Cuando se piensan en personas de pocos meses de vida, no es extraño que susciten ternura, afán de protección y conciencia de que son muy indefensos. Estos son los mecanismos que usa la naturaleza para que al recién llegado no le falten los cuidados necesarios. Pero la sensación no deja de ser un espejismo. Cada persona dispone de mecanismos de supervivencia suficientes como para cumplir su misión en la vida desde el lugar en que se encuentra. Un recién nacido no es tan indefenso como parece.
Los que hemos defendido desde hace más de 30 años que, cuanto antes, los niños donde mejor se educan es en contacto con otros niños, a veces hemos parecido ogros despiadados y faltos de la imprescindible sensibilidad afectiva. Es posible. Pero para no tener sensibilidad, algunos hemos pagado el precio de nuestra vida laboral en contacto con estos seres recién llegados y de ellos hemos aprendido algunas cosas. Ahora que ya hemos concluido el ciclo activo hasta nos interesa seguir reflexionando sobre el asunto y hasta intentamos comunicar, por si alguien quisiera escucharlo, algunos datos fríos y ampliamente constatados sobre la mejor forma de evolucionar en la vida.
Miles de veces hemos dicho desde la Escuela que HAY CARIÑOS QUE MATAN. Aunque sea un dicho sin más, encierra una verdad terrible y que toca los interiores más profundos de las personas. No es posible dudar de los amores paternofiliales así, sin más. Pero uno no se explica muchas veces cómo es posible tratar a estos pequeños de manera que, lejos de que vayan encontrando sus propias formas de salir adelante, de crecer, de ser cada día un poco más capaces de resolver sus problemas, lo que nos encontramos es situaciones de dependencia tan fuertes que hacen que se acabe el mundo para el pequeño o para el mayor si algo de su estructura les cambia y que se cree un esquema de vida en que ninguno de los dos parezca capaz de salir adelante sin la influencia del otro.
Comprendo que las críticas que se puedan hacer a las familias también se pueden hacer extensivas a la Escuela porque en cualquiera de las dos situaciones se cuecen habas. Pero la situación de Escuela me parece que tiene algo que la familia es incapaz de ofrecerle por más que lo intente: la presencia junto a él de otros miembros del grupo con las mismas demandas que él y con cuerpos y posibilidades muy similares. Desde poderse mirar de vez en cuando, escucharse, desear cosas casi idénticas y demandar atenciones parecidas y en momentos determinados: comida, sueño, limpieza u otros. La solución de estas demandas hace que ellos se vayan dando cuenta casi desde el principio, de que no son solos en el mundo, de que sus demandas son muy parecidas a las de los demás y de que casi todo lo que quieren se puede lograr con tal de tener un poco de paciencia para que los que le rodean también vayan satisfaciendo sus demandas. Esto tan simple resulta ser de los aprendizajes más profundos de esta edad de pocos meses de vida. En la familia es casi imposible que algo así se produzca.
Muy interesante la reflexión de hoy.
ResponderEliminarLo que tiene la escuela es que no está mediatizada por los vínculos que los padres tienen con los hijos, eso hace que las relaciones puedan ser más "objetivas".
De todos modos el ideal sería una buena escucha y colaboración entre los padres y la escuela.
Un abrazo
Mercedes
Antonio,amigo mio,estoy totalmente de acuerdo,muchas veces encerramos a los pequeños en un circulo de proteccion que despues son ellos los que tiene que pagarlo.La verdad das una gran leccion de amor en tu escrito,pues haces saber que el dejar que ellos mismos sean ¡ellos¡,es lo mejor para cada uno de los niños.Besos de luz.
ResponderEliminarHola Antonio.
ResponderEliminarMi nuera trabaja desde hace muchos años en una guardería, con niños casi recién nacidos.
O sea que mi nieta ha ido a la guardería desde el principio, pero con su madre.
Hay que ver lo que estimulan a los niños en grupo los reflejos desde bien pequeños.
Como siempre es muy interesante tu entrada de hoy.
Un abrazo, Montserrat
MUY BUENA TU EXPOSICIÓN Y FELIZ DE LEERTE.
ResponderEliminarBUEN DÍA.
Hola Antonio !
ResponderEliminarExcelente post amigo mio- nada peor que crear seres dependientes que no saben que hacer si sus padres no estan- La Escuela es necesaria, imprescindible en la vida de los niños, el contacto con otros niños, es imprescindible, tan necesario como respirar, es vida !!
Los niños son seres inteligentes desde el mismo momento en que nacen, los creemos indefensos pero no es asi- solo hay que guiarlos, educarlos,, enseñarles, pero dejarlos en libertad de poder hacerlo como ellos son en realidad, respetandolos, no queriendo que sean como nosotros queremos que sean- La Escuela es la segunda Madre en la vida de los niños, a veces la mas importante.
Excelente reflexiòn.
Un beso
Aurora
Estupenda reflexión nos dejas hoy Antonio.
ResponderEliminarNo llevé a mi hijo a la escuela hasta los dos añitos y era porque yo estaba con él (trabajaba de cuidadora en una guardería, por aquel entonces), pero de otra manera no se me hubiera ocurrido.
Pienso que hay de todo, pero muchas de ellas estan carentes de materiales, personal cualificado etc... y eso es un agravante que a muchos padres les echan para atrás.
Te hablo por lo que he visto, pero puedo reconocer y entender que algunas están perfectamente acondicionadas.
Y por supuesto que sé que la compañía de otros críos les hacen muy bien.
Bonita entrada
Un abrazo
He de reconocer que aunque mi trabajo nada ha tenido que ver nunca con los niños pequeños, sí he tenido la enorme suerte de que mis padres no fueran superprotectores y que con tremenda lucidez me dotaran de la capacidad de relación con otros niños como yo, puesto que en casa sólo me rodeaban adultos.
ResponderEliminarLa trasposición de mi propia educación ha formado parte de mi bandera en etapa adulta y me ha permitido seguir tu razonamiento como propio desde el principio.
Gracias Antonio porque ahora sé que nunca he luchado sola aunque lo mío fuera intuición y no conocimiento intenso.
Un abrazo y mi afecto.
Protegerlos, cuidarlos, mimarlos....¡Sí!
ResponderEliminarAcapararlos, condicionarlos, atontarlos.. ¡No!
hay que encontrar un equilibrio, un término medio entre ambas cosas.
Un abrazo!!!
en tu observación escrita y el video has resumido verdad y belleza... base de felicidad ambas.
ResponderEliminarBien parece que nadas contracorriente, ahora se lleva un estilo de maternidad tan, tan excesiva que probablemente dificulte ese proceso de autonomía que propugnas, cómo he hubiera gustado leerte cuando me ponían a caer de burro por llevar a mis hijos a la escuela infantil en vez de dejarlos en casa haciendo un máster de cómo se limpia la casa.
ResponderEliminarUn saludo
Hola antonio ,he encontrado tu blog por casualidad y me he llevado una agradable sorpresa!!Te felicito por esta entrada,un fin de semana estupendo.besitos.
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