimulante y todos miraban con
interés. Otra cosa un poco más difícil era meterse descalzo en el balde y soportar
el efecto del zumo en la piel. Beberlo inmediatamente después de obtenerlo
también significaba un reto hasta comprobar el exquisito sabor a pesar de que
el color era más bien repugnante.
Otros
momentos excepcionales ligados a la comida y propios del otoño eran el reparto
en crudo de los caquis de la escuela con esa textura tan particular y ese dul
inconfundible, el guiso de boniatos y membrillos cocidos con azúcar y canela en
rama hasta que se obtenía la mixtura de dulce y ácido y la carne blanda de los
dos productos típicamente otoñales. Tampoco era fácil conseguir que el
resultado nos sirviera de comida porque casi ninguno tenía experiencia de
haberlo probado en su casa, que podría haber facilitado su consumo. Un poco más
complicado era consumir el potaje de castañas porque tampoco significaba una
propuesta conocida. Asábamos las castañas y las pelábamos. Una vez peladas se
echaban en una olla con agua y canela en rama y se ponían a hervir a fuego
lento hasta que el caldo espesara y las castañas se empezaran a deshacer. En
ese momento se añadía azúcar al gusto y se comía normalmente de postre aunque
en la Alpujarra pudimos conocer que también se consumía como sopa al principio
de las comidas. Fuera del otoño propiamente todos los años me gustaba hacer en
directo una tortilla por lo rápido que se ofrece un elemento, el huevo, en los
tres estados y, al final, a comérnoslo. Lo mismo, pero sin comérselo, se
produce con un cubito de hielo, que en pocos minutos, a través del calor se le
hace pasar de sólido a líquido y a gaseoso.
No
quiero hoy pasar de estos momentos puntuales de elaboración en la propia clase.
He referido algunos ligados sobre todo a la primera parte del curso, al otoño
concretamente. No son los únicos pero sí me parecen los más sencillos y es
posible que los más cercanos a la cultura popular. A los pequeños les costaba
incorporarlos a su vida como elementos normales. Es más fácil que puedan contar
experiencias familiares parecidas en sus pueblos correspondientes, pero sin
intervenir de manera directa. Pasa como con la matanza. Es relativamente fácil
que hayan presenciado una matanza
familiar o de vecinos pero es mucho menos frecuente que hayan participado
directamente en ella. La matanza, por ejemplo, era un rito bastante habitual en cada casa a finales
del otoño o al principio del invierno, pero ya no va siendo más que un recuerdo
como tantas otras vivencias.
Y ahora. aún en la crudeza del invierno, las palomitascde maíz y las exquisitas tiratas de la sartén, convun chocolate calentito.!!!
ResponderEliminarEscuela y cocina, de la nano van.
Es verdad que las palomitas son casi un emblema de tardes apacibles contando historias. No me han parecido específicas del otoño, pero quedan incluidas automáticamente. Un beso
EliminarQue bonito escribes Antonio, y que ganitas de verte y de enseñarte mi escuela.
ResponderEliminarEva, según tú, la guapa.
Estaré encantado. Solo necesitamos concretar día y hora. Un beso
EliminarLa comida es una de las puertas para la participación de las familias en la vida de la escuela.
ResponderEliminarEn nuestras reuniones con las familias solemos ofrecer un café o una infusión con algo de picar. A mí me gusta que ese picoteo lo hayan preparado sus propios hijos, con lo que ese taller de transformación en que consiste el acto de cocinar lleva el valor añadido de ser hecho por los niños para sus propios familiares. Justamente el jueves pasado hicimos una tarta de manzana con ese fin.
Otra variante es que las familias vengan a la escuela a cocinar algo con los niños. Este curso hemos aprovechado la visita de la abuela italiana (la nonna) de un niño del grupo, para que toda la familia se viniera a montar un obrador de tagliatelle, que los cocineros de la escuela incluyeron en el menú del día siguiente.
