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domingo, 31 de julio de 2016

DIÁLOGO


         A veces no es muy patente  la relación entre un texto y otro pero yo sé que existe. En esta ocasión es relativamente claro, sobre todo a partir de la imagen del abuelo y el nieto paseando. Me vale como punto de arranque para valorar la conveniencia de esas secuencias de relación a través de las que los pequeños van interiorizando un lenguaje, una cultura y un lugar en el mundo. Formando parte de una tradición familiar, social y hasta espacial. Por tanto valoro  mucho  secuencias como la del abuelo y el nieto dialogando. Por sí sola la imagen ya dice bastante de lo que uno puede explicar sobre diálogo, sobre transmisión oral y sobre relación intergeneracional de enorme riqueza para todos.

         Lo que pasa es que ya sabemos que las cosas no son lo que parecen muchas veces y de cualquier forma de relación entre pequeños y mayores  no solo debemos extraer los beneficios de primera lectura sobre el intercambio de lo que se dicen sino que lo mismo que en las guerras los daños son directos y colaterales, a veces más dramáticos que los directos, los beneficios de las relaciones tienen el mismo recorrido: unos son directos producidos por el propio diálogo en sí pero otros, y probablemente los de más largo alcance, ni siquiera los valoramos en un primer momento. Sin embargo su efecto es como el de una lluvia cuyo efecto no es solo el de la gota que cae en un momento determinado, sino el de la mancha de humedad que produce y que penetra hasta mucho tiempo después de haber caído la gota. Pues algo así pasa con las relaciones, que tienen unos efectos directos e inmediatos indiscutibles, pero que los posteriores pueden llegar a ser más diversificados y más profundos que los directos.

         Quiero detenerme precisamente en ese valor no del impacto primero de la relación, que se puede ver a ojos vistas y de la que se pueden obtener beneficios fácilmente demostrables, derivados del hecho mismo de relacionarse. Hay toda una serie de efectos secundarios que no sé si tenemos en cuenta siempre y quedó no sólo deberíamos tener en cuenta sino saber que a largo plazo son más trascendentes que los producidos en el mismo momento. Terminamos de un rato de paseo y podemos contar dónde hemos estado, lo que hemos visto y lo bien o mal que nos lo hemos pasado. Estoy seguro que no es mentira lo que contamos ni  los efectos que se pueden apreciar a simple vista. Pero dudo más de que seamos conscientes de que por debajo de todo lo que nos ha pasado se ha producido un intercambio de lecciones  sin que nos hayamos dado cuenta en el momento y que pueden ser las que verdaderamente duren en el tiempo, mucho más, por ejemplo, que la secuencia concreta del paseo que nos deslumbra cuando se produce pero que pasa al olvido con bastante facilidad, sencillamente porque nuestra memoria no es capaz de mantener en vilo tantas sensaciones inmediatas y se queda normalmente con las últimas y guarda las anteriores.


         Pero el olvido es una especie de memoria diferida, un almacén de datos que un día vivimos y que están ahí dispuestos a hacerse presentes en cualquier momento. No tiene nada que ver, por ejemplo, alguien que no ha tenido vivencias en la vida, con alguien que ha vivido mucho y que almacena en su subconsciente multitud de lecciones que tuvo en algún momento y que no puede llevar en primera línea a cada momento porque la memoria inmediata es limitada, pero que el olvido le permite almacenar y poder seguir acumulando y que en un momento determinado puede sacar a la luz y hacer valer su experiencia en un momento que lo necesite aunque nadie lo espere. 


7 comentarios:

  1. "Ay, ay!!!, las cosas no siempre son lo que aparentan. Tú lo has dicho.
    '...y rara vez son como quisiéramos fuesen!!!
    Besos

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    1. Es importante que nazca en nosotros una capacidad de adaptación, que se puede aprender como todo, que permita que las incidencias de cada díaz sean debidamente elaboradas por nuestra mente y se integren en nuestra personalidad como parte de nuestro aprendizaje. Un beso de ánimo, amiga

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  2. Muy buena entrada. Es cierto, a veces son más profundas aquellas vivencias que parecemos olvidar pero que conforman nuestra personalidad

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    1. Es que el olvido pesa mucho en nuestra personalidad y de vez en cuando se hace presente y nos influye. Un abrazo

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  3. las relaciones humanas son complejas y tienen sus luces y sus sombras...
    A veces transmitimos temores e inseguridades de generación en generación, sin darnos cuenta.
    Un abrazo.

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  4. Así es. Queremos transmitir a nuestros nietos nuestras vivencias sin pensar que quizás nos estemos equivocando.
    Gracias amigo por este post.
    Un beso.

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