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domingo, 22 de mayo de 2016

OBEDECER


         Obedecer es siempre una función humillante que todos realizamos miles de veces a lo largo de la vida, sobre todo en los primeros años. Se trata, sencillamente de comportarse como alguien quiere que lo hagas, unas veces porque tú no sabes cómo deberías comportarte y la mayoría porque tú asumes el criterio de alguien por encima del tuyo y, de grado o por fuerza, terminas comportándote como esa persona quiere y asumiendo el grado de frustración que eso comporta.

         La construcción del criterio individual se produce a base de decisiones personales que cada individuo va tomando y que de su resultado  esa persona deduce el camino que debe adoptar como el mejor para la defensa de sus intereses. La mayoría de las veces sólo tenernos el comportamiento de nuestros seres cercanos para orientarnos en los nuestros pero las raíces más valiosas de nuestra personalidad son aquellas que se fundamentan en decisiones personales y en ejercicios de nuestra libertad. Como el error anda siempre muy cerca de todas las decisiones es fácil que nosotros mismos o los seres que nos rodean intenten indicarnos el mejor camino que consideran para evitar que nos equivoquemos si decidimos nosotros solos y nosotros, bien por comodidad o porque verdaderamente no sabemos por dónde tirar,  hacemos caso de lo que nos dicen y salimos del paso asumiendo comportamientos que no son nuestras y nos vamos creando una personalidad basada en criterios de nuestros seres cercanos en vez de en nuestras propias decisiones.

         De sobra sé que sería imposible que una persona evolucionara por ella misma y asumiendo sólo su propio criterio para actuar. Esto es verdad pero también es verdad que el fundamentar la evolución de los criterios exclusivamente en la obediencia induce comportamientos colectivos ordenados y poco problemáticos pero a la larga lo que producirá son seres alienados, incapaces de decidir por ellos mismos y pendientes en todo momento de satisfacer deseos que no son suyos porque adolecen de un criterio propio para resolver los problemas que la vida les va poniendo en el camino cada día. También sé que las situaciones no se producen en la vida real con la claridad con que yo las escribo aquí. De hecho todos tomamos decisiones personales para afrontar muchas de nuestras necesidades y obedecemos también muchas veces porque no tenemos salida para muchas de las encrucijadas que la vida nos plantea  pero eso no quita que las personas que tutelan a pequeños, sean familia o comunidad escolar obedecen a unos criterios y esos son los que tratan de imponer con más frecuencia y aquí es donde tenemos que clarificar nuestra actitud como personas que tutelamos personalidades que se están formando y en las que nuestras influencias son determinantes de hecho.


         Si en una escuela o familia los niños lo que han de hacer en todo momento es obedecer lo que se les diga puede que se logre una convivencia pacífica formalmente pero interiormente lo que estamos consiguiendo es una bomba de relojería porque los alumnos no encuentran una manera de evolucionar con sus propios criterios. En cambio si los maestros o las familias, aparte de ofrecer a los pequeños modelos para que se sientan orientados, les permiten y les animan a evolucionar por ellos mismos, tienen en cuenta sus propuestas y les hacen ver que sus criterios personales tienen valor y deben desarrollarlos para alcanzar personalidades sólidas y diferenciadas de las de sus vecinos, lo que podríamos llamar armonía en un grupo solo la podemos obtener de una evolución semejante porque de la de obedecer en todo momento lo que conseguiremos será sometimiento, rencor y personas que no tienen más personalidad que la del criterio de quien les manda en cada momento. 


8 comentarios:

  1. Manuel Ángel Puentes22 de mayo de 2016, 10:43

    En alguna ocasión hemos manejado el triple concepto de la prohibición, la norma y el consejo. Las prohibiciones tienen que ver con la salud propia y ajena: no cruzar una calle sin mirar y, en educación infantil, sin que lo diga un adulto; no maltratar a otros, no destruir los objetos de propiedad colectiva o ajenos... Las normas tienen que ver con la convivencia y deben ser objeto de consenso, son negociables y admiten excepciones: comer bien sentado usando adecuadamente los cubiertos; respetar turnos; acabar lo que se empieza; recoger lo que se ha usado... Es una buena fórmula que las normas se establezcan en asamblea entre los niños. Por último están los consejos, aquellas cosas que decimos los mayores que nos gustan de un niño bien educado: que saluden al entrar y se despidan al irse; que pidan las cosas por favor; que den las gracias; que "a cubierto descubierto"...

    Ser capaces de discernir entre los tres conceptos hace que sepamos cuándo hemos de exigir la obediencia, cuándo hay que recordar los acuerdos asumidos entre todos y cuándo simplemente preferiríamos que lo hiciera de otra manera

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    1. Creo que me gusta más tu exposición. No sé si la distancia de la realidad de hoy me aleja de los discursos inmediatos. Lo que sí me interesa, y por eso me doy por válido, es eentrar en los temas y que no se o¡xiden en el silencio o en el olvido o en las reflexiones facilonas sino que se conviertan en asuntos de los que se hable. Por eso el hecho de hablar permite unia posibilidad d e diversificación de los puntos de vista y de continua actualización del+ asunto y eso sí que me parece interesante. Gracias una vez más y un abrazo

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  2. Creo que por primera vez no estamos de acuerdo, me resulta muy difícil entender la obediencia como una humillación, pero puede que desde dónde lo planteas tenga algo de ello.
    Me quedo rumiando...besos

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  3. Me encantaría no estar de acuerdo contigo en algo porque estaríamos en la posibilidad de aprender el uno de la otra. No hablo de humillación por parte de quien ordena sino de quien recibe porque uno quiere siempre hacer su santa voluntad y cualquier imposición se vive como una agresión. Lo que pasa es que como todo en la vida es ambivalente, a la vez también es una liberación de las dudas que siempre se tienen antes de decidir y que la obediencia te resuelve de un plumazo. Viva la discrepancia. Un beso discrepante

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  4. obedecer, humillarse?
    Y sentar cátedra, tiranía?
    obedecer puede no ser virtud si es servilismo. Pero acatar la voluntad ajena (sobre todo si se acepta como dimanada de sano principio de autoridad)EN ABSOLUTO ES HUMILLACIÓN. Antes bien, todo lo contrario.
    Y la 'ambivalencia' no resta validez a lo razonable.
    Sí, ese fatal axioma de 'hacer su santa voluntad'. Eso es engreimiento, querido Antonio.

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    1. ES VERDAD LO QUE DICES PERO LA TENDENCIA NATURAL NO ES ESA, DE MODO QUE A OBEDECER SE APRENDE PORQUE TODO LO¡' QUE SIGNIFIQUE SOMETERSE A VOLUNTAD AJENA ES IMPOSICIÓN Y, POR TANTO, LA PRIMERA REACCIÓN ES DE PROTESTA. OTRA COSA ES LA CONVENIENCIA O NO Y EN EDUCACIÓN ES IMPRESCINDIBLE, SIEMPRE Y CUANDO LA IMPOSICIÓN VAYA SEGUIDA DE UN CIERTO MODELO POR PARTE DEL QUE PRETENDE IMPONER. UN BESO

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  5. un placer ver gente inteligente escribiendo y dialogando

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