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domingo, 10 de septiembre de 2017

LIBROS


         Aunque el curso ha comenzado oficialmente el mismo día uno, los alumnos todavía no han comenzado a tomar las clases.  Estos días están los profesores de reuniones y de labores de intendencia para que cuando lleguen los alumnos, a partir del día 15 todo esté a pedir de boca. Eso no pasa de ser un deseo en el mejor de los casos porque la realidad, por unas causas o por otras, nunca faltan detalles que poner a punto y que desde fin de junio nadie ha tenido tiempo de resolver. Habría mucho que hablar sobre el nivel de previsión de unos y otros. Las familias, por ejemplo, andan revueltas con la compra de uniformes, oficialmente eliminados pero impuestos por instituciones privadas sobre todo, o los libros de texto. Y aquí es donde nos paramos hoy un poco, sencillamente para aclarar este contubernio que se repite como un mantra y que sigue sin ser verdad.

         Todavía conservo como oro en paño los almanaques del Colegio Verdemar de Cantabria, completamente elaborados por alumnos y profesores,  que mi amiga Julia me hacía llegar cada comienzo del curso como le llegaría a cada una de las familias que componen esa comunidad educativa. Ya hemos cumplido nuestro ciclo laboral tanto ella como yo y ambos seguimos con la escuela en la cabeza y cada uno lo manifiesta como puede. En mi caso…, ya veis. Aquí de reflexiones. En el suyo pues sus nietos se aprovechan del buen hacer de su abuela y los compañeros de sus reflexiones sobre asuntos varios ligados a la escuela. Pero su amistad para conmigo, que sigue vigente, aparte de nuestros diálogos telefónicos esporádicos, quedan materializados en mis archivos en forma de calendarios que me siguen diciendo que todo este comercio tan importante sobre los libros de texto que viene a inflar el bolsillo de unas cuantas editoriales  y a quitar preocupaciones a muchos profesionales que se acomodan a la guía que las editoriales les ofrecen y pasan por alto que los verdaderos responsables de los contenidos educativos son ellos y sólo ellos.

         Tenemos a las familias como locas buscando recursos  para adquirir los libros en las librerías que los traigan porque, una vez metidos hasta los topes en el mercado de la competencia, cada centro se habrá encargado de concertar con alguna librería amiga  determinados libros de texto y sus correspondientes porcentajes compartidos que pueden ser legítimos pero que van en perjuicio de las familias, que son el eslabón más débil de todo este circuito comercial. También me consta que algunas familias se ponen de acuerdo para pasarse los libros de unos años a otros, si es posible que no siempre sucede, y alivian algo con este procedimiento la factura final. Pero en aquellos centros en los que los libros de texto no son la luz y guía de los conocimientos de sus hijos se ponen de acuerdo las familias y de acuerdo con los profesores, destinan una serie de recursos para adquirir el material escolar que van a trabajar sus hijos y dotan las bibliotecas escolares de los mejores medios de consulta que sirven para sus hijos y para los que vengan después.


         Sé que en otros momentos me hubiera mostrado más combativo sobre este comercio. Hoy lo voy a dejar así. Sólo quiero insistir en que los contenidos que tienen que aprender los alumnos son responsabilidad de los maestros y no de las industrias editoriales y que la mejor manera de interiorizar los contenidos es ni más ni menos que elaborarlos en común a lo largo de los meses del curso. Las experiencias de que disponemos, que las hay y muy dignas, lo que nos dicen es que la ciencia no está en los libros sino en el trabajo de cada día dirigido por profesionales comprometidos con la educación y por familias y estructuras sociales que colaboran en la medida que se les solicita, construyendo entre todos comunidades favorables al aprendizaje de las que la escuela, el laboratorio donde se funde todo este conglomerado de conocimiento, es la gran beneficiaria. 

5 comentarios:

  1. Antonio, llevamos tantos años con este mantra (como tú le llamas) de que el maestro debe ejercer su oficio y no transformarse en un técnico auxiliar de las editoriales, que ya hay que analizar por qué no ha calado.

    Y no es difícil establecer las conexiones que hay entre los medios de comunicación y esas editoriales especializadas en material escolar. Mientras el negocio de los libros, fichas, programas... que hay que comprar individualmente siga funcionando, no van a ser los medios de comunicación, que tienen unos ingresos asegurados en el mes de septiembre con esa línea escolar, quienes van a difundir que hay otra forma mucho más científica de llevar adelante el trabajo escolar.

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    1. Ese final de la reflexiónb es completamente cierto. Las editoriales no van a ser las que aboguen por la eliminación de los libros d5e texto. Pero también es verdad que los maestros se sienten más cómodos siguiendo unas directrices que ya vienen dadas antes que molestarse en diseñar su propio camino con el grupo de alumnos que te ha tocado. Y así vamos como vamos. Bienvenido, amigo.

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  2. Es un tema verdaderamente importante...que se repite año tras año ...

    Saludos

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  3. libros, de literatura, el resto no es necesario, pero ya sabes Antonio, en los "otros" colegios, yo me he encontrado con 4 libros de mates, 4 de lengua, 2 de plástica, 1 de religión y 1 de inglés. más dos de refuerzo, una locura! ver a compañeros arrancar páginas, hacer las fichas ellos, o mandar por las tardes a los niños y niñas, porque el libro se quedaba sin acabar, y los padres han pagado el que menos, 200 euros por ellos. Así luego era difícil pedirles cuentos y demás

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    1. Desgraciadamente una vez que te metes por este camino de los libros de texto es difícil parar y hay que terminar asumiendo todos los que proponen las editoriales porque d56e ,lo contrario parece que no lo haces bien. Por eso hay que cambiar desde el principio y hacerte tú el dueño y responsable del programa. Un abrazo

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