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domingo, 31 de diciembre de 2017

RESPETO


         Este ancho mundo da para mucho según donde vivas. Tenemos desde unas madres que arriesgan su vida en una barca neumática para conseguir que los hijos que llevan en su vientre nazcan en Europa, lo que significará un seguro de vida para ellas mismas y para sus pequeños por el hecho de haber nacido aquí, hasta el espectáculo humillante de los pequeños que al parecer tienen derecho a todo porque han nacido aquí y porque sus familias son capaces de facilitarles el oro y el moro por su bella cara, de traerlos y llevarlos de acá para allá con todos los medios materiales a su alcance sin que nadie piense en ellos como personas, con unas necesidades y con unos derechos, completamente independientes del contexto en el que hayan nacido. Me da risa recordar que en un momento de mediados del siglo XX la comunidad internacional elaboró la DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO para lograr el respeto debido para todos.

         No voy a decir que cualquiera tiempo pasado fue mejor para los niños porque sería mentira. Los actuales medios de comunicación, son capaces de ponernos delante de los ojos el cadáver de un niño de tres años recién ahogado en una playa de Europa a la que llegó huyendo de la guerra de su país y buscando un mundo mejor. Hemos alcanzado un grado de descaro y de cinismo tal que cualquier referencia a la conciencia debida se convierte en un sarcasmo. Llegamos a conocer escándalos de organizaciones solidarias que trafican con los ingresos que consiguen de los ciudadanos y que terminan en los bolsillos de los dirigentes. Lo que han cambiado no son los hechos que se denuncian. Lo que ha cambiado es que en estos momentos podemos saberlo con pelos y señales, ponerles cara a los responsables y tenerlos delante de nosotros mientras terminamos el postre cualquier día.

         Sé que son muchos millones los que viven sus vidas lo mejor que pueden, encaran el respeto a sus hijos o a todos los menores del mundo con el más alto grado de conciencia que sus entendederas les permiten y, dentro de sus posibilidades, son capaces de establecer una relación digna con sus pequeños, proporcionándoles una vida aceptable cada día porque a pesar de tantos motivos de escándalo no debemos olvidar que nunca como en estos tiempos hemos dispuesto de tanto saber y de tantos medios para dignificar la vida en general y la de los pequeños en particular. Se hace difícil meter todos los elementos de análisis en un recipiente, batirlos con fuerza y, una vez convenientemente mezclados, sacarlos a la luz y hacerlos valer cada día  en cualquier lugar del mundo. Hoy es posible lo que digo porque tenemos los medios para ello. Otra cosa es la digestión que seamos capaces de hacer con tanta mezcla en tan poco tiempo.

         No tenemos problema de falta de cosas. Tenemos alimentación, ropa y juguetes para todos como nunca. Somos capaces de hacernos presentes en cualquier lugar en un momento determinado, pero nunca como hoy queda de manifiesto que el problema de la injusticia es de reparto, de lo que vale una vida en Europa o más allá del Estrecho de Gibraltar. De lo que vale un juguete en Europa o en cualquier lugar de conflicto de los muchos que están activos por el mundo. De la indiferencia que el embotamiento informativo ha producido en nosotros que somos capaces de estar tumbados en cualquiera de nuestras playas y ver cómo llega una patera con personas exhaustas que se juegan la vida por sobrevivir sin inmutarnos. El futuro nos pasará factura de tanta cobardía y los niños que pasean con sus madres en esos carromatos miserables por nuestras calles abriendo y cerrando cubos de la basura con cuyos productos  malviven, nos mirarán de frente y nos dirán que también son personas y que a ellos no les está alcanzando el respeto universal.  

domingo, 24 de diciembre de 2017

REGALOS


         No sé si este es el momento pero si no lo es, no cabe duda que vamos de cabeza a su encuentro. Es el viejo truco de confundir la gimnasia con la magnesia. Un día descubrimos el valor de viajar y a los pocos siglos nos encontramos con  que hemos hecho de la industria del viajar la primera empresa. Claro que no es exactamente lo mismo porque nos importa un pito las razones que cada uno tenga para desplazarse de un lugar a otro. Lo que verdaderamente nos importa es dejar sus bolsillos tiritando. Después, ya pueden seguir sus vidas como quieran. Hemos llegado a lo que llamamos EL TURISMO DE BORRACHERA. Vienen, se pasan todo un fin de semana como cubas y después vuelven a sus casas con el bolsillo vacíos y nosotros tan panchos. Hemos transformado la idea del viaje en un producto comercial de primer orden, en un regalo más.

