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domingo, 9 de mayo de 2010

LA RUTA DEL AGUA

Si empiezo diciendo que el agua es la fuente de la vida yo sé que, durante mucho tiempo, durante casi todo el tiempo, esta frase ha hablado de la importancia decisiva del agua en las formas de vida y en las culturas y de que en el camino del conocimiento debemos llegar al agua para entender dónde se ha vivido, por qué y cómo, según las épocas.
Podemos establecer un recorrido fidedigno, siguiendo las rutas del agua, de las distintas concentraciones humanas sin temor a equivocarnos demasiado. Junto a los distintos itinerarios las gentes de todas las épocas han desarrollado su historia y su cultura valiéndose de ese líquido de vida como fuente de subsistencia y como elemento de poder con el que dominar o ser dominados según las posibilidades de acceso o no a su uso y disfrute.
Esta que paso a describir es, por tanto, una de las muchas trazadas por el ancho mundo. Esta me afecta por el hecho de haber nacido en Alfacar. Mucha gente celebra su pan pero en el pueblo, con razón o sin ella, se dice que es el agua la que establece la diferencia y dota a la combinación con la harina de ese punto tan celebrado que es posible que en breve lo podamos conocer como denominación de origen PAN DE ALFACAR. Como tantas veces en la vida, las verdaderas razones se ocultan con pudor buscando un recato en el que tal vez se esconda su verdadera fuerza.
Quiero empezar al revés. Comentaré las distintas fuentes de salida, partiendo de la más distante en dirección al punto de magia de donde surgen todas:
PILARILLO DE LAS ESCUELAS.- Se encuentra en medio del pueblo y ya no tiene escuelas junto a él, que eso es cosa de otros tiempos. Su caño tiene sonido de gloria y sabor de hogaza. Su magia queda demostrada desde el momento que mi Elvira es incapaz de pasar una sola vez por delante sin echarse una garfada a la boca y exhalar ese característico ¡Ahhhh! que tan claramente indica satisfacción y gozo.
PILARILLO DE LOS ENANOS.- Se haya escondido al comienzo del Carril, hoy oficialmente empeñados en que se llame Avenida de Valencia de Alcántara cuando todos saben que seguirá siendo el Carril por los siglos de los siglos. Los dos se llaman Pilarillos porque, como su propio nombre indica son pilares y pequeños, casi ridículos, pero sólo en extensión porque de ningún modo se puede decir de la calidad de sus aguas. Concretamente en este de los ENANOS la única explicación posibles es que el caño indica claramente debajo de modo que hay que agacharse para conseguir el líquido elemento. Se haya justo frente a lo que fue tantos años la Carnicería de Irene, una pequeñísima plazuela en la que también bordaba tul mi tía Ángeles con aquellas manos de oro. La fuerza de su caño es grande y su agua de primera.
LA FUENTE EL PIEJO.- Ya sé la anomalía de su nombre pero qué le vamos a hacer, así son las cosas. A nadie en su sano juicio se le ocurriría llamarle de otro modo. Has pasado ya la cruz de San Marcos y estás a un paso de FUENTE CHICA. Está un poco escondida en un recodo a la derecha. Lo mejor es preguntar al primero que te encuentren: ¿no está por aquí LA FUENTE EL PIEJO?. Seguro que das con ella sin ningún problema. Su caño también es discreto de volumen pero su producto verdaderamente exquisito.
FUENTE CHICA.- No hablamos del nacimiento porque no es fácil meter el hocico tan bajo. El pilarillo está detrás de la placeta, una vez que bajas las escaleras y parece que ya te marchas sin haber bebido. Entonces te lo encuentras a tu derecha. Su caño es recio y será difícil que no te mojes pero puedes quedar perfectamente saciado si embocas con determinación, que es lo suyo. Hoy no podrás encontrar, es cierto, ni a María ni a Anica las gitanas, elaborando con primor sus cestas de mimbre, sentadas como faraones en aquellas sombras tupidas y con los pies dentro del pequeño manto de agua que cubría la zona de manera permanente. ¡Qué le vamos a hacer! ¡No se puede tener todo en este mundo!
EL MORQUIL.- Es, sin duda, el néctar de las aguas. Ya pasó a la historia aquel cilindro que daba acceso al nacimiento y al que, aparte del irremediable ¡Eeeooo!, si tiraba una piedra atada a un junco para comprobar la suerte y otras propiedades. Solo era posible acceder a base de garfadas o bien agachándose y metiendo la boca directamente en el caudal a ras del suelo. Hoy está todo tapado y sólo queda un chorro poderoso aunque un poco solitario. De todas formas no hay que menospreciarlo. Te invito de corazón a que lo compruebes. Lo del néctar sigue en pie. La cola de gente llenando garrafas que se puede encontrar con frecuencia todavía habla de su poderío cualitativo.
FUENTE GRANDE.- Y por fin encontramos la semilla. En la falda del Calar y de las últimas estribaciones del PARQUE NACIONAL DE LA SIERRA DE HUÉTOR, seguramente provenientes de mil veneros ocultos y de otros mil recovecos insondables, tú te fijas y ves salir a borbotones lo mismo que si fuera lluvia, pero al revés, de abajo arriba, esa maravilla que nos identifica y nos define. Resulta que hace ya muchos siglos le llamaron nuestros bisabuelos musulmanes FUENTE DE AINADAMAR que en castellano entitula fuente de las lágrimas. No tenemos más remedio que parar aquí porque la otra opción sería meternos por los centros de la tierra y no es plan.
Seguramente este mundo tiene miles de circuitos como el que comento, pero este es el mío, entrañable, cercano y que hoy me gozo en compartir con vosotros. Cabe que hoy me despida con un beso de agua.

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