Ya sé
que parece que no tengo arreglo y que me dejo llevar una vez más por ese
sentimiento negativo que no me permite salir del pozo de la amargura. Esta vez le
he llamado rencor por llamarle de alguna manera pero si alguien es capaz de
mirar los fenómenos con cierta objetividad, tiene que reconocer que la semana
pasada ya asomábamos la patita por debajo de la puerta y empezamos a referirnos
a las necesidades de alimentación adecuada para el verano como forma de salir
del bucle de la desesperación migratoria de esta parte del Atlántico. Pero es
que el mundo es tan ancho y las miserias tan variadas que no habíamos contado
con el señor Trump y sus fechorías con la comunidad hispana. Y antes de volver
los ojos al efecto positivo de las acciones que se pueden emprender se nos han
quedado pegadas en las pupilas un par de imágenes, que supongo que habéis visto
lo mismo que yo.
Los
más mayores del lugar recordaréis que un día os pretendí llevar al colmo de la
crueldad y de la ineficacia, aunque no podía presentaros imágenes porque no las
tenía, de una niña de cinco años que fue sacada de su escuela infantil esposada
por la policía porque su madre no se había presentado a recogerla a la salida y
ella se había enrabietado. Y a la comisaría tuvo que trasponer la madre a
recogerla, se supone que ya libre de esposas. Lo conté y lo sigo contando como
un límite de hasta dónde puede llegar la inutilidad de las normativas humanas
cuando se presentan a concurso. Pues cuando ya creíamos que no era posible
superarse, estos días se nos muestran unas jaulas metálicas abarrotadas de
menores, casi de bebés, chillando a lágrima viva porque los habían separado de
sus padres. Hasta la misma Melania, la
esposa de Trump le ha tenido que decir que se había pasado, siempre afanoso buscando
alguna argucia para impedirles la entrada en EEUU y sin terminar de encuentrar el muro que surta efecto.
Y en
el más de lo más de la crueldad, hasta el momento, es la imagen de un bebé
entrando en una sala de vistas, con todo su juez allí delante de cuerpo entero.
Alguien le coloca unos cascos para que pueda escuchar lo que le pregunta su
señoría en un idioma que el menor no conoce y que alguien a su lado le tiene
que traducir. Se produce un diálogo de besugos entre el juez y el acusado
mientras los pies le bailan en el aire y los subalternos le mantienen el
equilibrio vaya que se caiga de la silla. Total para que el juez termine
dictaminando que en esas condiciones lo mejor es que ese menor vuelva al lugar
latino del que salió y respete las fronteras del blanquito del norte y los deje
en paz. Uno se podría reír. O llorar. O seguramente las dos cosas porque las
secuencias nos indican que no tenemos el más mínimo pudor cuando nos lanzamos a
hacer el ridículo sin frenos de ningún tipo.
Reconozco
que no era esta mi intención y me comprometo públicamente a no volver a las
andadas para que este blog se convierta, como es su propósito desde el
principio, en una herramienta útil en donde se cuenten los primeros años de la
vida de las personas y las crónicas y propuestas mías, que durante muchos años
las viví con los protagonistas. Lo que espero es que no me pongáis como
condición la de que me convierta en ciego y en sordo y me obliguéis a que prescinda por completo de lo que nos va
pasando a nuestro alrededor, por más ridículo y sin sentido que nos parezca. Mi
propósito de no acercarme a determinados límites y de volver a mi verdadera
senda es firme, lo juro. Intentaré una vez más ser bueno y dócil con el estatus
qúo. Pero lo que pasa es que el sinsentido humano parece no tener fin y por más
que se intentan eludir determinados límites, una y otra vez la realidad se
empeña en mostrarnos nuevas miserias y las tripas se revuelven de manera
inexorable.
Pues todavía ha sido capaz de darle una vuelta más; cuando por fin ese señor ha reconocido que debía juntar a los niños con sus padres, no se le ha ocurrido mejor manera que hacerles análisis genéticos, para ver si es verdad que esos niños son hijos de esos adultos.
ResponderEliminarSí, es una vuelta más. Estoy seguro de que millones de americanos lo siguen apoyando y eso es lo que más me duela.Lo del análisis tendrá que ver con sus problemas de conciencia cuando se mira al espejo. Un abrazo
EliminarYo también ardo en el rencor a los criminales amigo. Ni soy capaz de desconectar aún estando de vacaciones, ni creo realmente que quiera. Andar todo el día con la sonrisa boba viendo lo que nos rodea no me es posible.
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