No es de los temas sociopolíticos de los que más me gusta escribir en este blog. No los huyo pero prefiero profundizar en los avatares que lleva aparejados la educación de los más pequeños cada día. Comprendo que en determinadas situaciones, y esta es uno de ellas hace falta y por eso lo acepto también. Dentro de la campaña de apoyo a la Fundación Granada Educa, el pasado jueves tuvimos ocasión de concentrarnos en la plaza del ayuntamiento y celebrar con los pequeños y con las familias una fiesta reivindicativa en la que mostramos nuestra voluntad de defender este proyecto educativo que hoy es patrimonio de Granada y que debería ser defendido por su Ayuntamiento en primer lugar.
Para ser justos y a pesar de que nuestra idea ha sido siempre la de conseguir las cosas por unanimidad para que los beneficios que nuestra institución aporte a la ciudad los puedan valorar como propios todos los grupos políticos por igual, han sido las fuerzas de la izquierda las que tradicionalmente nos defienden cada vez que se nos cuestiona por alguna coyuntura adversa. En esta ocasión también ha sido así y en el Salón de Plenos se han escuchado voces de apoyo como en ocasiones anteriores. No es la primera vez que esta institución se cuestiona y siempre por motivos económicos. Es verdad que cuesta dinero a la ciudad pero también que aporta un prestigio reconocido y valorado en todo el país, de modo que somos como un monumento más de los muchos que adornan Granada y que puede lucir, aparte de la Alhambra que sigue siendo el más visitado pero que entre todos tenemos que contribuir a que no sea el único. Hace falta, no sólo dignificar el pasado en lo que vale sino mejorar el presente y proyectarse hacia el futuro con algo más que sólo la Historia.
El tiempo es ese vehículo que nos trae y que nos lleva por la vida en distintos formatos sin que muchas veces tengamos conciencia de los cambios. En el tiempo que permanecimos en la Plaza del Carmen, mientras los pequeños jugaban y pintaban a gusto pude vivir el encuentro y abrazo a una madre a la que me costó reconocer en la imagen de su hijo Jose, que fue alumno mío de cuatro años en 1994 y que ahora en concejal de Vamos Granada y ha tenido ocasión de apoyar desde su cargo, un buen grupo de compañeros a los que no veía desde hacía tiempo porque los jubilados debemos aprender a echarnos a un lado para que el protagonismo lo ostenten ahora los que quedan y nosotros apoyar cuando haga falta pero no interferir o entorpecer el trabajo diario. De todas formas, qué hermosos los abrazos a María José Bustamante, a Maribel la de los pelos largos, que fue alumna y que ahora nos acompaña con sus hijos desde su puesto de funcionaria de la Escuela Pública y se siente en su casa con nosotros. A Nuria con su hijo y con su madre, ya abuela, recordando la de años vividos desde que nos conocemos de cuando ella era la pequeña y la de pañales que le hemos cambiado. O Adelaida, que me presentó a su pequeño, al que ya no conocía porque es el quinto y que, en la permanente búsqueda de la niña todavía no está segura de si será el último o no. Tantos recuerdos….
Quiero pensar que, como en otras ocasiones el tema volverá a su cauce y el ayuntamiento entenderá que esta institución tiene raíces y forma ya parte de Granada como otro monumento de los muchos que la definen y la enriquecen. Si no fuera así, aquí estaríamos, dispuestos a levantar nuestra voz de nuevo mientras las fuerzas nos acompañen, porque cuando uno cree en algo debe hacerlo saber por si alguien no termina de verlo claro o tiene otra escala de valores en la que el dinero ocupa un lugar demasiado preponderante. Es verdad que los poderes públicos deben velar por el mejor uso del dinero de los ciudadanos pero dudo mucho que, por más que miremos, encontremos un mejor uso del dinero público que el de la educación de los más pequeños. Estaría bien que miráramos un poco más al horizonte.