         Parece ridículo traer a colación una vez más la secuencia del abuelo que llega a la casa del nieto con una caja y dentro un regalo carísimo para que el nieto se dé cuenta de cuánto lo quiere. Se saca el regalo de la caja y mientras toda la familia se vuelca en alabanzas sobre el buen gusto del abuelo, el pequeño se lo pasa pipa jugando con la caja que envolvía el maravilloso regalo al que apenas si ha mirado. Pero no creo que nadie se dedique a leer lo que pasa en una secuencia de este calibre. Sería tanto como permitir que se nos cayera la cara de vergüenza y comprobar lo bajos que hemos caído en un aspecto más de las relaciones familiares en las que el sentido del obsequio en el que importaba la profundidad de lo regalado como una muestra más del amor que le profesamos a la persona regalada, todo se ha quedado a fin de cuentas en una transacción comercial como otra cualquiera en la que el regalo se dosifica para que esté en proporción con el que la persona regalada nos tendrá que hacer cuando llegue el momento.

         Nos va haciendo falta un buen fregado mental hasta encontrar el verdadero sentido de las causas que nos motivan a actuar de una manera, en el tema de los regalos como en cualquiera de los otros aspectos esenciales de las relaciones humanas, hasta que encontremos el verdadero camino y nos convirtamos en los seres limpios de corazón que un día debimos ser, aunque en este momento sea francamente complicado encontrar la limpieza de intenciones en medio de tanta hojarasca como hemos llegado a meter entre unos y otros. Conseguimos fácilmente atiborrar a los pequeños de cosas cuando ellos en realidad lo que más necesitan no son cosas. Recuerdo hace años el empeño por conseguir que dispusieran de una habitación para ellos como signo de independencia y de progreso y la decepción de ver cuando la tuvieron que los niños dejaban su preciosa habitación y seguían viniendo detrás de nosotros.


         Es a nosotros a quien buscan, a quien necesitan y es a nosotros a quienes necesitamos todos. Parece como si estuviéramos huyendo siempre y tratando de delegar en las cosas que nos intercambiamos las trasmisiones afectivas que la vida nos reclama, pero son maneras de huir que articulamos para no ver lo que tenemos desde el principio delante de los ojos. Lo que vale no son las cosas sino nosotros y es nuestra necesidad de unos con otros lo único que puede saciar nuestra sed de relación. Por más que lo intentemos y por más dinero que invirtamos en ello, creo que nadie va a lograr sustituir el original por la copia, por mucho que nos esmeremos en ofrecer una copia vistosa. Sé que parezco un poco cenizo porque tendría que estar cantando villancicos y hablando de felicidad pero entiendo que puede ser útil para alguien el que nos demos cuenta de que lo que tenemos debajo de los pies es la tierra, que de ella salimos y que a ella volveremos. Un beso para cada uno.

domingo, 17 de diciembre de 2017

FELICIDAD



         No sé si será para combatir las horas de oscuridad o para que el comercio haga su agosto antes de fin de año, ahora entramos en un mes en el que una orden no escrita se impone: TENEMOS QUE SER FELICES. Todo es alegría, sonrisas a diestro y siniestro, cantamos y bailamos en todo momento, brindamos con cava por lo mucho y por lo poco,  comemos y bebemos hasta no poder más y en este mundo no cabe la más mínima nota de preocupación ni de amargura. Todo es dicha y juventud a nuestro alrededor. Los niños viven en una fiesta permanente. Se pasan el día abriendo paquetes de regalo y despilfarrando papeles y cartones a toneladas hasta encontrar los merecidos obsequios que se merecen por su bella cara. Y todo mezclado a golpe de imagen con las interminables llegadas de refugiados que no cesan y los reclamos de las ONGs que cada vez necesitan más colaboración para desarrollar sus múltiples planes solidarios en todos los rincones del mundo.

         Si cada día más en la escuela los pequeños se encuentran en un mundo extraño y ajeno. Su mundo informático y de redes a duras penas es capaz de seguir el ritmo cuando los propios pequeños se desenvuelven como pez en el agua porque han nacido y viven como si tal cosa. Es su verdadera lengua materna. Esta inflación de estímulos de felicidad inducida sin ningún referente con la realidad vivida, lo que produce a fin de cuentas es más soledad, más desamparo y mayor separación entre lo vivido y lo soñado. Sería hoy imposible, justificar una semana completa sin la presencia de una fiesta con risas, con regalos, con sus gastos correspondientes, sencillamente porque hoy es hoy,  por lo guapos que somos y porque todo nos lo merecemos por nuestra bella cara. Viva dios que nunca muere y si muere resucita. Quien es capaz de sugerir momentos de recogimiento, de soledad y de silencio como situaciones deseables.


