
Esta bien promover que tengamos confianza en nosotros mismos cuando decidimos cualquiera de los caminos posibles en la multitud de decisiones que hay que andar tomando a cada momento. Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que estemos acertando en las decisiones que tomamos. Lo que sí tenemos que tener claro es que la duda y la indecisión es la peor enemiga de la eficacia. Cualquier postura que adoptemos sin tenerla clara y sin estar decididos perderá casi todo su valor porque estaremos transmitiendo nuestra incertidumbre y nuestra duda. Nuestra boca estará diciendo una cosa, pero nuestro cuerpo estará diciendo otra. En esos casos, que son muchos más de los que creemos, los niños reciben los mensajes globales y no oyen lo que decimos sólo, sino lo que transmitimos con nuestra globalidad comunicativa, que está compuesta de lo que decimos, pero también de la cara que ponemos, del tono de la voz, de la posición del cuerpo, de la tensión con la que hablamos… , todo un conjunto de aspectos que hacn que la comunicación verbal que sale de nuestros labios se vea reforzada en el caso de que estemos confiados en lo que hablamos o bien que el mensaje se que en nada si todos los elementos que rodean al mensaje dicen lo contrario de lo que sale por la boca.

Este conjunto de matices que arropan al mensaje, cuando somos adultos es más fácil de soslayar porque nos hemos decantado por vivir dentro de un predominio de la lógica y del lenguaje hablado, pero con los pequeños ese modo de funcionar no vale porque ells son eminentemente sensitivos y es así como entienden y se comunican con nosotros lo que nos obliga a retomar todo el lenguaje no verbal que tenemos almacenado desde nuestra infacia dentro de nosotros y que puede que nos resulte raro de tanto tiempo como puede que llevemos sin usarlo. Para comunicarnos con los pequeños tenemos que encontrar el pequeño que llevamos dentro y ponerlo a funcionar.

La recuperación en alguna medida, del niños que siempre hemos tenido en nuestro interior nos puede valer, una de tantas ocasiones que la vida nos ofrece, para aprender, para saber más y mejor quiénes somos y las posibilidades que tenemos. Pero estos aprendizajes siempre necesitan de nuestra voluntad de que así sea. Son sólo posibilidades que, sin nuestro concurso no significan nada sin nos sirven para nada. Somos nosotros siempre y en todos los casos los que tenemos la última palabra. Por eso es fundamental que confiemos en nosotros mismos, porque todas las posibilidades de enriquecimiento personal dependen directamente de la actitud que nosotros adoptemos frente a las cosas que nos pasan y a las vivencias por las que pasamos.