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domingo, 23 de abril de 2017

LIBRO


         Cuando los textos que aquí voy dejando gota a gota tienen una referencia inmediata a la realidad concentran una fuerza especial ligada al acontecer diario. Lucía ya me había avisado que nuestras escuelas estaban organizando algo. Era suficiente para que yo me hiciera presente a eso de las doce de la mañana en La Fuente de Las Batallas, en pleno centro de Granada. La excusa, el Día del Libro, que no era ayer sino hoy. Había varias casetas anunciando novedades y confiando en poder ofrecerlas al público durante todo el fin de semana. El propio vagón de ludoteca de la Fundación también estaba allí a la espera de que las familias llegaran con sus pequeños, pero el punto de vida no era más que unos telones de techo separados por unas paredes a base de colores y de hilos de lana que separaban y que unían al mismo tiempo. Allí estaba, la vida y el trabajo coordinado de un montón de gente, empeñada esta vez bajo la bandera de que la etapa de 0 a 6 años sea una y tenga unidad educativa y los poderes públicos no permitan que los primeros años, de 0 a 3 se separen definitivamente del ciclo educativo.

         Tuve la tentación de que la primera foto hubiera sido una hermosa barriga que vi por allí formando parte de un cuerpo joven de madre que ya andaba buscando un lugar adecuado en el mundo para su retoño, que estaba a punto de ver la luz de un momento a otro. Me quedé con la gana. Otro día será. Esta vez prefiero mostraros la pancarta que da sentido a la vieja lucha, nunca ganada pero hasta el momento tampoco completamente perdida y me puse a dar vueltas por aquellos rincones y saludando aquí y allá a una serie de personas con las que he compartido mi vida y que, llevan en su mente una parte de mi lo mismo que yo la llevo de ellas, unas veces para bien y otras para mal, que de todo tiene la convivencia. Ahí andamos y aunque los cuerpos que nos sustentan están cada día más arrugados, las familias que se sienten convocadas y sobre todo sus frutos recién paridos son los mismos retos que nos hablan de vida, de esfuerzo nuevo y de futuro y exigen de nosotros la misma frescura que hace años porque ellos no entienden de guerras que no pasen por su vida.

         No eran grandes los recintos amurallados por hilos de colores pero todos despedían calor, cercanía y conciencia de que el objeto del esfuerzo no subía más allá de un par de palmos, como siempre y éramos los adultos, como siempre, los que teníamos que bajar de nuestras alturas y alcanzar la talla de ellos y la medida de ellos porque el trabajo de preparación del acto estaba como siempre hecho a su medida y para que los pequeños, los más pequeños,  se sintieran una vez más protagonistas y o bien solos si era posible o con sus familias como soporte, lo más frecuente, vivieran con nosotros un rato de sábado en recuerdo de los libros, esos artículos que tienen hojas y dentro miles de historias que vivir y que soñar. Allí me quedé un momento escuchando a Manuel y a Víctor leyendo cuentos de un libro que tenían entre manos y que mostraba imágenes para que los pequeños vieran de dónde salían las palabras.


         El circuito se acababa pronto y Conchi nos despedía con su sonrisa a todo el que, una vez visitado cada uno de los espacios a su gusto, decidía seguir recorriendo la ciudad una hermosa mañana de primavera. Nunca fueron nuestros acontecimientos grandes en extensión. Seguro que sí en hondura y este también lo fue. No había más que mirar los ojos de los pequeños para tener la certeza de que se sentían en un espacio amigo, que estaba montado para ellos y que en esta ocasión con la excusa del Día del Libro, también buscaba su cercanía para que aprendieran a gozar con otros compañeros y de la mano de sus familias.

7 comentarios:

  1. Le cedo la palabra a mis alumnos con el cuento que leí en esa carpa: CAPERUCITA AZUL Y SU AMIGO EL LOBO
    (Silvia) Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Azul (Carmen) que se fue a la casa del lobo (Maia) y el lobo le puso un pastel (Alba) y se lo comieron (Maya) y jugaron al pilla pilla. (Vega) Un cazador iba con la abuelita (Bruno) y vieron al lobo (Olmo) y el cazador se asustó y se fue a su casa (Erin) y la abuelita llamó a un policía (Famara) y el policía cogió al lobo (Julieta) y Caperucita le dijo “Eres malo, policía” (Nicolás) y el policía soltó al lobo (Fernando) y se pusieron a jugar los tres (Pablo) y empezó a llover (Mar) y jugaron con los cochecitos (Esteban) y ya acabó de llover (Andrea) y había charcos de barro (Ángela) y saltaron en ellos (India) y se bañaron (Leo) y vino otra vez el policía (Julia) y llamó a la mamá (Martín) y les dio en el culo.

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    1. Leo esa propuesta de cuento colectivo que nos ofreces en la boca de los pequeños que te rodeaban y pienso en el tenderete maravilloso que montasteis a base de hilos de colores. Me quedó la idea de que había estancias diferenciadas con actividades distintas en cada una de ellas, pero las paredes tan originales también unían y ofrecían una labor de conjunto. Una vez más verifico lo costoso que es construir y lo fácil que es destruir. Ánimo y que no decaiga, amigo. Un abrazo

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  2. La felicicidad posiblemente no culmine con un libro
    pero seguro que el libro es la base inequívoca de averiguar dónde hallarla

    Feliz Día de San Jorge
    Feliz día del Libro con todas las consecuencias

    Bss

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    1. No quiero pontificar. Cada día menos. Pero una vez más estoy de acuerdo contigo de que en cada hallazgo digno del género humano hay un libro cerca, unas veces como fundamento, otras como colaborador necesario. Viva el libro. Un beso

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  3. Esos libros abren muchas mentes infantiles...

    Saludos

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  4. No tengo seguridad hasta dónde vamos a llegar con las nuevas tecnologías que atrapa a los niños -y a los grandes- restándoles vida interior, espontaneidad. En cambio, los libros (bien escogidos) son el futuro de paz y de equidad. Creo yo.
    Abrazos.

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  5. estaba llenísimo!! pena no haberte visto, los compañeros increibles todos, los padres, niños, niñas

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