Ambas propuestas me parecen de gran riqueza social. En mi experiencia no he tenido tánta intervención de las familias y no acierto a saber por qué. La verdad es que tus propuestas me parecewn muc ho más integradoras y como más normales. Tengo la sensación de que mi opción de maestro se terminaba imponiendo también con las familias y eso establecía distancias que no veo en tu comentario, de lo que me alegro por tí y por la acción resultante. De cualquier modo, la cercanía de la familia en la acción educativa creo que la enriquece. Un abrazo
Eliminarhttp://www.granada.es/inet/tg7.nsf/prg/443ADD86E9BDA1A5C1257B01003C389D?open&pag=ini
EliminarNo sé cuántos días durará este enlace, pero al menos este fin de semana se está viendo.
Es el trabajo de las bolsas para José Guerrero. Está la entradilla y luego la noticia a partir del minuto 13:06
Un beso
Un aspecto muy importante en la educación del niño...saber cómo se crea su alimento !
ResponderEliminarSaludos
Grato leerte y sentir la voluntad y con que gusto acometes tus tareas, tan especiales por sierto, las de educar.
ResponderEliminarSaludos
Jejeje, se me ha hecho la boca agua con tu post amigo. Creo que hemos maleducado en el miedo a los peligros de la cocina, y han salido generaciones de inútiles hasta para prepararse un bocadillo. Así es que me ha parecido un milagro tu trabajo. Y pensar en esos crios que se les termina el mundo en cuanto no tienen bolsa que zampar...
ResponderEliminarMaestros como tú son una bendición y quizás por ello son esas excepciones que uno recuerda siempre.
ResponderEliminarEsa vendimia, deliciosa ;)
¡Ay Antonio! nunca tuve un maestro en ese aspecto de enseñar cosas de preparar comida o bebidas, aprendí de mi abuela que era aragonesa,me enseñó a hacer el membrillo y de mi padre a hacer vino y sí, en la matanza del cerdo, yo era la primera en querer participar, pero con los ojos cerrados, me dejaban para rellenar las tripas, algo era.
ResponderEliminarHe tardado en venir, lo sé, voy a postear una vez al mes, no se llega a más.
Gracias por ser como eres.
Un abrazo
Este año como cada año, nuestro tren parara en alguna estación, depende de cada uno de nosotros dejar ir a la tristezas, miedos, frustraciones, malos momentos, desamor. Agradece a cada uno de ellos.. su compañía y sus enseñanzas, aunque hayan sido dolorosas, déjalos ir, déjalos bajar de este tren. Deseo que en esta parada, a tu tren suban miles de bendiciones, sueños alcanzables, amor, abundancia, fuerza y determinación para seguir tu viaje.
ResponderEliminarHoy en mi vagón quedaran puestos desocupados y espero te sientes a mi lado para compartir junt@s este nuevo viaje. FELIZ NUEVO COMIENZO EN ESTE AÑO 2015!!!
Mis abuelos fueron mis padres de ellos saqué o algo heredé la artesania,,Mi amor por los animales y el respeto por las personas,,
ResponderEliminarAprendi cosas buenas pero a medida que fuí creciendo la vida me fué dando golpes porque para eso no te preparan
Hermosa entrada,,Pisaba la uva me encantaba y era una fiesta en el pueblo..Hoy mismo están haciendo matanza donde vivo y puedes creer que no me puedo acercar a verlo?
He visto como los cerditos de pequeñitos les ivan a dar de comer y hoy están abiertos
Que la vida es esto?Que haYniños que mueren a diario o les quitan los órganos,,Trata de blancas ect
Besitos espero no haberte aburrido..Quizas no sea hoy mi dia
Con cariño Victoria.
Mi madre era la especialista en menear la sangre cuando el cerdo se desangraba para que se mantuviera líquida para las morcillas. Ella también conocía y hacía todo el proceso. Yo miraba y sujetaba una pata del cerdo para que no se moviera demasiado. Mi hermana Marce, jugando con su amiga Conchi metió un dedo por delante de la máquina y su amiga giró las cuchillas y le cortó la primera falange. Tenía unos dos años. La< vida no era color de rosa. Gracias por tu comentario. Te invito a que sigamos compartiendo. Ahí te mando un beso para que te animes
EliminarSeguiremos juntos en este bagón de la vida..Gracias amigo
ResponderEliminarCon cariño Victoria