


Me dan terror los perros vagabundos. Siempre están pendientes del más mínimo detalle. Basta con que vean que los miras y ya los tienes colgados hasta sabe dios cuando. Ya ves. Una simple mirada. Lo que puede el afecto, por mínimo que sea.
Las personas, igual. Si no hay quien nos manosee, ni nos hable, ni nos eche la vista encima siquiera, pues podemos morirnos de tanta nada sobre nosotros. Aplastados por la nada. Sin llanto ni risa. Sin una mano amiga, ni una palabra al oído, ni unos ojos en los que vernos reflejados. Para qué vivir sin calor de nadie.
Después le pones el nombre que quieras: amor, cariño, afecto, madre, familia, hogar…..Me da lo mismo. Tú encárgate de que no me falte una mirada, una mano cerca, un beso, una caricia. Lo que necesito para segur viviendo es eso. Luego le pones el nombre que te guste.
Sé que lo que digo son palabras. No tengo otra cosa. Ni cabe en este medio. Le buscaré una imagen y un sonido por si puedo adornarlo de alguna manera. Pero, en el fondo, es un mensaje que por sí sólo se queda corto. Necesita ser creído para que desarrolle su valor. Si yo lo digo y no hay quien lo escuche y lo crea y lo quiera no hemos hecho nada. Sin la comunicación no hay modo de que viva la vida.
Recuerdo la caída de la U.R.S.S., no hace tanto. Cuando accedían a los orfelinatos la impresión era que los niños te miraban fijamente, pero no reían, ni lloraban. Fue noticia de primera, lo recuerdo. Era extraño comprobar algo que ya se sabía pero que no se había comprobado. Estaban allí, delante, mirando fijamente a los visitantes sin esperar nada de ellos. No les hacían ni frío ni calor. Eran niños y llevaban a sus espaldas experiencias suficientes como para haber perdido la fe en la vida a base de indiferencia.
El apego no es una receta, ni nadie tiene una varita mágica para sacarlo a la luz. El apego es cercanía, confianza, calor, interés del que decide proteger por el que necesita ser protegido. Lo mismo me da que sea una persona que una maceta, que un perro desaliñado. Basta que exista esa corriente entre dos elementos vivos. Basta que quien lo necesita confíe en que tiene ese punto de conexión con alguien y surgirá la vida, el deseo, las ganas de aprender, la visión de futuro, la confianza en el mañana.
Es verdad que el apego no resuelve los miles de problemas que la vida nos plantea. Cada época tiene los suyos. Casi todos estúpidos, banales, innecesarios, es cierto. Todo eso son pequeñeces que tenemos que aprender a afrontar con espíritu amplio y saber que también el valor de cada cosa tiene su medida y que resolver los problemas de cada día no es más que dedicarse a vivir y que podemos resolver los de hoy pero vendrá mañana con los suyos y debemos guardar fuerza para encararlos. No, el apego no soluciona. Porque el apego está delante. Es como la puerta que nos abre la vida de par en par. Sin apegos estamos fuera y sin deseo siquiera. Necesitamos los apegos más que comer. Luego le llamas amor o como quieras, pero que no le falte a nadie que nace porque sin apegos ni podrá ni querrá crecer. La vida se proyecta en función de los apegos, a través de los apegos, como si los apegos fueran los hilos conductores.