Cuando
termine este ciclo de calor que espero que ya empiece a remitir, aunque sólo
sea por las noches, habremos superado los treinta días con 40 grados o más.
Desde que tengo memoria cada verano hemos tenido puntas de agobio en los que se
han superado esas temperaturas. El cambio que se está produciendo es la
persistencia del calor durante días y días. En esta tierra estamos
acostumbrados a sobrevivir con esas puntas porque se trata de un calor seco y
porque en general está el consuelo de la noche en que las temperaturas alcanzan
los alrededores de los 20 y eso consuela mucho. Esas amplitudes térmicas tan
acusadas hacen que el cuerpo no termine de acostumbrarse a vivir por encima de
su temperatura natural durante tanto tiempo. Es verdad que los aparatos de aire
acondicionado han venido a paliar en gran medida la sensación de desesperación que
se vive cuando la temperatura no baja a intensidades más asumibles, pero
también es cierto que no todo el mundo tiene acceso a esos medios.
En el
caso concreto de los pequeños, que son el motivo principal de nuestra atención,
la particularidad estriba en que ellos no están pendientes para nada de si la
temperatura sube o baja sino que se comportan en cada momento en función de las
sensaciones que les va pidiendo el cuerpo y normalmente se mueven mucho más de lo que sería conveniente.
Por esta razón se hace imprescindible que sean los adultos a su cuidado los que
deban estar pendientes de si en algún momento se desenvuelven adecuadamente o
no según el ambiente que les rodea. Quizá en este sentido y para prevenir
excesos que nos puedan dar un buen susto sería bueno que en estos días la presencia
de los líquidos fuera permanente y estuviera en todo momento cerca de los
pequeños. Eso no quiere decir que nos despreocupemos pensando que ya recurrirán
los menores a los líquidos cuando los necesiten, porque esto no siempre se va a
producir.
Lo que
sí quiere decir es que tenemos que estar pendientes para que beban agua con
suficiente frecuencia como para que su agitado cuerpo disponga de líquidos de
reserva y se evite en todo momento la temible deshidratación. Pero es
importante que sea agua lo que ingieran y no cualquier otro refresco con
suplementos de azúcar que no les quita la sed del mismo modo y que les hace
ingerir aportes innecesarios de glucosa contribuyendo a una inadecuada
alimentación y provocando obesidad en unas edades y en unas cantidades
completamente inadecuadas. He detectado un anuncio muy en boga estos días que
dice: Todos sabemos que hay que comer
fruta cinco veces al día, pero como no tenemos tiempo podemos tomar en su lugar
un buen vaso de este producto que tiene el mismo sabor que la fruta. Lo que no dice, como es lógico
es que con esa bebida se bebe mucho más azúcar que con una fruta entera y nada
de la imprescindible fibra que la fruta lleva en su composición.
Al
mismo tiempo se hace conveniente la presencia del agua cerca de los pequeños
para que puedan manipularla a placer. No necesariamente tiene que ser que
estemos demasiado tiempo metidos en el agua. Lo que sí puede promoverse es que
dispongan a la mano de cualquier recipiente que les permita mantenerse activos
el tiempo que necesiten y cerca del líquido elemento, que les va a servir de
regulador natural de la temperatura al tiempo que satisfacen su tendencia a la
manipulación y al conocimiento de este elemento esencial de la vida. En los
meses de invierno, al menos en estas latitudes, sólo se va a ver en el grifo y
poco más. El líquido, por tanto, en una situación de temperaturas agobiantes
como la que estamos pasando, se hace más importante que comer que, a fin de
cuentas, con cuatro picoteos de aquí y de allá podemos resolver mientras el
agua es la que nos va a proteger en mejores condiciones si mantenemos el
contacto cercano con ella.
Muy buena aportación ...
ResponderEliminarSaludos
Cuando España está denostada por quienes debieran de amarla, y reniegan de su maternidad y sus apellidos, por conseguir mayores parcelas de poder, aunque sea a costa de herirlos y dividirnos a todos, es un soplo vivificador escuchar ese piano a dos tres y cuatro manos, con una pieza dedicada a ella. Gracias.
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