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domingo, 8 de julio de 2018

RENCOR



         Ya sé que parece que no tengo arreglo y que me dejo llevar una vez más por ese sentimiento negativo que no me permite salir del pozo de la amargura. Esta vez le he llamado rencor por llamarle de alguna manera pero si alguien es capaz de mirar los fenómenos con cierta objetividad, tiene que reconocer que la semana pasada ya asomábamos la patita por debajo de la puerta y empezamos a referirnos a las necesidades de alimentación adecuada para el verano como forma de salir del bucle de la desesperación migratoria de esta parte del Atlántico. Pero es que el mundo es tan ancho y las miserias tan variadas que no habíamos contado con el señor Trump y sus fechorías con la comunidad hispana. Y antes de volver los ojos al efecto positivo de las acciones que se pueden emprender se nos han quedado pegadas en las pupilas un par de imágenes, que supongo que habéis visto lo mismo que yo.

         Los más mayores del lugar recordaréis que un día os pretendí llevar al colmo de la crueldad y de la ineficacia, aunque no podía presentaros imágenes porque no las tenía, de una niña de cinco años que fue sacada de su escuela infantil esposada por la policía porque su madre no se había presentado a recogerla a la salida y ella se había enrabietado. Y a la comisaría tuvo que trasponer la madre a recogerla, se supone que ya libre de esposas. Lo conté y lo sigo contando como un límite de hasta dónde puede llegar la inutilidad de las normativas humanas cuando se presentan a concurso. Pues cuando ya creíamos que no era posible superarse, estos días se nos muestran unas jaulas metálicas abarrotadas de menores, casi de bebés, chillando a lágrima viva porque los habían separado de sus padres.  Hasta la misma Melania, la esposa de Trump le ha tenido que decir que se había pasado, siempre afanoso buscando alguna argucia para impedirles la entrada en EEUU y sin terminar de  encuentrar el muro que surta efecto.

         Y en el más de lo más de la crueldad, hasta el momento, es la imagen de un bebé entrando en una sala de vistas, con todo su juez allí delante de cuerpo entero. Alguien le coloca unos cascos para que pueda escuchar lo que le pregunta su señoría en un idioma que el menor no conoce y que alguien a su lado le tiene que traducir. Se produce un diálogo de besugos entre el juez y el acusado mientras los pies le bailan en el aire y los subalternos le mantienen el equilibrio vaya que se caiga de la silla. Total para que el juez termine dictaminando que en esas condiciones lo mejor es que ese menor vuelva al lugar latino del que salió y respete las fronteras del blanquito del norte y los deje en paz. Uno se podría reír. O llorar. O seguramente las dos cosas porque las secuencias nos indican que no tenemos el más mínimo pudor cuando nos lanzamos a hacer el ridículo sin frenos de ningún tipo.

         Reconozco que no era esta mi intención y me comprometo públicamente a no volver a las andadas para que este blog se convierta, como es su propósito desde el principio, en una herramienta útil en donde se cuenten los primeros años de la vida de las personas y las crónicas y propuestas mías, que durante muchos años las viví con los protagonistas. Lo que espero es que no me pongáis como condición la de que me convierta en ciego y en sordo y me obliguéis a que  prescinda por completo de lo que nos va pasando a nuestro alrededor, por más ridículo y sin sentido que nos parezca. Mi propósito de no acercarme a determinados límites y de volver a mi verdadera senda es firme, lo juro. Intentaré una vez más ser bueno y dócil con el estatus qúo. Pero lo que pasa es que el sinsentido humano parece no tener fin y por más que se intentan eludir determinados límites, una y otra vez la realidad se empeña en mostrarnos nuevas miserias y las tripas se revuelven de manera inexorable.


3 comentarios:

  1. Pues todavía ha sido capaz de darle una vuelta más; cuando por fin ese señor ha reconocido que debía juntar a los niños con sus padres, no se le ha ocurrido mejor manera que hacerles análisis genéticos, para ver si es verdad que esos niños son hijos de esos adultos.

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    1. Sí, es una vuelta más. Estoy seguro de que millones de americanos lo siguen apoyando y eso es lo que más me duela.Lo del análisis tendrá que ver con sus problemas de conciencia cuando se mira al espejo. Un abrazo

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  2. Yo también ardo en el rencor a los criminales amigo. Ni soy capaz de desconectar aún estando de vacaciones, ni creo realmente que quiera. Andar todo el día con la sonrisa boba viendo lo que nos rodea no me es posible.

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