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domingo, 23 de septiembre de 2012

CUENTOS

Todo el mundo asume con facilidad que comer es indispensable y no suele cuestionarse que proporcionar comida a los pequeños es responsabilidad de los adultos que viven a su alrededor. Y esto es y ha sido así en todas las épocas y en todas las culturas, lo que indica que hay cuestiones que no necesitan de mucho estudio para ser asumidas y practicadas, independientemente del nivel cultural y del área concreta en la que se desarrollen.
No sé si con el mismo nivel de intensidad y de universalidad pero si no es así debería serlo los menores necesitan conocer y vivir la cultura que se desarrolla a su alrededor, las ideas que la rigen, la historia común y las directrices fundamentales que la configuran. Y eso lo necesitan asumir lo más pronto posible. No creo que a nadie se le pase por la cabeza andar explicándoles a los pequeños todos estos contenidos así a palo seco. Pero la vida tiene recursos para todo y ahí están los cuentos, que son capaces de transmitir lo que se necesite a través de contenidos y ejemplos que sí pueden estar al alcance de los más pequeños. Esta de alrededor de los tres años es la edad de los cuentos por excelencia. En todos los tiempos los niños se interesan por las historias que los adultos les cuentan pero en esta época lo hacen con verdadera fruición, casi como si su capacidad de asumir historias no tuviera límite. Es el momento en que nos piden que le contemos una historia y nos damos cuenta de que es una detrás de otra lo que quieren y no se satisfacen nunca al parecer.
Pero somos los adultos los que tenemos que ir poniendo orden dentro de ese nivel de relación, como en cualquier otro para que la relación no se convierta en una tortura y pierda su contenido esencial y positivo. Está muy bien que cada noche al acostarse o en cualquier otro momento que se considere adecuado, les contemos historias a los pequeños. Tenemos que saber que esa secuencia de vida es esencial y enormemente rica para ambos por lo que significa de relación y de transmisión cultural. No hace falta que dispongamos de una cantidad importante de historias para trasmitir. Si las tenemos, pues bien. Pero si no, no importa demasiado. Lo que los niños necesitan en primer lugar es escucharnos, interiorizar lo que somos capaces de decir con nuestro tono de voz, con nuestra actitud física compartir con ellos un rato importante de sus vidas y todo un esquema de lenguaje que les llega de nuestra boca y que les permite aprender todo un esquema de frases y de ideas en medio de las que les llega la cultura que les rodea.
A veces podemos darnos cuenta de que lo que ellos nos demandan no es que les contemos historias, que también, sino que les contemos. Con frecuencia nos demandan que les remitamos una y otra vez alguna historia concreta y parece que no se cansan de escuchar la misma historia una y mil veces. Es más, llega un momento en que podemos contar la historia y usar una palabra distinta a la más frecuente y ellos suelen parar para hacernos ver que así no es que lo que le dice el lobo es exactamente una fórmula que ellos han asumido de tanto escucharla y es la que necesitan para formarse la imagen de esa historia y no otra. Por eso hace falta casi como el comer que hablemos con nuestros pequeños y que escuchen historias de nuestra boca, siempre teniendo en cuenta que de lo que se trata es de relacionarnos con ellos y no de convertirnos en juguetes a su capricho para que terminen haciéndonos odiar esos maravillosos momentos de relación. También nos toca a nosotros, como siempre, poner límites a los tiempos y a las historias para dar paso a otras secuencias de la vida como, por ejemplo, dormir.

5 comentarios:

  1. Hola, querido Antonio , buenos dias amigo mío

    Un placer leerte como siempre. Los cuentos, los maravillosos cuentos que tanto gustan a los niños ( a mi tambien me gustan :)
    A mi por ejemplo me gusta inventarlos en base a alguno que tenga en la mano, pues considero que muchos de ellos son bastante anti pedagógicos , sobre todo para los mas pequeños.
    A mi nieta por ejemplo le fascinan los cuentos, sabe que antes de dormir su mamà o su papà le leera un cuento y asi se queda dormida siempre, a veces antes del cuento, pero al dia siguiente se lo recuerda :)
    Cada cosa debe tener su tiempo, su momento, asi es Antonio, muy bien lo dices- Lo esencial es la comunicacion con los pequeños, es hacerles ver o sentir que estamos con ellos y que somos capaces de hacerlos volar con la imaginacion que pongamos del cuento bien sea el escrito o el que contemos a nuestro albedrío.
    Contar cuentos es tan indispensable como comer, dormir, amarlos, en una palabra amarlos a los pequeños es tener momentos intensos de comunicación y una de los ejemplos mejores para ello, son los cuentos como tu bien dices.
    Y bueno, lo de siempre, me alargo- que le voy a hacer !!!! en tu casa me encuentro como en la mía ( tu tienes la culpa, me haces sentir muy a gusto )
    Bueno, te dejo un cachito y te mando muchos besos y un fuerte, fuerte abrazo .
    Aurora

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  2. Es realmente sorprendente reflexionar sobre estos importantes aspectos en la relación con nuestros hijos. Una buena base es siempre garantía de la educación con la que sabrán acometer toda una vida...el verdadero "cuento" con el que vivirán en el futuro!

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  3. Nunca se me olvidará cómo a mi padre le pedíamos cada tarde que nos llevara a los precipicios, lo que hoy es la Intermodal, a contarnos el cuento, que resultaba ser historia, del caballo Palais, que se le rompió la pata cruzando los Pirineos, jejejej. Y como se equivocara de pata, ya estaba el lío.
    Más tarde me pasó con mis hijos y el 'cuentico cuentau' que a cada minuto cambiaba de protagonista. Con el consiguiente cabreo de los críos.
    Luego, afortunadamente, hemos tenido la suerte de echar mano de un insustituíble Walt Disney y de los reyes de los dibujos animados.
    Pero tienes razón en exponer que lo en verdad interesante es aprovechar el cuento/historia como síntoma de afianzar la relación padres-hijos.
    (¡Y sin olvidar el pragmatismo de Mark, cómo no!)
    Besos abrazos
    A 24/09, día de la Mercè, y fiestas en (mi) pueblo

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  4. Antonio, esto de los cuentos y, especialmente, lo que tú dices de "contarlos" me trae a la memoria un episodio que nunca he podido (ni querido) olvidar.
    Mi ex marido era francés y, como yo leía bastante bien en esa lengua, teníamos algunos cuentos que sus hermanas nos habían traído, en francés.
    Yo se los leía a mi niña y un día me dejé uno de ellos olvidado en el bolso de sus cosas, que iba con ella a todas partes.
    Días después, cuando fui a recogerla a casa de mis padres (que la cuidaban mientras yo iba a los mercadillos a trabajar), me encontré a la niña embobada y a mi madre leyéndole el cuento francés... sin tener ni idea de la pronunciación, es decir, leyéndolo tal como sonaba, pero era tal su dedicación a la niña y su ternura que, según me dijo, llevaba casi una semana leyéndole cada día el cuento así y la niña pidiéndoselo también cada día.
    ¿Verdad que es una anécdota hermosa para recordar?
    Muchos besos, Antonio.

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  5. Hola Antonio.
    Que bello contar cuentos.
    Yo a veces hasta me los inventaba.
    Y que bello cuando los abuelo se omunicaban en la lumbre con sus nietecillos.
    Caramba, que mania de irme al pasado.

    En fin Antonio, es una delicia leerte.
    Un saludo de esta romántica empedernida que no tiene arreglo, ja, ja...
    Un beso, Montserrat

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