La
fuerza de los estereotipos es mucha y luchar contra ellos requiere arriesgar el
propio gregarismo de cada uno, cosa que no siempre encuentra solidez interior
para convertirse en comportamiento. He aquí el axioma: Si cada uno hiciera lo que quisiera, a dónde íbamos a llegar. Y una
vez pronunciado se da por supuesto que a todo el mundo le queda claro que es
impensable que todo el mundo pueda hacer lo que quiera porque eso y el caos son
la misma cosa. Pero un día de los muchos que componen una vida laboral de unos
40 años, uno se levanta fuerte y piensa…, ¿y si no fuera verdad esto de estar condenados
al caos?. ¿Y si pasara otra cosa?. ¿Por qué no probar a ver qué pasa?. Y, con
todos los miedos del mundo, un día te arriesgas y saltas al vacío.
De
ninguna manera me voy a poner estupendo a enunciar normas nuevas ni
estereotipos que he podido experimentar y que aunque puedan tener la fuerza de
ser testimonios directos, no dejan de ser muy limitados y producto de momentos
concretos, con la indiscutible fuerza de la realidad pero con la limitación de
unas condiciones que podríamos considerar privilegiadas. No me resisto a decir
que si cada uno hiciera lo que quisiera sería posible que aprendiéramos a
entendernos. No puedo decir que siempre porque me faltan datos para tener la
certeza, pero sí puedo decir que lo he visto en muchas ocasiones y que los
pequeños me han dicho repetidas veces con su comportamiento que debía confiar
en ellos porque eran capaces de desarrollar fórmulas de convivencia por ellos
mismos. Cada día más me he ido convenciendo de que he vivido cerca de la fuente
del conocimiento, del aprendizaje, del desarrollo de la vida y que a poco que
abriera los ojos y mirara, podría aprender de ellos a valorar la incertidumbre
y el riesgo como el estado normal de la vida en libertad y como una permanente
oportunidad de crecer y de perfeccionarnos todos y cada uno de nosotros.
No sé
si he aprendido mucho o poco porque no tengo con quien compararme ni me
preocupa mucho saberlo. Sí sé, porque lo he visto con mis propios ojos, que
aprender a vivir en libertad es posible, que las personas lo deseamos y que
cuando podemos ejercerlo, lejos de producir caos lo que se ve es que aprendemos
a valorarnos unos a otros, que cada uno buscamos como locos nuestros espacios
de realización personal y que asumimos niveles de frustración razonables si eso
lleva como resultado el que todos nos sintamos integrados en un grupo y eso en
mi tierra se llama armonía, paraíso, cielo…, lo que sea pero deseable y digno.
No quiero ir mucho más allá para no poner en entredicho todo el aparato
normativo que cada día se despliega por encima de nuestras cabezas y que
pretende ofrecernos un marco de convivencia seguro cuando la mayoría de las
veces lo que consigue es que con la excusa de la seguridad, más que dudosa y
muchas veces un desastre como vemos con frecuencia, al final lo que resulta es
que la autoridad no se busca como fórmula de consenso que nos pueda incluir a todos sino que se ejerce por unos
pocos para dominar la voluntad de la mayoría.
Quiero
ser comedido, es cierto, pero lo que he visto y vivido lo he visto y lo he
vivido y negarlo sería indecente por mi parte. Vivir en libertad es posible
muchas veces y la armonía no se puede imponer sino que tiene que surgir del acuerdo
y del consenso, solo posible si conseguimos una fórmula de vida en la que todos
nos sintamos integrados. Que las personas somos capaces de renunciar a una
parte de las cosas que deseamos si con esa renuncia logramos sentirnos
integrados en un grupo. Que la libertad es posible y nunca significa tenerlo
todo seguro sino aprender a vivir con un nivel razonable de inseguridad porque
eso también es una forma de sentirnos vivos y necesitados de perfeccionarnos
cada día. La vida no está acabada sino que la vamos perfeccionando entre todos
a base de aciertos, de dudas y hasta de errores a los que todos estamos
sometidos en el quehacer diario.
Habla la voz de la experiencia...
ResponderEliminarSaludos
pues claro que sí, no es axioma y aunque sí fuera, lo importante es estar plenamente conscientes de que los hilos y ataduras que nos constriñen son multitud
ResponderEliminarpero si al mismo tiempo somos capaces de intentarnos LIBRES, seguro que ello mismo nos proporciona la fuerza necesaria para salir airosos
o aceptablemente liberados. Que no es poco, a estas alturas de nuestras pelis, Antonio
besos
Es verdad lo que dices d que también el tiempo desde el que hablamos cuenta y nos sitúa en nuestro lugar a cada uno. Un beso
EliminarDifícil lo pones hoy: la libertad y la responsabilidad unidas de la mano, nuestro trabajo de ayudar a ser ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos (y no los he puesto en este orden al azar), con un espíritu crítico y creativo que ayude a mejorar a esa misma sociedad que nos paga para que sus nuevos elementos se integren. Siempre queda esa duda de si hemos dejado bastante margen de libertad a nuestros alumnos; de si todas las normas que se han incluido en el día a día eran realmente necesarias; de cuanto más se puede abrir la mano sin que nos puedan acusar de negligentes.
ResponderEliminarLa propia duda sobre la idoneidad de nuestro trabajo ya me parece una manera de lucidez. Para mi, el verdadero delito fue siempre y sigue siendo hoy sentirse en posesión de la verdad y no atrevernos a pensar que wes posible que podamos hacerlo mejor de otra manera. Un abrazo
EliminarSi no quieres lo mismo, tendrás que hacer algo diferente piensa en soñador a punto de dar un paso que lo cambie todo mientras el que vive alimentándose del miedo le susurra: o esto o el caos.
ResponderEliminarPues ¿sabes? un poco de caos no estaría mal.
Un beso