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domingo, 28 de febrero de 2016

APOYO


No es de los temas sociopolíticos de los que más me gusta escribir en este blog. No los huyo pero prefiero profundizar en los avatares que lleva aparejados la educación de los más pequeños cada día. Comprendo que en determinadas situaciones, y esta es uno de ellas hace falta y por eso lo acepto también. Dentro de la campaña de apoyo a la Fundación Granada Educa, el pasado jueves tuvimos ocasión de concentrarnos en la plaza del ayuntamiento y celebrar con los pequeños y con las familias una fiesta reivindicativa en la que mostramos nuestra voluntad de defender este proyecto educativo que hoy es patrimonio de Granada y que debería ser defendido por su Ayuntamiento en primer lugar.

Para ser justos y a pesar de que nuestra idea ha sido siempre la de conseguir las cosas por unanimidad para que los beneficios que nuestra institución aporte a la ciudad los puedan valorar como propios todos los grupos políticos por igual, han sido las fuerzas de la izquierda las que tradicionalmente nos defienden cada vez que se nos cuestiona por alguna coyuntura adversa. En esta ocasión también ha sido así y en el Salón de Plenos se han escuchado voces de apoyo como en ocasiones anteriores. No es la primera vez que esta institución se cuestiona y siempre por motivos económicos. Es verdad que cuesta dinero a la ciudad pero también que aporta un prestigio reconocido y valorado en todo el país, de modo que somos como un monumento más de los muchos que adornan  Granada y que puede lucir, aparte de la Alhambra  que sigue siendo el más visitado pero que entre todos tenemos que contribuir a que no sea el único. Hace falta, no sólo dignificar el pasado en lo que vale sino mejorar el presente y proyectarse hacia el futuro con algo más que sólo la Historia.

El tiempo es ese vehículo que nos trae y que nos lleva por la vida en distintos formatos sin que muchas veces tengamos conciencia de los cambios. En el tiempo que permanecimos en la Plaza del Carmen, mientras los pequeños jugaban y pintaban a gusto pude vivir el encuentro y abrazo a una madre a la que me costó reconocer en la imagen de su hijo Jose, que fue alumno mío de cuatro años en 1994 y que ahora  en concejal de Vamos Granada y ha tenido ocasión de apoyar desde su cargo, un buen grupo de compañeros a los que no veía desde hacía tiempo porque los jubilados debemos aprender a echarnos a un lado para que el protagonismo lo ostenten ahora los que quedan y nosotros apoyar cuando haga falta pero no interferir o entorpecer el trabajo diario. De todas formas, qué hermosos los abrazos a María José Bustamante, a Maribel la de los pelos largos, que fue alumna  y que ahora nos acompaña con sus hijos desde su puesto de funcionaria de la Escuela Pública y se siente en su casa con nosotros. A Nuria con su hijo y con su madre, ya abuela, recordando la de años vividos desde que nos conocemos de cuando ella era la pequeña y la de pañales que le hemos cambiado. O Adelaida, que me presentó a su pequeño, al que ya no conocía porque es el quinto y que, en la permanente búsqueda de la niña todavía no está segura de si será el último o no. Tantos recuerdos….   

Quiero pensar que, como en otras ocasiones el tema volverá a su cauce y el ayuntamiento entenderá que esta institución tiene raíces y forma ya parte de Granada como otro monumento de los muchos que la definen y la enriquecen. Si no fuera así, aquí estaríamos, dispuestos a levantar nuestra voz de nuevo mientras las fuerzas nos acompañen, porque cuando uno cree en algo debe hacerlo saber por si alguien no termina de verlo claro o tiene otra escala de valores en la que el dinero ocupa un lugar demasiado preponderante. Es verdad que los poderes públicos deben velar por el mejor uso del dinero de los ciudadanos pero dudo mucho que, por más que miremos, encontremos un mejor uso del dinero público que el de la educación de los más pequeños. Estaría bien que miráramos un poco más al horizonte.



