Los
sinsentidos de los que algunas veces hablamos al comentar la estructura escolar
dan como resultado puentes como este en el que estamos metidos que más de uno y
más de dos lo habrán comenzado el día 2 de diciembre y pueden volver al
trabajo el día 13 si logran empalmar la
Constitución con la Inmaculada sorteando los días 7 y 9, laborables a pesar de
todo. Pero no se puede olvidar que las vacaciones de Navidad comenzarán, como
muy tarde el día 23, alrededor de otros 18 o 20 días, con lo que entre unas
cosas y otras, casi un mes de vacaciones
por la cara. Si lo que prevalece es el agobio del trabajo, cuantos más
días lejos de él mejor, por supuesto. Pero si contamos con el trabajo como
valor hacemos un pan como unas hostias.
En
reiteradas ocasiones nos hemos parado a reflexionar sobre las consecuencias del
cambio de ritmo de vida para los menores, sobre todo como en esta época en la
que hace un par de meses que comenzó el curso y a estas alturas se está
consolidando una incipiente estructura de trabajo que, se quiera o no,
significa disciplina, seguir el hilo de las costumbres que derivan de la
implantación del programa, de los horarios y de las rutinas derivadas del día a
día. Pues bien, cuando todo esto está todavía frágil porque lleva poco tiempo
de implantación, por razones que mejor que no analicemos para no meternos en
berenjenales, cortamos el ritmo y nos metemos de nuevo en pleno ocio sin venir
a cuento poniendo patas arriba cualquier lógica de implantación de una mínima
estructura de trabajo escolar y forzamos a las familias a que asuman las 24
horas de sus hijos como puedan o como no puedan.
Tradicionalmente
la conciliación de la vida familiar con las necesidades de la educación de los
menores ha sido y en un problema que se resolvía con el sacrificio de la madre
que terminaba abandonando el trabajo para dedicarse a la crianza de los hijos y
todos tan contentos. Todos menos ellas naturalmente. La flagrante injusticia de
esa lógica se ha visto superada por la idea de que todos somos iguales y de que
los hijos tienen madre y también padre que resulta que no es ni más ni menos
importante que la madre y que las necesidades de los hijos han de ser
compartidas por razón de justicia y de dignidad. Y aquí arranca un problema que
no tenemos resuelto de ninguna manera. El padre y la madre ahora pueden estar
trabajando los dos a tiempo completo porque son muchos los compromisos a los
que hay que hacer frente, con lo que los niños son de hecho criados por los
abuelos cada vez en mayor medida y los padres apenas los ven. Si encima, como
en el caso que comentamos, se trata de atenderlos a tiempo completo por la
concatenación de puentes y por la frecuencia y longitud de las vacaciones, los
resultados no sé por qué nos pueden extrañar si después nos arrojan datos de
que no alcanzamos las cotas mínimas de conocimientos que cabría exigirnos.
No
seré yo el que defienda el trabajo durante muchas horas para los pequeños, ni
mucho menos. Sí defiendo, por el contrario, y con toda la fuerza que puedo, la
conveniencia de la estabilidad de la vida escolar, que no son sólo lecciones
sino convivencia en sentido mucho más amplio, que permita a los pequeños sentir
los beneficios de la vida con sus iguales, el nacimiento y la consolidación de
amistades profundas y el desarrollo de proyectos comunes que los hagan acceder
al conocimiento a través del trabajo en grupo. No debería ser demasiado pedir y
nos permitiría mostrar una cara digna, que no sé de qué modo vamos a poder
mirarnos al espejo con tanto puente y vacación alrededor.
Esta escalera de caracol, con tantas vueltas, factores laborales, trabajadores, sueldos, leyes , contraleyes, expertos,inexpertos, madres, tíos, sencillamente no tiene solyción . Salvo el añadido ( a regañadientes de la Iglesia y retro franquistas)del DÍA de la Constutución , toda la vida las fiestas de Navidad han sido lo que son: del 23 al 7, según caigan domingos y fiestas.
ResponderEliminarNo sufras por tan poco, que no vale la pena
Bss
Tus palabras cada día son más sabias. No sé por qué será porque la edad nunca ha sido una garantía. Hay quien gana con el tiempo, como el vino, pero tampoco son todos. De todas formas, tomo nota. Un beso
EliminarTotalmente de acuerdo contigo en que este "berenjenal" no hay por donde cogerlo si no se tienen parientes con tiempo y ganas para echar una mano o las dos. Desorientados estamos muchos.
ResponderEliminarGran verdad...
ResponderEliminarSaludos
Es muy razonable tu planteamiento, a mi lo que me preocupa y mucho es la formación de los pequeños, con este sistema la noción de trabajo no la llegan a comprender, asi nos va luego ....
ResponderEliminarPues menos mal que el día de Andalucía se trasladó del 4 de diciembre al 28 de febrero, porque si no habría sido 4, 6 y 8. ¿Alguien es capaz de hacer algo lógico con esa sucesión? En más de una ocasión se ha dicho que las fiestas se pasen a lunes para evitar estos desbarajustes, pero con la iglesia hemos topado; que todavía no le perdonan a Tarancón que accediera a pasar el Corpus a domingo y no piensa mover la Inmaculada.
ResponderEliminarY por si fuera poco en Granada este año volvemos a tener como festivo el 15 de septiembre un invento de hace pocos años, que viene a interrumpir el ritmo de los niños a la semana de entrar a la escuela. Menos mal que este año cae en viernes y se nota menos.
De este modo parece que c uelquier reflexión no es más que papel mojado y ganas de perder el tiempo porque quien tiene de verdad el poder no parece estar dispuesto a mover el culo' por nada del mundo. Y puesto a pensar, lo mismo podíamos decir de la Lay electoral, de la reforma de la Constitución y de tantas otras cosas. Así nos va. Un abrazo
EliminarCómo siempre tus artículos van bien por análisis y ojalá tuviéramos las soluciones que nos favorecieran a todos. Por acá todos los festivos van los lunes pero lo que no se lleva bien son estas vacaciones de fin de año que van por dos meses y los padres y los niños se trasean por la ciudad para ubicar a los que cuidarán de los menores por un día o dos. En fin que resulta angustioso para todos.
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