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domingo, 19 de marzo de 2017

EJEMPLO


         Cuando uno persiste en sus ideas no es raro que en cualquier momento se encuentre con algunas realidades de las que siempre deseó. Mi objetivo fue siempre y lo sigue siendo hoy, que compañeros míos de trabajo fueran apareciendo por estos textos para que el contenido no fuera tan individual ni sólo mío porque nuestra labor es sobre todo colectiva. Por muchas razones hasta el momento ese objetivo no se ha cumplido, pero hoy sí. Manuel Ángel comenta habitualmente mis textos, cosa que le agradezco siempre que puedo y hoy ocupa nuestro contenido porque estractamos  nuestro artículo de su colaboración en el libro que publicó nuestra empresa FUNDACIÓN GRANADA EDUCA y que tuvo y tiene bastante repercusión pública. Las fotos de hoy todas hacen referencia a la comida en nuestras escuelas, aunque no todas sean del libro. Quiero que sirva de ejemplo de que lo que aquí se escribe, antes que nada es verdad. Lo destaco en negrita para respetar su autoría.

Si se le preguntara a cualquier familia de nuestro alumnado dónde está la cocina de la escuela, seguro que sabrían indicarla antes que despachos, almacenes e incluso algún aula por la que no hayan pasado. Nuestras cocinas ocupan lugares estratégicos de las escuelas, bien situadas tanto para la llegada de mercancías desde el exterior como para la distribución de los alimentos a los grupos. Pero no se limitan a estar ahí; tienen a su alrededor toda una información a las familias (e incluso a los alumnos) en forma de tablones más o menos sugestivos, del mismo nivel que el de las actividades de las aulas, que las convierten en fuente permanente de información, a las que las familias recurren con frecuencia casi diaria.


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            Pero hay un rasgo que diferencia nuestro servicio de comedor del de la gran mayoría de las escuelas: no es algo complementario, aparte de la actividad escolar, en espacios y con personal distinto.  La comida es una más de las pautas que marcan la vida cotidiana de nuestras escuelas infantiles, incluidas en la dinámica del aula con el mismo valor que cualquier actividad que pueda considerarse más educativa (por ejemplo aspectos de lenguaje, psicomotricidad, conocimiento del medio,...) y desde luego al mismo nivel que esos aspectos tan básicos como el aseo o el descanso. Y al decir que es una parte más de la actividad docente, debe quedar claro que los niños comen en el aula (desechamos la existencia de comedores aparte, para respetar los ritmos de las diferentes edades y mantener una identificación espacial) y son los maestros de los grupos quienes se encargan de dar de comer, que no recurrimos a monitores de comedor, y que le damos tanta importancia a esta faceta, que es un elemento que va a aparecer en todas las programaciones (desde el proyecto de centro, que marca las líneas generales que inspiran el estilo de la escuela, hasta la programación trimestral de un aula, donde su maestro planifica lo que va a hacer especialmente en ese período de tiempo), en buena parte de la información que damos a las familias (desde el parte diario que se coloca en la puerta de las clases a los informes escritos que pasamos dos veces por curso sobre su niño a cada familia) y en todo el proceso de evaluación, tanto individual como colectivo.


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Además del gran núcleo común de la comida del mediodía, toda la escuela comparte el consumo de alguna fruta a media mañana que viene a igualar los estómagos de los que desayunaron temprano con los que lo hicieron poco antes de llegar a la escuela o los que hoy no han desayunado porque no tocaba. Aparte de la importancia que le damos en la escuela al consumo de frutas y verduras frescas (todas las comidas empiezan con una ensalada), el dar la fruta en este momento garantiza que la comida del mediodía es recibida más o menos con la misma ansia por todos y no se dan los alaridos de los desfallecientes que no pueden tolerar que no se les sirvan los primeros.



                Una vez más, agradezco a Manuel Ángel su disposición a colaborar con este empeño y valoro su contribución por la credibilidad que ofrece.

15 comentarios:

  1. Las imágenes hablan por sí solas.
    No son cuestionables ni su autenticidad ni su valor documental.
    Felicidades en conjunto, al autor del texto y del documento fotográfico

    Un abrazo

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    1. Gracias por la parte que me toca. Comparto con Antonio el privilegio de que los cocineros de nuestras escuelas nos hayan permitido escribir en los dos libros que han publicado; él en el primero y yo en el segundo.

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    2. Gracias a ambos porque esta forma de relación tiene una horizontalidad que nos enriquece a todos.

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    3. Gracias, gracias , gracias por vuestra bienvenida, así da gusto y se eliminan timideces... prometo aparecer por aquí, a este lado, ya que en el lado lector soy habitual. Gracias de nuevo, y hasta pronto!

