Es
casi imposible después de cinco años de blog sacar un asunto completamente
nuevo. Casi todos se rozan tangencialmente, porque unos asuntos están
relacionados con otros y al mismo tiempo que no hay nada que podamos dar por
eliminado, por sabido o por obviado porque pasar por delante de alguna
circunstancia sin detenernos significa al mismo tiempo cortar un hilo conductor que
se mueve por dentro de los asuntos que se van tratando y puede hacer el
conjunto menos inteligible.
Con
Ivonne desde Bogotá y con Rosa, antigua alumna mía y sus cuatro hermanos desde
Granada, ambas en calidad de madres, he
discutido esta semana el tema de la prisa en la adquisición de conocimientos de
sus respectivos hijos. Con edades distintas las dos venían a cuestionar con
angustia los conocimientos de sus hijos. En el caso de Ivonne a toro pasado
porque sus hijos vuelan solos hace tiempo.
Revisa su comportamiento de madre joven en su momento y reconoce el
nivel de impaciencia por alcanzar cuanto antes el acceso de sus hijos a la
lectura y la escritura desde los cuatro años cuando en el colegio a donde iban
le reclamaban que atendiera prioritariamente al control de esfínteres que no
estaba resuelto a esas edades. En el caso de Rosa su hijos es un poco mayor y
ve con bastante desesperación cómo las
evaluaciones arrojan unos resultados cada vez más bajos poniendo en peligro el
propio curso que lleva cuando en cursos
anteriores las notas habían venido siendo suficientemente altas para no tener
que andar preocupada por si superaría el curso o no. Son dos ejemplos que saco
a la luz porque tienen nombres y apellidos, lo que me interesa para que podamos
darnos cuenta que hablamos de personas concretas.
Resulta
que Ivonne, que en su momento abrazó de corazón la causa de la prisa para el
aprendizaje de sus hijos porque pensaba que eso era lo mejor, ahora, con el
paso de los años se encuentra trabajando con familias y comprueba que no es esa
la mejor dirección, que ese camino no crea más que angustia en niños y en
mayores y no consigue los objetivos que pretende porque aunque pueda lograr
algún resultado parcial, lo normal es que se deje en el camino el aprendizaje
de aspectos esenciales del desarrollo que no se han podido atender como se
debían porque andábamos demasiado preocupados con adquisiciones no tan
urgentes. En el caso de Rosa, la situación es más desdichada y desgraciadamente
frecuente. Su angustia le llevó a pretender traerme a su hijo para que yo
intentara convencerlo de que el rendimiento tenía que subir porque ella se sentía impotente. No lo acepté
y la conversación, en cambio, vino a
demostrar que, independientemente de que el problema de su hijo fuera real, la
verdadera causa de su angustia está en su propia vida de pareja porque no se
entiende con su compañero y él no se ocupa para nada de ninguno de los tres
hijos que comparten. Para colmo, su dependencia económica le impide plantearse
una separación que desearía pero que cree que no puede afrontar en este momento.
Me
interesa también que sean distintos para
que nos demos cuenta de que no hay recetas que nos puedan servir como solución
genérica sino que cada caso es individual y hay que conocerlo en sus
particularidades para encarar las soluciones una a una. En el caso de Ivonne ya
no puede resolver el suyo porque pasó hace años, pero sí puede aportar a las
nuevas familias con las que ahora trata
una orientación distinta a la que ella eligió, una vez que constata que
su celo por la prisa no fue el mejor camino. En el caso de Rosa lo más importante
es que entienda dónde está su verdadero
problema, que no es en su hijo sino en ella misma con su pareja. Le insistí en
que lo fundamental es que tiene que eliminar su complejo de culpa, que la está
agobiando más que nada, atender a sus tres hijos, que sin darse cuenta me
reconoció que intentando resolver el problema de su hijo está descuidando a su
hija mayor adolescente y a su pequeña de apenas unos meses y eso no es justo y
ya veremos por dónde hay que seguir.
La "educación lenta" se llama un movimiento que enlaza con otros como el de la comida lenta. Básicamente se trata de tomarse su tiempo, de disfrutar de los procesos y de no tener ninguna prisa en llegar al resultado, pues cuanto más complejos sean los procesos, más significativos serán, más se habrá implicado el niño en ellos, más posibilidades hay de que -por muy disperso que sea un niño- acabe encontrando un asidero para no descolgarse del proceso de aprendizaje. Por que al final no se trata sólo de que alcance la competencia en un área, sino de que disfrute de haber abierto una nueva ventana al mundo.
ResponderEliminarEsa historia de la EDUCACIÓN LENTA que comentas ya no me ha pillado en activo pero da lo mismo. Lo que importa es que la profundización en los procesos se va acentuando y cogiendo protagonismo y que aquello de que lo importante no es llegar sino el camino esté cada vez más vigente, no sólo para el goce personal y para la calidad de las vivencias, que ya es mucho, sino para el aprendizaje como tal que, como tú dices muy bien, significa un progreso significativo en el que, en todo momento, cada pequeño puede encontrar la manera de asumir el conocimiento que necesita. Un abrazo
EliminarUn tema realmente interesante. Ciertamente las prisas son malas consejeras...
