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domingo, 11 de noviembre de 2012

SALIDAS

El proceso de maduración y desarrollo, como vamos viendo en cada capítulo, está lleno de implicaciones personales de todos los protagonistas, no sólo los menores, en los que se dan y se toman continuamente elementos muy importantes de cada uno. En el caso de los menores, si todo va normal lo que tenemos son máquinas de deseo, capaces que quererlo todo y en este momento. Por más que a estas alturas de la vida nos extrañe, la realidad es así. Lo quiero todo y lo quiero en este momento.
Esto significa que lo que conocemos como educación no es más que un proceso de ajuste entre lo que son los deseos y la realidad de cada proceso en el que estemos involucrados. Ni debemos permitir que el torrente de deseo se desboque y se convierta en un cúmulo de satisfacciones permanente, lo que podríamos entender como una persona caprichosa que, lejos de madurar, lo que estaríamos logrando para ella es que se convierta en un ser desdichado y desorientado que no entiende de límites y que considera que el mundo y las personas están a su servicio cuándo y cómo quiera en cada caso. Seguro que podemos tener algún ejemplo cerca de nosotros en el que podemos adivinar los malos augurios de un presente ansioso y de un futuro desdichado directamente, siempre en riesgo de que la realidad de la vida le caiga encima y lo aplaste con el peso de los hechos que no puede controlar y que desconoce, sencillamente porque no es capaz de entender otra lógica que la de sus deseos inmediatos.
Y luego está la realidad de la vida con sus normas y sus maneras de evolucionar. Pues entre nuestros deseos y la realidad es entre los que la educación tiene que enseñarnos a tejer una trenza en el que se mezclen ambas posibilidades y permitan que podamos evolucionar a base de frustraciones porque muchas cosas de las que deseamos, sencillamente no son posibles pero algunas sí. De modo que vamos evolucionando con el dolor de lo que no podemos conseguir y pero también con el placer de saber que hay cosas que la vida sí que nos permite y podemos acceder a ellas a través de nuestro esfuerzo y de nuestras ganas de vivir. Y esos vaivenes entre lo que queremos y lo que podemos nos llegan cada día de mil maneras distintas. Los menores tienen que ver que esto es así para que no se hundan en la miseria cada vez que no logran satisfacer un deseo ni tampoco se crean los reyes de la creación cuando la vida les permita un hallazgo de esos que nos levantan la moral y nos llenan de entusiasmo porque hemos logrado una satisfacción largamente buscada.
De modo que la vida se convierte en un rosario interminable de “si, pero” y de “no, pero”. Son fórmulas que creo que dejan a las claras la idea de que a los menores hay que cortarles deseos y muchos, pero que siempre debemos ofrecerles alternativas a cambio para que no vean en nosotros sólo la imagen de verdugos que sin duda lo somos en muchos momentos para ellos cuando se ven frustrados de satisfacer caprichos que desean. Del mismo modo pueden soportar ese nivel de sacrificio que estar junto a nosotros lleva aparejado siempre y cuando puedan constatar que junto a cada frustración también sale de nosotros una propuesta creativa y adaptada a sus necesidades de cada momento y que le sirve para dar rienda suelta a esa serie de retenciones a la que se ha visto obligado. En realidad la vida es suficientemente flexible para que si este gran proceso de toma y daca se va produciendo más o menos armónicamente, tanto los menores como los adultos que andamos cerca de ellos dispongamos de elementos de compensación que permitan valorar la vida como un proceso de enriquecimiento mutuo y beneficioso para ambos.

6 comentarios:

  1. En resumidas cuentas, centrémonos en la idea principal,
    "Los vaivenes entre lo que queremos y lo que podemos nos llegan cada día de mil maneras distintas. Los (niños) tienen que ver que esto es así para no hundirse en la miseria cada vez que no logran satisfacer sus deseos ni tampoco se crean los reyes de la creación cuando la vida les permita un superhallazgo, de esos que levantan la moral y llenan de entusiasmo porque permiten una satisfacción largamente buscada"
    Pero luego, la vida que es terca, demuestra día a día que a todos involucra este comportamiento. El sí, pero no. El no, pero sí, como expones.
    Bs

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  2. Estupendo todo lo que dices, Antonio; es horrible ver a niños a los que se les satisface todos los caprichos por "no oírlos", porque siempre van a pedir algo que no se les va a poder dar, y entonces ¡échate a temblar! Y también hay cada vez más adultos en el mismo caso, caprichosos y tontos como si tuvieran tres años, y te preguntas:¿estos adultos, cómo van a poder educar a un hijo o a un nieto, si ellos mismos necesitarían un cursillo acelerado?
    Deberíamos todos dar ese cursillo acelerado antes de ser padres.
    Un beso, Antonio.

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  3. La educación ha de incluir entre sus objetivos la tolerancia a la frustración. Un niño al que nunca se le dice no, tiene muchas papeletas para ser un adulto inadaptado. Y como ya nos encontramos con la segunda generación de niños a los que nunca se dijo no, ¿cómo esperamos que eduquen a sus hijos? Antonio, si recuerdas, en los 70 y en los 80 lo normal era que la familia dijera casi siempre no, y que la escuela infantil fuera un espacio de libertad, donde con mucho frecuencia podíamos decir sí. Ahora nos toca a nosotros ser los malos de la película, porque la familia ha dimitido de su papel normativo.

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    1. Ya veo que la sabiduría te va llenago, no creo que sólo con los años, pero estoy seguro que los años hacen lo suyo. Me alegro por tí porquew sé que los años sólo no significan mucho como no sea quer uno mismo ponga de su parte.
      Creo que es verdad lo que dices y que en los últimos años muchos padres han hecho dejación de sus funciones para no tener que asumir el riesgo de equivocarse o por la razón que seda. Yo creo que no es nada bueno para los niños y que está bien que en algún momento se encuentren con que sus deseos desbocados choquen en duro y tengan que parar y darse cuenta de que no todo es posible y que eso no es malo, sino que puede ser una oportunidad de crecimiento para ellos. Un abrazo

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  4. Querido Antonio !

    Completamente de acuerdo contigo :)
    En la educacion de los niños, nuestros hijos, nuestros nietos, y tambien nuestro alumnos es base el comunicarse, hablar, tratar de hacerlo, yo soy de las que creen que hablando se entiende la gente ( a veces no ) cuando uno quiere algo que no puede ser y se pone caprichoso para quererlo, muchas veces es por que los adultos los hemos complacido cada vez que queria algo, sencillamente para que no nos rompiera la cabeza, y esto se convierte despues en un arma de doble filo - al niño se lel explica, claro que para eso hay que tener paciencia, tiempo y ganas de hacerlo, y a veces uno no tiene tiempo suficiente ( hay niños tozudos que necesitan mas tiempo ) y es mas facil darle lo que quiere o comprarle lo que quiere o decirle que si, que explicarle que no puede ser o lo que sea que se le deba explicar.
    Tambien es cierto que hay niños mas faciles de educar, mas tranquilos de caracter, y otros que bueenooo !!!!!
    Pero si, estoy de acuerdo contigo totalmente - tambien la vida ( como dices tu ) que enseñas y muchas veces sin explicarte tanto :)

    Mi cariño Antonio y fuerte abrazo

    Aurora

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  5. Buenas noches Antonio.
    Cierto, porque mira si les damos enseguia todo lo que quieren, cada vez más, y no le dan valor a las cosas.
    Y luego al no poder conseguirlo todo,
    las frustaciones son más grandes.
    Un abazo desde Valencia, Montserrat

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