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    4. Pocas timideces te deben ir quedando con la ponencia que estás preparando para el curso que va a impartir la Fundación Granada Educa pensando en sus nuevos trabajadores, como Javier, que también ha empezado a asomar por aquí.

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  2. Efectivamente, me hago eco de lo aquí expuesto y apoyo, contigo, esta idea de que todo momento que acontece dentro de la escuela debe ser considerado como educativo, porque realmente lo es. Y así es valorado y tratado en la escuela. Desde el saludo de buenos días, personalizado, puesto que somos seres individuales, y entre nosotros median relaciones humanas y muchas horas de convivencia, hasta las despedidas que acontecen de la misma manera, pasando por juegos, conversaciones, canciones, aseo... nada depositado al azar.
    Qué importante cuidar a nuestra infancia, a nuestro futuro, su futuro.

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    1. Lucía, espero que Antonio te dé la debida bienvenida (si no recuerdo mal es la primera vez que escribes aquí); pero yo ya te digo que me alegra ver por estas páginas a compañeros de nuestras escuelas que quieren seguir hablando de educación desde su práctica cotidiana.

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    2. Lleva razón Manuel y en efecto, te doy un beso de bienvenida y te invito a participar de esta juerga de palabras que quieren seguir hablando de la infancia y aprendiendo en común. Poder leerte aquí es un placer y una fuente de conocimiento para mí. Gracias, amiga. Otro beso para pedirte que repitas, por favor

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  3. Al ver el titulo y la fecha me he lanzado de cabeza y casi me caigo en la sopa jajajaja. Por supuesto el tema como todos los tuyos es muy interesante y además este vital, porque lo primero es comler y beber.
    Pero yo "venía" por el auvión de imágenes de los telediarios con esos "padres" dando "ejemplo" a sus hijos en el futbol.
    Me muero de vergüenza ajena. Si no te da asco, esperamos comentarios que nos consuelen un poco amigo.

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  4. Así es, es algo que siempre me ha llamado la atención, lo integrada que está la cocina, el personal, como hacen porque uno esté cómodo, se sienta parte de ellos, preguntan, escuchan, proponen. Y lo bien que se come en las escuelas, ensalada, fruta variada, platos de cuchara, de tenedor, stevia...
    A mi me toca comer a la hora de Manuel Ángel, y al pobre comer le dejo poco, preguntándole cosas.
    Y a Antonio, el cocinero antiguo de Belén, lo veo por la calle y aún me sigue parando, me presenta a su familia, me pregunta qué tal estoy, yo a él, y eso que sólo le vi en el periodo de prácticas, eso dice mucho de cómo se vuelca todo el personal de la escuela con las personas que pasan por allí.

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    1. Me siento honrado de poder entrelazar vuestro comentarios en medio de este blog que lleva ya casi siete años y que espero que dure mientras yo pueda. Gracias siempre, Javi. Un abrazo

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  5. Yo suelo comentar que nuestros antiguos alumnos antes recuerdan el nombre de los cocineros que el de los maestros de la escuela. Puede influir que en su paso por la escuela tienen al menos cinco maestros de referencia y no más de dos años cada uno; mientras que los dos cocineros están los seis años. Por supuesto, si no hubiera una relación frecuente con la cocina, no los tendrían tan presentes.

    En cuanto a hablar en la hora de la comida, creo que es algo que aún la hace más agradable. Y es evidente que hablar de nuestro trabajo no es para mí ninguna molestia. Así que sigue preguntando, Javier.

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    1. Me doy cuenta de que a pesar de la diferencia de edad entre tú y yo, a tu favor por supuesto, lo cierto es que hemos compartido una época y eso implica una serie de vivencias comunes. Un abrazo

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    2. La verdad es que Antonio me explicaba mil cosas y Manuel lo mismo, para mi, persona curiosa, tener esa suerte es algo increíble, y también lo valoro desde un punto de vista continuista, creo, o entiendo la labor del maestro con sus compañeros/as como un aprender y equivocarse juntos, compartir conocimiento, ideas, experiencias, crecer, un modo de transmitir un legado, y que luego cada uno con su personalidad y grupo haga lo que estime, pero me parece algo básico, que no suele ocurrir ni con todos los compañeros/as, ni en todos los centros.
      Si algo crees que es útil, interesante, remarcable, debería de compartirse y garantizar que perdure en el tiempo, no imponerlo, claro. Es más, me parece casi obligatorio, y más en centros como los nuestros, donde la metodología es fruto de años de experiencia e investigación.

      Así que gracias por dar sin pedir a cambio

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