domingo, 21 de febrero de 2016

HILO


         Lo que hoy en Granada se llama FUNDACIÓN GRANADA EDUCA es una estructura educativa municipal de cuatro escuelas infantiles que nació en 1981 y que atiende a pequeños de 0 a 6 años. Se dividió en su momento en dos ciclos en el encuentro de Barcelona, diciembre de 1983. El primero, de 0 a 3, con un marcado carácter social y sanitario pese a la oposición de muchos de nosotros y el segundo, de 3 a 6 años, integrado en la estructura educativa. Ninguno de los dos tramos tienen carácter obligatorio y el paso del tiempo junto al descenso de natalidad ha dado como resultado que el tramo de 3 a 6 años se ha podido generalizar mientras que el tramo de 0 a 3 no ha podido responder a la demanda social, que era la reclamación que se planteaba desde el principio.

         En origen los pequeños simultaneaban tres tipos de centros: los dependientes de Asuntos Sociales que de un curso a otro pasaron de atender a pequeños de 3 a 6 a los de 0 a 3 años para lo que hubo que organizar reciclajes urgentes para su personal y adaptar los espacios para los más pequeños de la noche a la mañana, los bloques de Preescolar de los centros de Primaria que en vez de atender a los de 4 a 6 años incorporaron a los de 3 con una estructura escolar que muchos esperamos que se abriera a los nuevos aportes de la psicología del desarrollo ligados al juego como pieza esencial para el aprendizaje y que lo que produjo más bien fue que los 3 años se integraran en la estructura escolar con la consiguiente pérdida de frescura de la distribución del tiempo y del espacio que ha ido ganando rutinas académicas y perdiendo estructuras lúdicas. Para ser exactos podríamos decir que se ha producido una cierta simbiosis en la que la escuela ha cedido una cierta frigidez y ha ganado algo de reconocimiento del juego como pieza importante en el aprendizaje. Y por último, una serie de centros que venían atendiendo a pequeños de 0 a 6 años han venido manteniendo el servicio a duras penas porque las inercias han dado como resultado que los de 3 a 6 años han tendido a concentrarse en las escuelas y los que han manteniendo los grupos siempre han vivido pendientes de un hilo viendo como muchos de sus alumnos se trasladaban a los centros de primaria, aunque no fuera más que como forma de garantizarse una plaza cuando empezaran el tramo obligatorio, cosa completamente ilegal pero inevitable.

         Nuestros cuatro centros de Granada han sufrido la poderosa competencia  de la estructura escolar con irregular resultado en función del barrio en el que están enclavadas y este año, una vez más, los que defendemos el derecho a existir de estos centros de 0 a 6 años nos vemos en la necesidad de reclamar de los poderes públicos respeto a la diversidad porque, sin tener nada contra otras estructuras que están funcionando no entendemos por qué tanto interés en que estos pequeños centros desaparezcan cuando su historia manifiesta curso a curso su bondad. No es la primera vez que se hay intentado pero hasta el momento esa amenaza se ha paralizado y estas escuelas se han venido manteniendo, aunque pendientes de un hilo.



         El buen trabajo realizado y los años de historia, más de 30, han consolidado a Granada como una referencia nacional e internacional en Educación Infantil con el esfuerzo de los profesionales y del Ayuntamiento que ha venido soportando el proyecto. Pero la pregunta que se queda en el aire sin respuesta es por qué perder todo ese capital humano, todo ese bagaje pedagógico acumulado y todas esas líneas de futuro abiertas para seguir trabajando y aportando a esta ciudad y al sector educativo de 0 a 6 años. No es posible resignarse sin más al signo de los tiempos en los que el único motor de cambio sea el dinero. Cada día somos más  conscientes de la importancia de invertir en caminos de futuro a largo plazo. La principal inversión está hecha en personas y en proyecto. Tenemos obligación los que sintamos esto como nuestro, de exigir respeto a seguir viviendo por el bien de este sector educativo y de la ciudad de Granada.    


domingo, 14 de febrero de 2016

MÁSCARAS


         Si se puede, por qué no mezclar nuestra temática con el devenir de los tiempos. Ahora estamos en Carnaval y en medio de las comparsas y chirigotas con toda su carga de alegría y de crítica dirigimos nuestro ojo a secuencias con nuestros pequeños que llevan su carga ácida de una vida que los adultos calificamos con facilidad de paradisíaca pero que vista de cerca dista bastante de ser un camino de rosas.

