Hemos hablado otras veces de la
conveniencia de que los pequeños, pese a pasarse más de dos meses de
vacaciones, cosa que nos sigue
pareciendo claramente demasiado, dispongan durante ese tiempo sin reglar
de algún tipo de orden en su vida para evitar que los días se los pasen de acá
para allá sin encontrar ninguna forma de organización. Hemos llegado a sugerir
y ahora insistimos de nuevo, que acercarlos a los productos de alimentación
puede ser una buena excusa para hacer de su vida veraniega algo más que ver
pasar el tiempo sin oficio ni beneficio. El criterio tiene la ventaja de que el
proceso de alimentación tiene ocupaciones de interés para todas las horas del
día. Desde la visita matinal al supermercado correspondiente o a la frutería de
la esquina en la que nos vamos a proveer de los productos que consideremos
necesarios para cada día, hasta la elaboración de las comidas que nos van a
servir de sustento a la vez que nos ordenan la vida.
Hoy se insiste cada vez más en la
conveniencia de alimentarnos con elementos crudos o a través del mínimo proceso de elaboración con el
fundamento de que llegan en mejores condiciones a nuestro proceso digestivo.
Este criterio del cual participo por completo hace que todo el mundo de las
ensaladas sea prioritario e imprescindible en nuestra alimentación. Hace más de
40 años que pusimos en marcha nuestra experiencia educativa en Granada y desde
entonces no hemos dejado de proveer a los pequeños de un plato de ensalada como
el primero del variado menú que venimos ofreciendo. Desde un hermoso de tomate
pelado y picado con aceite y sal para que los que andan por el primer año vayan
gozando del color y del sabor rojo, seguramente llevándoselo a la boca con sus
propias manos, hasta los mayores de cinco años que se toman unas ensaladas que
son verdaderas enciclopedias de alimentación en colores y en sabores.
Probablemente con este plato, que en
todas las familias y sobre todo en verano debería ser el primero e
imprescindible, tenemos al alcance de todos en su factura y en su consumición,
al menos la mitad del cuadro alimenticio que necesitamos. Quizá falta por
aclarar, porque ya estoy viendo algunas caras de escepticismo que no faltan en
las personas que no están muy por la labor, hasta dónde alcanzan los niveles de
rechazo de los más pequeños a determinados colores, olores y sabores. No les
falta razón si de lo que estamos hablando es de experiencias nuevas porque es verdad
que las novedades se digieren malamente al tenerlas que tragar sin conocimiento
previo. Nuestra experiencia corroborada años tras año y generación tras generación
que los alimentos que se van a ofrecer para ser digeridos sean previamente
conocidos y manipulados por los pequeños desde el minuto uno acompañando a sus
mayores en la tarea de la selección y compra hasta el aderezo y presentación de
los platos a la hora de ofrecerlos en la mesa.
No sé si todos tendremos
experiencias suficientes como las que estoy sugiriendo como propuesta para
ordenar en alguna medida la vida de los más pequeños en los tiempos de veranos
más alejados del orden escolar. Si es así, mejor para nosotros. Pero si, como
me temo, todo esto que sugiero nos sonara a chino a más de cuatro sería una
inmejorable ocasión para que, con el conqui de educar a lo más pequeños,
encontremos los demás una excusa
razonable para alimentarnos con criterios más aceptables que los que
habitualmente usamos, que muchas veces no nos separamos apenas de la sartén de
los fritos en sus diversas variables, que no dijo yo que no estén sabrosos sus
resultados en pescados, en carnes o en lo que quiera que sea. Ya sé que nos
hemos educado en esa cultura y que es la primera inclinación que se nos viene a
la mente, pero sí digo que este estilo de alimentación que propongo puede ser
general, educativa y mucho más
digestiva que la tradicional. ¡Total…,
por probar… ¡
Interesantísima tus sugerencias, no solo por el valor educativo en sí mismas sino , además, por lo beneficioso para todo tipo de segmento de población, justamente ahora "en pleno trance" veraniego...
ResponderEliminarEso sí, la única pega o inconveniente es "¿qué hicieron de los tomaticos del Ebro y el Jalón, que no hay modo de comerlos sin pelar"?, jejejej
Un abrazo
Seguramente ellos sabrán lo que les echan.Nosotros adoptamos la decisión de pelarlo todo, sobre todo la fruta, porque no nos hemos fiado sobre las verdaderas consecuencias de los productos empleados mientras cuelgan del árbol. Pero creo que cada día más vamos a tener que defender lo crudo por encima de todo. Un beso
EliminarUn tema muy interesante ...
ResponderEliminarSaludos
Nos cuesta hasta los más grandes y diría hasta los más viejos. Pero es una aventura que observan los menores. Mis ensaladas son sólo mías e inspiradas en lo crudo. Aprendí de mi nieto a ponerle orégano a los emparedados, y otros detalles. Todos aprendemos de todos.
ResponderEliminarAbrazos.