Estamos
empezando a ver los primeros signos de que el verano se va. Como en la
naturaleza casi nunca dos y dos son cuatro sino más bien ya veremos, las
señales que se nos muestran nunca son directas ni definitivas ni claras ni
contundentes pero cambios son. Durante los días las temperaturas máximas
empiezan a no llegar a los cuarenta grados, cosa que en la segunda mitad de
julio era frecuente pero el calor aprieta todavía con fuerza. Las primeras
señales del cambio están en las noches, sobre todo en las madrugadas. Agosto, frío en rostro, lo que quiere
decir que se puede dormir con cierta placidez y hasta se hace necesaria la
presencia de una sábana que nos empiece a cubrir algunas horas de las
madrugadas.
De
todas formas todavía se nos puede volver atrás la temperatura y provocar algún
sudor inadecuado cuando ya parecía que se nos estaba despidiendo. Tampoco hay
que desesperar y los cambios se pueden llevar con la misma paciencia que los
calores o los fríos, sabiendo que los caminos tienen sus curvas y en cualquier
momento, aunque tengas la certeza de ir avanzando tienes que aguantar la duda
de si será cierto o tendrás que asumir algún signo en contrario. En el agua de
la playa, por ejemplo, ahora son los mejores días con permiso del viento porque ya han caído sobre el mar una serie de días
de sol suficientes como para que la temperatura
haya subido unos grados y se haya estabilizado mas o menos. Es verdad que ahí
está el poniente que en cualquier momento nos puede gastar una mala pasada pero
no deja de ser una anomalía que no deja de mantener como verdad que los últimos
días de agosto son los más templados.
Todo
este fenómeno de cambio anunciando el fin del verano y el comienzo del otoño
forma parte del proceso atmosférico natural que suele venir acompañado de
fuerte aparato eléctrico y de aparatosos truenos. Esto es el cambio en la vida.
Normalmente no pasa de ser unos sustos más o menos, pero no se puede descartar
que en cualquier espacio concreto se le vaya la mano a los elementos y de pronto
tangamos que contemplar, por ejemplo, que en una tarde aciaga, una tormenta de
granizo eche por alto la cosecha de frutas de toda una zona. Apenas unas horas
son suficientes como para dar al traste con todo el esfuerzo de un año de
trabajo y dedicación. Es verdad que hay instrumentos financieros que pueden
paliar en parte un contratiempo de este calibre, pero eso no quita que tengamos
que tener presente en todo momento que estamos en manos de los elementos mucho
más de lo que pensamos y que por más que intentemos garantizar que el fruto de
nuestro trabajo tenga algún arraigo en las posibilidades humanas y no se
encuentre tan a la aventura de una nube, de un vendaval o de una sequía a
destiempo.
Está visto que la mano generosa del hombre en favor de la Naturaleza pico margen de éxito tiene para prevenir desastres y o corregirlos.
ResponderEliminarE mm tanto, a vueltas andamos sorteando con paciencia calores y fríos, tal como se presentan
Besos
Lo que más me ha impresionado estos días ha sido saber que estaban quemándolo todo y ya no faltaba mas que las cámaras fueran detrás retrasmitiéndolo en directo. Se ve que vamos progresando. Un beso
EliminarEmpieza a morir el verano, hay que acelerar los ritmos.
ResponderEliminarUn saludo
Es una constante que se repite...
ResponderEliminarSaludos