Hay
noticias de gran impacto inmediato aunque después, su trascendencia no sea
significativa, como puede ser la
aparición del cadáver de un pequeño de tres años en una playa turca. En aquel
momento la sensibilidad del mundo fue sacudida pero hoy, unos días después ya
han muerto otros setenta menores tragados por las aguas como él y no nos hemos
enterado siquiera y miles de refugiados siguen deambulando por caminos sin
fin, rodeados de vayas por todas partes
físicas y, sobre todo, mentales. Hay otras que aparecen con sordina, que apenas
se las oye, pero que van a tener en el
futuro un impacto enorme en todo el mundo.
China acaba de autorizar a las familias para que puedan tener un segundo hijo.
Una de
las medidas de mayor alcance de la China comunista venía siendo que sólo se podía tener un hijo.
El control de natalidad era tan férreo que la presencia de un segundo hijo
estaba penalizada hasta ahora. Combinando esta medida con costumbres
ancestrales, el resultado era que las
familias querían hijos varones. Miles de niñas se vieron rechazadas y
diseminadas por el mundo entero, en España superan con mucho las 7000, o bien
las mataban directamente en cuanto nacían, lo que les ofrecía una nueva
posibilidad de tener un varón, que era su deseo. Muchos países han gozado
durante años del privilegio de adoptar niñas chinas que hoy son ciudadanas de
un mundo que las ha acogido con los brazos abiertos a pesar de que en estos
días estemos sacudidos por la conclusión del juicio de Asunta Basterra Porto, una
niña china adoptada hace doce años por una familia gallega y, al parecer según
la sentencia que acaba de proclamarse, asesinada por sus propios padres.
El
control de natalidad impuesto en China con mano de hierro ha producido de hecho
la aparición de la generación de los emperadores,
porque las familias han mimado a sus varones como preciados tesoros mientras
ahora se encuentran con un déficit importante de hembras porque las han
suprimido o han permitido que se diseminen por los países que en su día las
adoptaron. Debería enseñarnos a todos que una medida como el control de
natalidad que puede ser buena y deseable si se asume por el pueblo, puede
convertirse al cabo de unos años en un drama nacional si se impone así, sin
más. Hoy China tiene que cargar con la responsabilidad de haber eliminado a
miles de niñas suyas, haciéndolas desaparecer sin más o repartiéndolas por
países que han querido adoptarlas, una vez que las familias las habían
abandonado en orfanatos previamente porque preferían varones. El frío de los
datos venía diciendo que China era el país más poblado del mundo con 1400
millones de personas y hoy parece que está a punto de ser superado por India en
donde no ha regido nunca control de natalidad alguno.
Nada
de lo que estamos contando hoy tiene nombre propio ni una cara en particular.
Como mucho podemos identificarlo con unos ojos rasgados que hace años nos
sonaban a chino y que se han
convertido en paisaje normal en cualquiera de nuestras calles, no solo por
efecto de la emigración, que también, si no porque si les preguntas que como se
llaman te pueden decir en lengua castiza que Clara Sui, o que Paula Wen, o que
Abril Chang y son tan ciudadanas de este país como cualquiera de los que hemos
nacido aquí y que no saben otra lengua que la nuestra ni piensan de otro modo
que como pensamos nosotros aunque, con magnífico criterio, sus familias les
organicen encuentros periódicos con otras niñas
como ellas para hablarles del país en donde nacieron y para que no se
sientan bichos raros por el hecho de tener los ojos horizontales y sepan que
son muchas y que la belleza no está en la posición de los ojos. Afortunadamente
para todos estamos llegando a unos niveles de mezcla de razas, de religiones y
de culturas que, a pesar del empeño de algunos por poner barreras físicas o
mentales para que cada uno se reúna solo con los suyos, los nuestros somos
todos y no hay más país que la misma tierra que a todos nos cobija.
Sigue siendo una limitación....
ResponderEliminarSaludos
Vallas, demasiadas, vayas adonde fueres. Mires adonde mires
ResponderEliminarNo es reflexión que se circunscriba solo a 'los ojos rasgados...', sino a cualquiera de los infinitos Pueblos africanos, amerindios...por poner ejemplos
Sin duda que hay vallas para cualquier cosa. Yo sólo he destacado la que me interesaba para lo que estaba diciendo, pero es lastimoso un mundo al que se le pretende poner puertas al campo. Un beso
EliminarCoincido contigo en la lectura de esa noticia como que a partir de ahora van a venir menos chinas adoptadas.
ResponderEliminarNo obstante la adopción de extranjeros seguirá siendo la mejor fórmula para las familias que no tienen hijos o que aún teniéndolos quieren poner su cuota de solidaridad en sacar a una persona de la miseria a las que les ha condenado su nacimiento.
A lo largo de los años por nuestras escuelas han pasado chinas, sí, pero también brasileños, indias, ucranianos, rusos, senegaleses... y, por supuesto, españoles adoptados por otros españoles que podían ofrecerles una vida mejor.
Si a ellos sumamos las familias italianas, suecas, alemanas, inglesas, estadounidenses, brasileñas, palestinas, rusas, holandesas, marroquíes, argentinas, israelíes, argelinas, canadienses, mexicanas, colombianas, francesas... y también catalanas, gallegas, vascas, valencianas, extremeñas, castellanas, manchegas, leonesas, aragonesas, canarias, baleares... que se han reunido en nuestros centros a lo largo de las décadas que llevan funcionando, nos encontramos con un variopinto panorama en el que la diversidad no es un concepto abstracto que aprender a respetar, sino una presencia cotidiana con la que se aprende a vivir.
Parece inexplicable pero sigue siendo verdad hoy en día que haya tantas personas que sigan siendo perseguidas y muertas por razonas de fe, de cultura o de cualquiera de las causas que se inventan para justificar una guerra. La única solución posible, a mi modo de ver, es la de que el mestizaje llegue a unos niveles que sea imposible intentar imponer ningún tipo de purez<a excluyente para nadie. En ese sentido la experiencia que nos describes viene como anillo al dedo. Un abrazo
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