Hay
trabajos que funcionan bien y otros que funcionan mejor. Allá por 1980, cuando
convencimos a las fuerzas políticas de que el servicio a la primera infancia
tenían que asumirlo aunque no fuera su competencia en sentido estricto nos
sentíamos responsables por completo del proyecto y asumimos el planteamiento
con todas las consecuencias. Ahora, visto a la distancia y cuando todo se ha
homologado con el contexto que le rodea es difícil entender algunas de las
medidas que asumimos entonces y que nos cargaron de autoridad los años que
pudimos llevarlas a la práctica con nuestro criterio. Me gusta pensarlo y saber
que fue verdad aunque hoy ya no sea como entonces.
Para
establecer el sueldo sumamos los distintos puestos por la cuantía que
establecía el convenio en vigor: cocineros, educadores, maestros… los dividimos
por las personas que formábamos el equipo y nos dio como resultado una cantidad
que fue la que establecimos como sueldo para todos. No fue ni un año ni dos los
que mantuvimos vigente este reparto salarial. El planteamiento era muy simple
aunque el ponerlo en práctica no lo fuera tanto. En el planteamiento educativo
estábamos convencidos, muchos lo seguimos estando, de que cualquier necesidad
que tuviéramos que cubrir en los niños tenía la misma importancia: comida,
cambio de pañales, vigilancia en el patio, explicación de los colores… Si
estábamos de acuerdo en eso, y lo estábamos, no podíamos asumir cómo teníamos
que cobrar sueldos distintos cuando no eran distintas ni las responsabilidades
ni las horas de trabajo de cada uno. Es verdad que unos ganaban menos que los
compañeros de otras empresas y otros más pero la noción de equipo de trabajo no
necesitaba de ninguna argumentación porque se cimentaba en que, a igual
trabajo, igual salario.
Con el
paso de los años todo fue volviendo a la normalidad social y hoy, a pesar de
que la estructura empresarial me sigue pareciendo ejemplar en relación al
contexto en el que vivimos, aquel punto de utopía del que nacimos y que
mantuvimos en alto los primeros años, al menos los diez primeros que yo
recuerde, no nos lo quita nadie. Reconozco que también he ido asumiendo las
diferencias económicas hasta llegar a la situación actual que, básicamente es
la misma que en cualquier otra empresa aunque los planteamientos educativos
todavía mantengan las diferencias porque significan un planteamiento radical de
escuela en el que los niños tienen que ser los protagonistas de su propia
educación y la escuela, más que una obligación es una oportunidad de vida y de convivencia
que nadie se quiere perder por nada del mundo. Pero hay que reconocer que aquel
planteamiento inicial casi igualitario en beneficio material y en
responsabilidad ya no es el mismo. El
hecho de que algunos lo hayamos podido experimentar en primera persona hace que
hayamos conocido una alternativa de vida distinta, posible y vigente cada día.
Los patronos no tenían problema porque no tenían que poner más dinero. Solo nos
interesaba repartirlo de otra manera para que todos nos sintiéramos implicados
en el proyecto común.
Seguramente
todo era distinto entonces, no lo dudo. Creíamos que había un sinfín de cosas
que se podían hacer de otra manera y
algunos estuvimos dispuestos a arriesgar nuestras profesiones y nuestras vidas
por conocer a qué sabía vivir así, sentirse protagonista de tu trabajo y
compartirlo con otras personas que asumen el mismo compromiso que tú aunque su
función se distinta. No tengo conciencia de que supusiera una gran dificultad.
Lo que sí tengo que señalar es hasta qué punto, el hecho de que un proyecto de
este tipo se ponga en marcha significa que la vida interior de nuestras
escuelas ofrece un esquema de comportamiento radicalmente distinto sin
necesidad de que nadie tenga que hacer ningún alarde de explicar los
fundamentos en los que se basa, las dificultades con que se encuentra en el día
a día o las consecuencias que se derivan de su desarrollo. Sé que hoy no es lo
mismo y que muchas cosas se han normalizado, pero siento una enorme
satisfacción de hacer sido protagonista de un experimento único durante una
serie de años y sé que me moriré con esa satisfacción en el cuerpo.
Pues mira que suerte he tenido, voy a ser la primera que comenta este post tan reciente y lleno de pasión por un trabajo que te ha gustado, por una profesión que no puedes disimular que adoras. Encima tienes la satisfacción de haber creado un modelo diferente de escuela donde ña todo el personal se le valora por igual. ¡Cuánto me hubiera gustado asistir a un colegio así !! Yo también trabajé 12 años en un colegio, pero en la administración, por eso te entiendo, todavía, a pesar de no haber sido profesora allí, antiguos alumnos me demuestran su cariño y ello me llena de ternura y buenos recuerdos. Besos y feliz resto de domingo, aunque a nosotros nos da igual, porque ahora todos los días son fines de semana. ¡ Qué genial!
ResponderEliminarAquella opción que tomamos entonces tenía sentido porque veníamos del movimiento cooperativo; las dos primeras escuelas que asumió el Patronato fueron las cooperativas Arlequín y Belén y el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (MCEP) tenía un representante en el consejo del Patronato.
ResponderEliminarEl modelo de igual trabajo igual salario se mantuvo entre los maestros, pero en pocos años se diferenció a los cocineros, lo que hizo que nuestro gran Manolo Benítez abandonara la cocina de Arlequín para irse a buscar nuevas aventuras cooperativas.
La foto en la vaquería que pones me recuerda la gran cooperativa que teníamos por modelo en Granada: la de los Pastoreros, donde también todos cobraban lo mismo y los beneficios servían para mantener su residencia de ancianos.
Lo último que yo quisiera es hacerte lo mismo de viejo que yo, pero es verdad que hemos compartido muchos años y me alegra que tú precises con datos algunas de las sensaciones que en su día fueron compartidas pero que hoy están en nuestras mentes de manera distinta. Certifico todo lio que dices y creo que tus datos completan el texto más íntimo y más evocador que yo he querido dejar. Un abrazo
EliminarDa gusto disfrutar y saborear los efectos de una profesión buen concebida, buen desarrollada y a la que uno ha volcado todo su potencial educador, más allá de lo estrictamente profesional. Cierto que los nuevos tiempos y los nuevos aires se y an llevado por delante, al menos en parámetros de escuela pública, las dignas iniciativas y proyectos cooperativos. Pero en fin, como se dice que todo vuelve,...Soñemos con que aquello vuelva
ResponderEliminarUn abrazo
Corrección
ResponderEliminarBien
Bien
Se han
Un muy grande feliz mardi gras mi amigo.besitos.
ResponderEliminarGracias siempre por tus palabras que valoro mucho. Un beso
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