Aunque
hablo de este país en el que vivo, España, estoy seguro que en el resto del
mundo tendréis a vuestro alcance secuencias parecidas. En cada época se ponen
de moda determinadas ideas fuerza con las que la publicidad se encarga de
inundarnos para hacer valer determinados mensajes que interesa vender en ese
momento. La idea de la juventud como valor supremo, la ecología y el mundo
natural como paraíso soñado y al que hoy quiero referirme, la acción como
máxima expresión de vida. Me gusta centrarme en puntos concretos porque me
parece que resumen claramente la quimera y el sinsentido en el que nosotros
mismos nos metemos. No sé si recordáis un anuncio de gusanitos que para su
promoción, aparte de otra serie de sandeces que no tienen relación alguna con
el producto, terminan el anuncio diciendo que son de queso natural.
Uno escucha frases de
ese calibre y ya no sabe cómo reaccionar. A la que me quiero referir hoy es de
personas mayores que para mostrar lo bien que se conservan nos los presentan subiendo
una escalera sin fin que suben sin la más mínima dificultad, o se dedican a
tirar bocados a trozos de verduras para mostrar los dientes tan saludables o se
ve a los abuelos jugando con los nietos y dándoles al balón taconazos que
muestran que con ese abuelo no hay quien pueda. Se trata de vender juventud y
salud, cosa frecuente pero ahora, un paso más: es que la salud se nos nota en
que no podemos estarnos quietos y derrochamos vitalidad por los cuatro
costados. Por eso aparecemos bailando sin pasar o corriendo kilómetros y
kilómetros o jugando con los nietos y dándoles sopa con ondas con la vitalidad
que derrochamos. Con esos abuelos no sé
hasta dónde van a llegar los nietos. Así, en realidad no hacen falta los padres
para nada. Mejor que sigan trabajando jornadas interminables porque los
pequeños no los necesitan mientras tengan abuelos que después de echarse las
pomadas para combatir el dolor son capaces de comerse el mundo.
Si uno
se para un poco a pensar el sentido de la publicidad, mostrar cualquier
producto nuevo y hacer que la gente lo conozca para que pueda comprarlo, verá
rápidamente lo lejos que estamos del sentido inicial. Creo que vamos saltando
barreras y ya mostramos productos que no sirven para nada que no sea satisfacer
necesidades que hemos creado previamente. Recuerdo hace unos años que una
cadena de televisión se dedicó a
promocionar el cacao maravillao a base de una
promoción intensiva. Los resultados no se hicieron esperar y comenzaron a
solicitar el producto de manera masiva y
oh sorpresa inesperada, oh desengaño cruel, el hombre feliz no tenía camisa.
Pues aquí, lo mismo. No sé a quién se le ocurrió el experimento pero se tuvo
que aclarar que aquel producto que se estaba pidiendo en respuesta a la campaña
publicitaria resulta que no respondía a ningún objeto real y que no se vendía más que humo. Más primitivo
recuerdo aquel chiste del hombre que iba por la calle vendiendo ¡a peseta, a peseta! Amigo, pero qué
vende. Pues nada, pero es barato.
En
esta ocasión me ha parecido pararme en la idea de la acción como salud, como
fuerza vital y con el mensaje de que tenemos que correr por el mundo, bailar
todo el rato, subir y bajar escaleras sin cuento como si tal cosa y todo para
vender una idea de la vida que a alguien le interesa que interioricemos y es la
de comernos el mundo a bocados lo mismo que somos capaces de comernos un trozo
de verdura cruda sin que se nos mueva la dentadura postiza ni un centímetro. Al
final la síntesis del cuento es que nos columpiamos en una vida cuyo arranque y
cuyo destino no tiene nada que ver con la realidad sino con lo que le interesa
a la estructura comercial en cada momento.
No le demos vuelticas al tiovivo de la propaganda .
ResponderEliminarToda la vida , toda , y siempre, siempre, es signo de progreso ser lo mejor. Ser lo más natural. A base de propaganda que implica tanta verdad como trampa y mentira.
Pero para algo está el sentido común, tan natural como el queso natural... De aquí a 30 años a saber qué medios de promoción nos incitaràn a subir escaleras tan campantes.
Besos
El caso es que, tal como tú lo dices parece hasta más cruel que como lo he dicho yo. Pero estoy de acuerdo. En realidad cada época y cada fuerza de las que ocupan el discurso va proponiendo falacias de las que considera que pueden tener gancho en el momento presente. Un beso
EliminarEs normal que los medios, quieran promocionar y vender sus productos a cualquier precio sin tener en cuenta a quién va dirigido, pero para eso estamos nosotros, los receptores, que deberímos ser valientes para poner en funcionamiento nuestras capacidades y decidir qué queremos. Independientemente de la edad, tenemos vida, somos seres pensantes y por tanto nuestras elecciones de vida deben ser nuestras.
ResponderEliminarEstamos continuamente recibiendo un bombardeo de información incapaz de digerir. Pero sólo es eso...mera información y no conocimiento. Cuando seamos capaces de seleccionar y filtrar esa información, algo que requiere tiempo, y no engullir sin mas, entonces seremos nosotros y no lo que quieran que seamos. Debemos ser selectivos y coherentes con lo que elegimos, pese a quien pese. No seremos más jóvenes, ni más guapos, ni más fuertes porque tomemos, nos pongamos o queramos imitar. No perdamos de vista que somos personas con cualidades que no están en ningún medio externo sino dentro de nosotros. Nadie debe dejar que lo manipulen, nadie debe dejarse estereotipar por ningún medio, al menos conscientemente. Somos personas...ni máquinas ni números, personas...¿Nos parece poco?
Saludos cordiales
En nosotros está el no dejarnos embaucar por las mentiras que nos quieren vender, tanto en la publicidad como en las noticias, política y un largo etc. Un abrazo.
ResponderEliminarA principios de curso pasé la revisión médica que nos hace la mutua de la empresa. Me reía porque en varias ocasiones añadían la previa de "teniendo en cuenta su edad", para decirme que el deterioro que se iba apreciando era compatible con los años que ya no voy a cumplir.
ResponderEliminarEvidentemente ya no soy el joven maestro que se revolcaba en el suelo con los niños, pero aún me quedan fuerzas y ganas para irme de excursión por el bosque de la Alhambra la semana pasada (con su subida por la Cremallera y su bajada por el Barranco del Abogado) y en ésta que empieza me voy de colonias a pasar una noche en el Molino de Lecrín.
Deja a los médicos que sigan creyéndose que saben. Yo creo que conviene escucharlos porque nunca se sabe y es posible que en medio de todas las marañas técnicas que nos transmiten se cuele alguna verdad que merezca la pena tener en cuenta. Pero yo voy a seguir deseándote una visita al Molino de Lecrín y a ese hermoso paraje de entrada al Valle de Lecrin. Ya estarán a punto' las primeras naranjas, pero seguro que todavía ácidas. Un abrazo porque para mí siempre serás joven porque yo soy bastante más viejo como sabes.
EliminarUna gran reflexión sobre una cruda realidad...
ResponderEliminarUn cordial saludo