         No hay medida porque sencillamente, el comercio, que es el origen y el sentido de tanta monserga, es el que marca el paso y nunca se consuela. Agranda y agranda  sus bolsillos ilimitadamente para que el beneficio no decaiga. Estamos en una vorágine en la que si paramos nos morimos. Hemos logrado encadenar las secuencias de tal forma que todo tiene sentido a condición de que seamos capaces de mantener el ritmo de gasto y de crecimiento sin advertir que cada vez necesitamos mayor inversión para hacer que los incentivos que invitan a mantener la excitación requieren mayor gasto. Es una rueda que parece que no tiene fin pero que nos va cubriendo la vida y nos va haciendo cada vez más invitados y dependientes y menos protagonistas. Como si por nosotros mismos no fuéramos nada y sólo nos alcanza el bienestar en función de lo que somos capaces de consumir según lo que exija cada época. En ese sentido  las navidades se llevan la palma. Parece que nos han hecho la boca un fraile.


         Hay que volver a la primera señal de vida que las personas somos capaces de protagonizar a  poco más del primer año de vida: NO. Probad y veréis que bien sienta por dentro y por fuera. Quizá al principio suponga algún miedo pronunciarlo: NO. Hay que repetir, acostumbrarse al monosílabo, perderle el miedo a tantos fantasmas como nos amenazan. Ninguno de ellos es verdad. Hay que ir vencer el miedo, eso sí, que no es poco. Pero a medida que repitamos el mantra del NO veremos como todo un mundo nos crece alrededor y los que parecíamos muñequitos que bailábamos al son que nos tocaban unos y otros nos vamos convirtiendo en personas con nuestras propias caras y con nuestras propias manos, capaces de salir adelante con nuestras particularidades. Al final, el NO significa siempre nuestra redención como individuos, lo mismo al final del primer año de vida que en cualquier otro momento.

domingo, 10 de diciembre de 2017

CUSTODIA


         A veces puede dar da la sensación de que en esta tribuna faltan pronunciamientos claros en temas polémicos del mundo actual referidos a los menores y no me gusta. Por esa razón quiero hoy mojarme por completo en el asunto de la custodia cuando se produce la separación de la familia, asunto que en España tiene una historia legal muy limitada porque hasta hace poco las separaciones legales eran poco menos que testimoniales. He dicho las separaciones legales porque dentro de la familia tradicional se producían situaciones de todo tipo pero parece que como la estructura legal se mantenía, cabía suponer que la realidad interna no sufría cambio. Completamente falso porque todos hemos conocido situaciones de degradación insoportable por más mantos de legalidad que pretendiéramos echarle encima para cubrir las apariencias.

         Cuando los problemas se producen, la tentación de ocultarlos está siempre presente para negar las evidencias. Es hacer como los avestruces, que cuando ven una dificultad meten sus cabezas debajo de la tierra. También los pequeños se defienden de las dificultades tapándose los ojos. La sociedad no debe hacer tal cosa y lo mejor es regular las rupturas de las parejas y ofrecer a los pequeños una estructura legal que los proteja de la mejor manera posible. En un principio la custodia se le asignaba a la madre que era la que venía ejerciendo el cuidado de los hijos en la realidad. No dudo que la intención judicial pudiera ser la de intentar que los pequeños gozaran de las mejores atenciones. Y en muchos casos seguramente fue así. Pero en la vida todo evoluciona y pronto nos dimos cuenta de que toda una generación de padres se vieron privados de sus hijos y viceversa,

         Poco a poco se va imponiendo la figura legal de la CUSTODIA COMPARTIDA en la que no se cuestionan las capacidades de ninguno de los dos miembros de la pareja para hacerse cargo de los hijos y los jueces empiezan a asignar esta responsabilidad a ambos como primera opción. Comprendo que la dificultad de resolver equitativamente un conflicto tan vivo como una separación sentimental cuando hay menores de por medio no es un huevo que se echa a freir pero son los protagonistas los primeros que deben ofrecer a la justicia un reparto que les convenga a ambos porque seguramente será el más cercano a la mejor solución. En caso de que no lo alcancen, se debe asumir que la responsabilidad es de ambos y no de uno sobre otro. Ya sé que no hay soluciones perfectas en todos los conflictos, sobre todo si son tan profundos y complicados como los de convivencia. Por eso es importante que ninguno de los responsables se vea mermado en sus responsabilidades.


