Después
del lapsus sociopolítico de dos semanas, que hemos empleado en apoyar una
empresa educativa de Granada, en la que he tenido el privilegio de trabajar
hasta mi jubilación hace unos años, vuelvo la vista a nuestro tema educativo
que es el verdadero objetivo de nuestro empeño. En todo caso lo voy a ligar hoy
a la imagen que ofrecían los pequeños en la fiesta reivindicativa en la que
participaban como protagonistas, junto a sus maestros y a sus familias. Desde
el punto de vista educativo en estado de plenitud. No había más que mirarlos para darse cuenta
de que era así. Toda su capacidad de acción en una plaza pública, animada por
sus maestros y acompañada por el calor de sus familias. No se podía pedir más.
Me
quedo con esa estampa como símbolo de la fuerza que puede sentir un menor
arropado para calificarlo como condiciones ideales en las que los menores, y
creo que cualquiera, se sienten en plenitud y dejan salir todas sus capacidades
expresivas y comunicativas. Imposible predecir a dónde seríamos capaces de
llegar en esas condiciones si pudiéramos mantenerlas en el tiempo. Con mucha
más humildad yo no puedo olvidar las noches en que mi padre me llevaba a su
trabajo a que le acompañara hasta que le llegara el relevo a las tres de la
tarde del día siguiente. Con qué dulzura me preparaba un jergón para dormir y
con qué sensación de fuerza yo le acompañaba durante los cuatro kilómetros de
ida al trabajo y los otros cuatro de vuelta para llegar a nuestra casa, estragados pero juntos y con mil experiencias
compartidas. Esa misma sensación de fuerza es la que se veía en las caras, yo
creo que no sólo de los menores sino de todos. Es como una sensación atávica
que se manifiesta en el momento de sentirnos acompañados y que nos dice que no
hay nada en el mundo que no podamos conseguir si estamos juntos.
Es
fácil entender que las circunstancias cotidianas no permiten mantener esas
vivencias durante mucho tiempo. La lucha por el sustento diario hace que cada
uno ande disperso buena parte del día y que solo en contadas situaciones
podamos disfrutar del privilegio de estar juntos pero eso no quita que
ignoremos la importancia decisiva de hacerlo y las trascendentales consecuencias
de su realización. En la actualidad, las concentraciones periódicas más visibles
son los botellones en los que, con la excusa del alcohol como principal nexo de
unión, los adolescentes en particular y los jóvenes en general se ofrecen a sí
mismos secuencias del poder de estar juntos, aunque el objetivo no sea más que
una vulgar y perniciosa borrachera, a
falta de más nobles finalidades. Y es que no podemos disimular nuestra
condición de seres gregarios que no se sienten completos más que cuando están
juntos y se sienten apoyados los unos por los otros. No estaría de más que,
conociendo esta realidad indiscutible, fuéramos capaces de organizar
acontecimientos como el que hoy nos ocupa para inyectarnos buenas dosis de
fuerza con alguna frecuencia y no dejarlo al albur del alcohol, del fútbol o de
acontecimientos parecidos.
Un día
de campo, un paseo por la calle, un encuentro familiar, una buena película
pueden ser excusas perfectas para reunirnos. Es posible que el objetivo no
tenga por qué ser lo fundamental si nos damos cuenta de que la finalidad no es lo
que importa sino que puede haber muchas excusas válidas que nos produzcan la
sensación de sentirnos grupo, juntos, fuertes y que hacia ese objetivo es hacia
donde conviene dirigir las energías y los proyectos que pongamos en práctica.
Cualquier concentración puede ser válida para conseguir un objetivo suficiente.
Tradicionalmente organizaciones de muy diverso tipo se han dedicado a
desarrollar concentraciones o encuentros de vida en común que, tanto si su
intención era la que comentamos como si no, han conseguido objetivos de ese orden
y debemos agradecer el esfuerzo a los organizadores a pesar de que nos
enteremos que de vez en cuando que se han producido abusos indeseables y
condenables que hay que denunciar, pero el objetivo de reunirnos para proyectos
comunes sigue siendo válido y merece la pena mantenerlo como un valor en sí.