         Marieta ha alcanzado ya la cota de los tres años en calidad de princesa de la familia. Se ha incorporado al cole este curso hasta con gusto pero he aquí que cuando más ufana estaba creyéndose la reina del Chantecler aparece en su casa una especie de muñeco al que todos han dado en llamar Pablo. Su madre estaba gorda y le hablaba de un pequeño que llevaba en la barriga y al que ella veía moverse por fuera. Le resultaba gracioso escuchar los cuentos de su mamá sobre su nuevo hermano. Un asunto nuevo sobre el que escuchar historias. De pronto su madre desaparece de la casa unos días y cuando vuelve ya no viene sola sino que trae  bajo el brazo un hatillo y dentro un inquilino al que todos insisten en llamar Pablo y revolotean continuamente a su alrededor como si ella hubiera desaparecido como por ensalmo. Como broma tuvo su gracia los primeros días pero Marieta se da cuenta que el asunto no parece que sea ningún chiste porque pasa el tiempo y, con la excusa de que ella es mayor resulta que el Pablo de narras no para de recibir atenciones de unos y de otros y a ella no le hacen ni caso. Ha tenido, por tanto, que ponerse manos a la obra a elaborar argucias para que la sigan teniendo en cuenta, si no por las buenas, al precio que sea.

         Su madre me llegó hace unos días francamente preocupada porque su Marieta del alma se le había puesto en frente y con todo el descaro del mundo se le había orinado en su cara. No era, desde luego, la primera señal de alarma que le daba de que algo gordo estaba pasando. Lo de volver a frecuentar la cama de los padres y quedarse a dormir en ella había sido otra señal importante pero como que su madre no quería ver lo que estaba viendo. Esta meada en sus narices significaba todo un desafío y no supo cómo responder en ese momento y prefirió salir del paso como pudo y consultar cuando estuviera más tranquila. Las secuencias de celos son perfectamente normales y hay que afrontarlas de esa  manera. No tiene nada de raro que alguien que ha vivido dueño de todas las atenciones de la familia reaccione manifestando su desacuerdo cuando aparece un intruso y se lleva todos los mimos que eran suyos hasta el momento. La reacción puede llegar a ser violenta. No es raro encontrarse al mayor con el pequeño en brazos y con cara de no muy buenos amigos. No podemos tolerar situaciones de ese tipo que pueden poner en riesgo la seguridad  del pequeño pero tampoco llevarnos las manos a la cabeza y hacer un drama de algo que necesita de nuestra intervención inmediata pero también de nuestra serenidad.

         La madre venía preguntando que cuándo se curan los celos porque estaba preocupada. Tuve que responderle con toda honestidad que nunca y que lo que había que hacer era aprender a vivir con ellos sin que nadie se sintiera desplazado y cada uno dispusiera de un espacio afectivo suficiente. Acordamos una serie de medidas a tomar con Marieta para evitar los momentos más dramáticos que ella verdaderamente está viviendo pero sobre todo hablamos de lo que significan los celos para intentar comprender la posición de Marieta, que es la que más está perdiendo en esta historia y hacerle ver lo mucho que también está ganando en su camino de crecimiento. A juzgar por las conversaciones posteriores parece que Marieta está reaccionando a las medidas que hemos acordado para ella y que su madre está poniendo en marcha de la mejor manera que sabe. Me confiesa que le resulta un poco cómico comprobar cómo es posible que la mayor no se dé cuenta del juego y acepte de buen grado las propuestas que le ofrecen.     

