Seguro
que no es una cosa sola pero la playa tiene componentes que nos hacen ser
distintos. Supongo que las altas temperaturas, que hacen que cualquier ropa que
tengamos encima nos resulte excesiva, el agua con su efecto gratificante en la
quedó el cuerpo, aparte de sentirse menos pesado se ve consolado de los ardores
tantas veces excesivos del verano, el viento, molesto con su intensidad y
persistencia, también nos mueve a la gratitud con su consoladora brisa junto a
las olas… Estos componentes y algunos más de carácter primitivo y relacionados
con la desnudez permiten concluir que junto a la playa parece como si fuéramos
otras personas, más permeables, más inocentes y más iguales.
Ya sé
que en nuestro afán de huir de lo sencillo no paramos de complicarnos la vida y
somos capaces de complicarlo todo hasta conseguir diferenciarnos de la manera
que sea. Quizá por eso vamos imponiendo toda una serie de aditivos también en
la playa, al margen de lo que es la esencia del cuerpo desnudo que tanto nos
iguala y que forzando la situación nos mantenga la ilusión de que por más que
parezcamos iguales no lo somos. Inventamos artilugios imposibles de
generalizar, acciones cuya complejidad requiera entrenamientos fuera del
alcance de la mayoría, utilización de los espacios marinos superficiales o
subacuáticos que al margen de los elementos igualatorios que impone la desnudez
terminen por demostrarnos que ni en cueros somos capaces de sentirnos
sencillamente personas sin más limitaciones ni aditivos. Y la propia línea de
costa termina por llenarse de aparatos, lugares y rituales que sigan
estableciendo diferencias entre nosotros porque parece que, ni desnudos somos
capaces de reconocernos como seres de la misma especie sin diferencias apenas y
con casi idénticas limitaciones.
Con lo
sencillo que es quitarnos la ropa y tumbarnos sobre la arena y dejar pasar el
tiempo a ver qué pasa. Con los más pequeños es más fácil todavía. Tendremos una
ocasión de oro para darnos cuenta de lo sencillo que es gozar de la vida y de
las cosas elementales que la vida nos pone en la mano. Gozar de nosotros, de
nuestro cuerpo sin tapujos a plena luz del día, después de tantos meses de frío
en los que lo hemos llevado bien cubierto. Podemos contemplarlo en toda su
extensión y complejidad y permitir que el astro rey nos alcance directamente y
penetre en nuestras células modificando nuestro color de piel y sanando con
algunas precauciones imprescindibles las deficiencias que hemos arrastrado en
los meses en los que hemos andado cubiertos. Un buen experimento es dejar a los
pequeños solos ante su propia desnudez, el sol, el agua y el viento a ver qué
pasa. Nos vamos a dar cuenta en muy pocos minutos de lo que necesitamos para
gozar de la vida. Cada uno por sí mismo se va a entretener a su manera y no va
a necesitar más que respeto a su tiempo para interactuar con los sencillos
medios que tiene al alcance de la mano.
Pero
parece que tenemos no sé qué tipo de microbios en nuestro interior para
interpretar que las cosas no pueden ser tan sencillas como parecen. Rápidamente
empiezan a aparecer cubos, palas, rastrillos, piscinas de plástico porque el
inmenso mar no tiene la medida que deseamos, botes de recreo, canoas, trajes de
neopreno para investigar los fondos marinos, motos acuáticas para correr como
locos por encima del agua y llenar el espacio común con el ruido ensordecedor
de los motores, tablas de carbono que nos hagan flotar con facilidad y
desplazarnos por encima de las olas si somos capaces de coger las rompientes
adecuadas que las propias olas necesitan para deshacerse en la playa. Todo un
conjunto de cosas que seguro que pueden ser elementos que ayuden a mejorar el
bienestar durante el tiempo que permanecemos junto al mar, pero que también
pueden servir y de hecho sirven para establecer diferencias entre unos y
otros.
Buena reflexción. Mis hijos nunca se lleverón juguetes ni nada parecido a la playa. ellos jugaban con el agua y la arena.
ResponderEliminarSaludos veraniegos.
Bañarse desnudo o simplemente estar desnudo con otros y determinados momentos y lugares es algo que nos libera y descarga nuestras tensiones.He participado en un sistema de crecimiento personal donde en escasas situaciones la danza se hacía desnudo. El morbo era inexistente.
ResponderEliminarSaludos invernales.