En definitiva, y con todos los aditamentos que se quiera, o ninguno si no son necesarios, la frase puede dejar de ser un tópico porque resume muy bien la idea que subyace en tu escrito
ResponderEliminar"la unión hace la fuerza"
no cabe mayor simbiosis
abrazo
Pues seguramente es como dices. Creo que podemos comprobar con facilidad la inyección de moral que los pequeños reciben cuando se sienten en medio de los suyos. Un beso
EliminarHola Antonio: Que bonito cuando se mezclan las energias construyendo un objetivo entre las personas de diferentes generaciones, las imágenes más tiernas de los abuelos con los nietos jugando.Sabes con el facebook, me he vuelto perezosa para visitar los blogs y hoy me he decidido a visitar mis favoritos, entre ellos el tuyo.Un abrazo desde Valencia, Montserrat
ResponderEliminarAntonio, vamos perdiendo el sentido de familia. Hoy dudo que un hijo acompañase a su padre al trabajo y durmiera en un jergón para estar juntos. Nuestra juventud vive insatisfecha y los padres más sin saberlo sin saber qué piensan sus hijos y qué es lo que hacen.
ResponderEliminarEncomiable vuestro proyecto.
Un abrazo.
Es posible que sea como dices pero también vamos ganando otras cosas que antes no estaban presentes. Un beso
EliminarComo bien dices al principio...no se puede pedir más !
ResponderEliminarSaludos
Era para haberlo grabado en video porque lamentablemente pronto será historia a no ser que nos empeñemos en la lucha.
ResponderEliminarDesde que se digitalizó todo, esto no se ve ni en el cine. Como mucho en algún acontecimiento familiar, pero no de grupo abierto y en un espacio abierto.
Es dramático decirlo pero creo que vamos a otras cosas. Digitales, eso si.
Seguramente llevas razón, como tantas otras veces, pero hubiera sido necesario un Carlos que supiera recoger la entraña de lo que allí estaba pasando para poder mostrarla en todo su esplendor. Alguna vez lo hemos logrado, pero no es fácil. Un abrazo
EliminarCuando Vicenç Arnaiz nos trajo su propuesta de proyectos de trabajo o de pequeños proyectos, como una metodología para desarrollar con los mayorcillos de la escuela infantil, lo que me pareció más sugerente fue lo que ese proceso implicaba de trabajo cooperativo, de aprender a aprender juntos, de entrar en una dinámica donde el saber no se quedaba en manos del maestro, sino que se iba construyendo entre los niños, sus familias, los maestros y el entorno.
ResponderEliminarEl nivel de implicación de los niños cuando ellos toman las riendas de su investigación y la motivación que les supone ver cómo sus familias participan en esos proyectos aportando ideas, materiales... pero sin quitar el protagonismo a los niños; ver cómo se esfuerzan en comunicar a los demás sus propuestas y cómo aceptan las propuestas de los demás cuando consideran que mejoran las suyas; y la satisfacción de llegar a alguna conclusión compartida por el grupo, aunque sólo sea la de la necesidad de seguir investigando, son momentos de esa simbiosis de la que tú hablas.
Es verdad que nuestra experiencia está plagada de momentos de intensa influencia como el que describes y como otros del mismo valor o parecido que hemos obtenido de otras experiencias que tenemos que agradecer sin duda. Pero también quiero hacer valer nuestra actitud de aprendizaje para tomar de aquí y de allá todo lo que de valor pasaba y pasa por nuestro lado. De eso me siento orgulloso. Un abrazo
EliminarEstuve allí, contigo y lo que aprecio es a una gran familia que compartían juegos y por su contenido aparentemente nada especial pero el apoyo y el compartir es lo que quiero resaltar. Que no desaparezcan centros como estos y que nuestros pequeños sigan creciendo con un buen referente de familia parece ser un desafío en nuestros tiempos, pero mientras exista el interés así sea de algunos pocos y así no se logren con inmediatez los objetivos , queda de manifiesto. Muy buena labor. Besos
ResponderEliminarUna vez más, gracias. Esta vez juntos hemos podido vivir en directo lo que tántas veces hemos compartido de palabra. Un beso de verdad.
EliminarComo bien explicas podemos buscarnos mil excusas perfectas para una reunión donde los protagonistas sean los niños. Todos unidos se pueden lograr muchos objetivos A veces pienso qué nos está pasando en la actualidad, pero no veo la familia actual cómo yo viví mi etapa infantil con mi familia…
ResponderEliminarMis felicitaciones por el post. Un beso