   

domingo, 7 de febrero de 2016

POSESIÓN


         Creo que ya hemos dado pruebas suficientes en esta columna semanal de que huimos como de la peste del criterio de que cada tiempo pasado fue mejor. Creemos por el contrario que cada momento lleva implícitas las grandezas y las miserias particulares. Ha de ser nuestro esfuerzo personal el que afronte las dificultades que se vayan planteando  y el que transforme en vivencias aleccionadoras sus posibles soluciones. El entramado de desencuentros entre las parejas, una vez que se producen las separaciones se pueden convertir en un rosario de roces sin fin en los que cada miembro esgrima su poder para salir airoso de los conflictos mientras que los pequeños, que suelen estar en medio son los perjudicados sin comerlo ni beberlo.

         Creo que esta situación de que dos personas que se han unido y que en un momento se separan porque se dan cuenta de que la unión se ha roto y desean continuar cada uno por su sitio es mil veces preferible a la anterior en la que tenían que permanecer juntos, sintieran lo que sintieran, como si la vida no pudiera ofrecer alternativas razonables de convivencia  y nuevas oportunidades. El hecho de que hoy se abra la posibilidad de cambiar de vida una vez constatado que el camino de la unión se ha agotado no significa que las dificultades no existan ni que sean fáciles de encausar. Mucho menos si hay niños pequeños de por medio que necesitan el acuerdo de su padre y de su madre para organizar la vida con cada uno de ellos por separado ya que juntos no es posible. El intento de recomponer la nueva vida tiene dificultades objetivas que, con esfuerzo, pueden irse resolviendo pero no nos engañemos; el camino está lleno de dificultades y puede convertirse en una tortura para todos, especialmente para los menores, si los adultos no están por la labor.

         Cada separación es un mundo y tiene sus propios componentes. Si el desacuerdo es asumido por los dos miembros, la cuestión se centra en encontrar la mejor manera de convivir por separado. Pero no siempre es así y muchas veces uno de los dos se siente dañado en sus intereses o en su dignidad y pone trabas para que la nueva realidad le compense de lo que a su juicio la vida en pareja le ha perjudicado. Las variantes pueden ser miles y si hay menores, más. En esos casos la intervención de un juez intenta encontrar un punto de equilibrio y puede que en muchos casos lo encuentre pero al final se requiere que los litigantes asuman que la nueva situación, aunque no esté a su gusto por completo es mejor que la de mantener el litigio a lo largo del tiempo con el consiguiente deterioro de las relaciones y que los propios hijos se conviertan en armas arrojadizas contra la pareja en el vano intento de encontrar una armonía imposible que no surja de la aceptación de las reglas del juego si el acuerdo no es posible.


         Con frecuencia se dice que los hijos son los que más sufren en  las separaciones, sobre todo en las que el conflicto permanece en el tiempo porque no se encuentra un punto de equilibrio. Y se pone esa situación de ejemplo de sufrimiento, como si vivir en una familia unida pero en desacuerdo fuera un plato de gusto. En las situaciones conflictivas sufren todas las partes y no son deseables para nadie. Mi argumento de cabecera es el de que los pequeños nunca llegaron a este mundo por su gusto sino que son fruto de la decisión de sus padres y eso, según mi criterio les da un punto de inocencia y otro de responsabilidad a sus mayores de referencia para que intenten por todos los medios sacarlos del juego de poder que cada uno esgrime contra el otro porque esa guerra no es la suya y no debiera afectarles. Ya sé que con palabras más o menos razonables no se resuelven desavenencias tan profundas que provocan separaciones muchas veces muy dolorosas pero considero que es importante entrar en estos temas con las palabras por si pueden ofrecer luz o equilibrio en algún caso que uno solo bastaría para que el esfuerzo se viera justificado.