ResponderEliminarSaludos
Un tema que supongo a todos los padres les preocupa..pero no hay que tener prisa en la enseñanza...un beso
ResponderEliminarAlgunas veces olvidamos que todo en la vida tiene un proceso y que de las carreras no queda sino el cansancio. Pues bien, si hablamos de enseñanza, las dos que existen en mi pais, la privada y la oficial, si que tienen gran diferencia. En la primera de ellas, el niño ingresa de 3 a 4 año y ya le van hablando en inglés, a los cuatro ya leen y escriben, a los cinco saben los números en dos idiomas, van a natación, equitación....porque los colegios quieren genios a partir de los 6, bueno y también los padres; tambien pagan exageradas mensualidades por ello aproximadamente 400 Euros. Prisa que me parece absurda, por los horarios de los pequeños, por las exigencias, por la ausencia de felicidad en ellos al elaborar y mantener unas "notas" aceptables. También aclaro que esto no se presenta en toda la educación privada.
ResponderEliminarEn los jardines infantiles del estado la cosa parece más divertida, por decirlo así más logica para nuestros pequeños. De 0 a 6 es un programa diseñado y desarrollado por el Distrito, que aplica para las personas de menos recursos y yo diría en este caso que para los niños y padres que quieren ser felices. Qué pasa en estos hermosos jardines?. Lo mejor que le pueda pasar a un niño, juega, come, socializa con sus iguales y duermen. Allí no existe la palabra "academia". Mi mejor ejemplo es mi nieta Daniela quien ingreso a este jardin infantil de dos años, salió de 6 y no sabía leer, menos escribir, e ingresó al colegio privado porque así lo decidieron sus padres. Pues que a los 6 aprendió a leer muy rápido, aprendió los números y hasta sumar y restar todo en un año. Daniela era muy felíz en su jardin donde jugó y compartió con niños y niñas de su edad. Era un poco grande para el grado al que la recibió el colegio privado pero tenía que hacerlo y las otras compañeritas eran pequeñas para el grado. Daniela se la pudo ingeniar para llevar su estilo de vida al nuevo colegio eso sí ha sido muy criticada y señalada por su falta de disciplina según sus nuevas maestras. Aún así su parte académica es notable entre todas las alumnas del plantel escolar. Ella Daniela sueña en terminar su tercer grado y salir a otro lugar donde el juego y el querer ser niña de 8 años no sea criticable y calificable.
Esto de tener prisa en la educación de nuestros pequeños afecta a todos padres y niños pues no están preparados ni los unos y los otros para sacar genios de 6 años y bachilleres de 15 que tendrán que ir a la U a que se los coman vivos el mundo. Encantador fuera que la academia iniciara a los 8 y antes de esa edad fuésemos formados en PRINCIPIOS Y VALORES, porque para ser personas de bien el carton de grado profesional no es lo más relevante. La prisa de unos y otros tiene la característica de olvidar cosas muy importantes para el ser humano, eso es el SER HUMANO.
LA música que nos ofreces la escucho siempre. Un abrazo, excelente como siempre tu artículo. Gracias
Qué gusto que un texto tuyo sea objeto de semejante comentario. Qué gusto también leer una reflexión y un testimonio que ha sido parecido al mío durante muchos años y que si ahora no lo es esx porque ya no trabajo con los niños pero que estoy seguro que Manuel, nuestro habitual comentarista comparte, sobre todo cada fin de curso. Me interesa sobre todo, destacar la consecuencia de un aprendizaje lento, acoplado al desarrollo psicológico de los pequeños porque se produce con machacona insistencia. Tú lo describes en tu nieta y parece como un caso insólito y excepcional. Nada más lejos. Es la consecuencia lógica de un desarrollo más armónico. Y me interesa concluir con algo a modo de lección que queda sin decir y que me resulta lo esencial. Que les quiten lo bailao a los que han podido gozar del placer de ser niños o adolescentes o adultos o personas en definitiva. Con la dicha de ese placer se morirán a gusto.NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO. Gracias una vez más Ivonne y un beso lento que traspase el océano.
EliminarNo sé lo lejos que estás físicamente Ivonne, ¿desde qué país escribes? pero te siento muy cerca de mi escuela. La experiencia de 0 a 6 de tu nieta está mucho más en la línea de nuestra forma de trabajar que la de muchas de las escuelas (públicas o privadas) que nos rodean.
EliminarPor supuesto, Antonio, que comparto con Ivonne y contigo esta forma de entender la educación.
Buenas noches Manuel. Me encuentro en la ciudad de Bogotá, Capital de Colombia. Este lema por así decirlo es del ICBF, (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), que ahora cambió por "De cero (0) a siempre". Es que el mejor regalo para cualquier niño es que se le permita ser eso, un niño y no que a los 5 ´0 6 ya los veamos con portátiles para ir al cole. Y parece ser que muchos padres no valoramos ese corto tiempo que tenemos para disfrutar de la mejor compañía que podamos tener : nuestros pequeños.
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