         Han sido una serie de padres sobre todo los que, al menos en España, han alzado su voz en defensa de su responsabilidad social para con sus hijos y han denunciado que no estaban dispuestos a renunciar a su papel en la vida de sus hijos durante el largo y decisivo periodo de la infancia y convertirse en convidados casi de piedra con un nivel de influencia testimonial de un fin de semana cada quince días y una participación económica en su manutención que no podían ni siquiera administrar. Con todas las limitaciones considero que la mejor solución es la que plantea la pareja y los jueces deben asumir que su función debe ser la que dar legalidad a esos acuerdos. Y en caso de que no los haya, a través de la CUSTODIA COMPARTIDA se deben respetar los derechos de la pareja sin que ninguno de los dos se vea ni favorecido ni perjudicado en su influencia ante los pequeños. La solución puede ser fría como todo lo legal, pero me parece la más justa para todos. 

domingo, 3 de diciembre de 2017

FRÍO


         Habíamos interrumpido un par de semanas nuestros contenidos para dar cabida a acontecimientos de relevancia para los menores como fue la experiencia del grupo de Manuel Ángel de pernoctar en la propia escuela o la presentación de una asociación que pretende preocuparse por la primera infancia como nos explicó nuestra compañera Lucía Tapia. Ambos asuntos nos pareció que no sólo formaban parte de nuestra temática sino que aportaban ángulos de visión complementarios y que por eso necesitaban ser atendidos por nosotros. Tiene que ver con la vida no sólo lo que se piensa sino lo que pasa en la vida como tal. Ambas partes del contenido completan la visión y la enriquecen. Eso es lo que espero que nos suceda a nosotros por lo que no debemos renunciar a ninguno de los contenidos que tanto una visión como la otra nos puedan aportar.

         Esta noche hemos alcanzado cinco grados bajo cero. Si consideramos que la semana pasada las noches podrían andar entre los cinco y los diez grados en positivo no es difícil deducir que el frío invernal se nos ha colado de sopetón. No es que sea raro que en diciembre alcancemos estas temperaturas por la noche. Lo raro ha sido que estábamos viviendo un otoño templado, casi caluroso,  y en pocos días nos hemos colado en pleno corazón del invierno. Nos faltan, de todas formas bastantes días de lluvia que apenas si los hemos visto aparecen dos o tres veces desde el verano. Así están nuestros pantanos, que han bajado su nivel de reservas de manera alarmante. La estación de esquí por el contrario ya está casi a pleno rendimiento porque con las temperaturas bajas ya se encargan los cañones de fabricar la nieve necesaria para que los esquiadores puedan disfrutar de su deporte favorito.

         Con el frío repentino no es raro que nuestros pequeños apenas se vean por la calle y si aparecen, sea embutidos en gruesas prendas de abrigo para resguardarlos de los fríos cortantes. Como siempre, nuestra voz se alza en defensa de los pequeños porque, siendo verdad que hay temperaturas que pueden ser peligrosas si no disponemos nuestros elementos de abrigo que nos defiendan de ellas, tenemos que recordar que nuestro mejor abrigo es nuestro cuerpo que tiene unas posibilidades de adaptación más amplias que las que estamos dispuestos a reconocerle. No vamos a defender que nuestros pequeños no se abriguen contra el frío. Lo que sí vamos a insistir una vez más es que el exceso de abrigo lo que va a producir en primer lugar es que apenas puedan moverse, por lo que van a estar más indefensos. Es preferible un poco menos de abrigo y permitirles que se muevan porque el ejercicio va a significar también una importante fuente de calor para que se defiendan.


         Una vez más las familias han de hacer un ejercicio de sensatez y ver que si sacan a sus hijos de la casa sin demasiado abrigo no se trata de que sean unos familiares irresponsables que no cumplen con sus obligaciones para con sus pequeños como suele suceder con frecuencia sino que pueden ser personas capaces de razonar y pensar que el frío también hay que combatirlo con ejercicio y no solo con ropa de abrigo. Es más raro encontrarse a menores abrigados pero capaces de moverse y de generar calor con sus movimientos que perfectamente embotados y dentro de los carritos, como en pequeñas jaulas, puede que muy bien adaptadas pero para que quien vaya dentro permanezca inmóvil y no ejercite sus propias capacidades de defensa, que las tiene y muchas. No me quejo por tanto del frío repentino que se nos ha venido encima de golpe sino de que nuestra respuesta con los menores sea proporcionada y en ningún caso pase por inutilizarlos a base de abrigos.