Probablemente
me voy a terminar convirtiendo en un abogado de pobres pero no se me ocurre
mejor destino después de tantas quijotadas como he vivido en esta vida. Es más,
en el momento en que me convenza de que he asumido definitivamente tal profesión,
mi vida se habrá realizado plenamente y podré aceptar la muerte como una
plácida compañera que llega en el momento justo para facilitarme la paz que
ansío. Hay causas en la vida que nos degradan y otras que nos encumbran y esta
de andar insistiendo cada semana en la defensa de los primeros años de la vida
como protagonista en primera persona de su propia historia me parece tan
meritoria que no se me ocurre otra que la iguale. Y no solo por los sujetos a
defender, personas sin voz ni voto, sino por el valor añadido de aprendizaje
que dejan de poso en mi cada vez más viejo cuerpo que, a pesar de los años,
sigue rebosando salud mental y confianza en la vida.
La
muestra más cercana se puede llamar mi nieta África, pero sólo como ejemplo
porque le vendría lo mismo que le pusiéramos el nombre y la figura más cercana
que tengáis a mano. Y la guerra es sin cuartel y contra todos. Como se trata de
alguien tan pequeño y tan indefenso, según criterio ampliamente extendido, hay
que protegerlos hasta la asfixia y marcarles el camino porque qué sería de
ellos sin nuestros cuidados. Y nos inflamos como globos cada vez que los
miramos, sintiéndonos imprescindibles y responsables de esos muñecos que la vida nos ha puesto entre
las manos cuyas vidas no serían posible sin nuestros cuidados y sin nuestra
dedicación. Nuestra responsabilidad llega hasta el punto de que unimos nuestras
vidas a las de esos nuevos seres que acaban de llegar y podemos hasta
obsesionarnos y convertirlos en seres dependientes de nosotros y sus vidas
pueden quedar unidas a las nuestras como si se tratara de secuencias ancladas
en el tiempo que ya tendrán que ser siempre así.
Pero
sin ser mentira en alguna medida, desde luego la realidad dista mucho de ser así.
Que hay un nivel de dependencia de los nuevos seres a las personas cercanas no
cabe duda, pero que se trate de seres indefensos que solo dependen de nuestros
cuidados para sobrevivir, nada más lejos. Es
más, lo mejor es que desde el principio entendamos que nuestra función
como adultos, aunque imprescindible, nunca debe convertirse en troncal porque
entorpecería el desarrollo del recién llegado sino que conviene que se mantenga
cerca del pequeño pero permitiendo en todo momento el desenvolvimiento
individual. El recién será pequeño y necesitará desarrollar sus músculos, su
capacidad de comunicarse y de relacionarse pero trae consigo todas las
posibilidades para hacerlo con tal de que las personas que estén a su lado, en
vez de ponerse en medio y entorpecer su desenvolvimiento, le faciliten el
camino y colaboren. La crianza no es un estado sino un proceso y los servicios
que hoy son imprescindibles, mañana son innecesarios y en cambio mañana hacen
falta unas aportaciones que hoy son completamente inútiles.
*tarea universal. De África, Nuria, Sara, Isabel, Penélope, Gertrudis, Carmela, Leónidas...Universalmente asumida. Universalmente censurada. Universalmente cíclica. Universalmente transferible.
ResponderEliminarTodos tropezamos en la misma piedra y, como mejor sabemos, y nos dejan, nos retomamos la marcha eliminando errores.
Lástima que las opiniones nunca las escriban los menores de edad. Igual nos llevábamos una sorpresa.
No sé.
Qué persona, llegada a ka adultez, es capaz de reproducir sus experiencias, sentimientos y razones de cuando dependía en todo de sus mayores.
Pues eso. No sé
Besos
Muy difícil pones la respuesta. El olvido misericordioso se encarga de liberarnos de muchos recuerdos que, de lo contrario, nos tendrían la cabeza bomba. Un beso
EliminarNo se puede decir más claro...
ResponderEliminarSaludos
Dices que nuestra verdadera ganancia en la educación es la de convertirnos con el paso del tiempo en innecesarios, y afortunadamente así ocurre con casi todos los alumnos. Pero reconocerás que es un valor añadido cuando algún antiguo alumno (o sus padres) viene a agradecerte que fueras su maestro, por algún aspecto que le permitiste descubrir y que ha incorporado a su ser.
ResponderEliminarNo solo lo reconozco sino que, aunque uno no trab aja buscando reconocimientos, cuando llega alguno que sabe a verdad, para mi, al menos, significa uno de los placeres mas profundos que puedo recibir. Un abrazo
EliminarIncluso los que no nos hemos dedicado profesionalmente a cuidados o pedagogías con los más pequeños sabemos por nuestra experiencia que vivir es aprender a perder. Yo diría que es estar comprobando una continua pérdida, aunque la idea generalizada sea la de que tenemos siempre algo más que el día anterior (conocimientos, actividad, amistades, etc.) Lo que se impone antes o después es la pérdida. Salud siempre.
ResponderEliminarMagnífico articulo. Creo que a los hijos no hay que tenerlos debajo de nuestras faldas, hay que dejarles un cierto nivel de independencia y dejarles volar...Nos duele ver el nido vacio, pero es ley de vida. Maravillosa música. Un beso
ResponderEliminar